miércoles, 12 de octubre de 2016

La vía del amor y la armonía

El Aikido es Budo. No significa "arte marcial" en el sentido de la lucha, la violencia ni tampoco la competencia. 
Budo significa parar la confrontación, literalmente "desviar la lanza del enemigo".

Aikido es una vía de amor y armonía



Si bien la palabra Aikido se compone de tres caracteres que, juntos, literalmente significan "El camino de la unión con la energía universal", realmente el Aikido proviene de la unión de AIKI y DO, ya que AIKI es un concepto existente desde hace milenios, en el cual el fundador del Aikido se basó para crear su camino.

Aiki se refiere a las vibraciones del orden universal. Esto significa el universo en su totalidad y no acciones pequeñas o limitadas. Creo que los educadores y las personas mayores deben practicar Budo. Esta es la forma de estudiar el Cielo y la Tierra, y está ligada al corazón del Universo. Avanzamos junto con el Universo, y es mediante la respiración que nos unimos al Universo en su totalidad.
O´Sensei Ueshiba

Aiki es la creación del orden universal dentro de nuestros propios cuerpos. Esto se logra absorbiendo por completo el orden universal y luego unificándolo dentro de nuestros cuerpos.

Entonces nos convertimos en uno con los corazones de las personas en todo el mundo. Llegamos a estar unidos en armonía y entendimiento.

En japonés Kami significa dios o espíritu, pero no solo en singular, al mismo tiempo hay muchos kami, son los “espíritus de la naturaleza”. Un solo espíritu y sus múltiples manifestaciones.

La noción de un kami a la vez múltiple y único puede parecer paradójica y las mentes científicas difícilmente admitirán que gobierne la Naturaleza.
Pero si reemplazamos al kami por las leyes físicas, las leyes que gobiernan los fenómenos naturales, puede observarse con claridad que el universo es un conjunto de fenómenos interdependientes.

El kami y las leyes físicas no pueden existir separadamente.

Científicos de la talla de Einstein o Planck hablaban de la existencia de una Voluntad Suprema en el universo, no cognoscible para la ciencia, que gobernaba las leyes de la física. Se referían, de hecho, a una mente o conciencia universal. Cada vez más la ciencia moderna verifica los fundamentos de la sabiduría intuitiva del conocimiento ancestral.

Desde tiempos muy remotos, la humanidad ha percibido un poder misterioso que controla estas leyes y le dió el nombre de “Dios” a este poder. O´Sensei lo llamó “función milagrosa del Ki”, o simplemente Aiki.

El Aikido es la Vía de la armonía con las leyes de la naturaleza. 
El Aikido manifiesta el amor y la protección de todo lo existente.



Esta Creación, es en si misma el amor del creador

El amor de Dios es el creador de todo lo que existe, su deseo infinito genera la energía y el movimiento cósmico perpetuo, esta misma energía es la que fluye y da forma a todo el universo.

Hablamos de amor en términos abstractos, pero el amor no es una idea abstracta. Sin amor no habría vida, ni aire, ni agua, ni alimentos.
El amor es realidad. El amor es don, es abundancia.

La vida misma expresa el amor del Creador

No se trata de un amor abstracto o sentimental sino de un amor puro y vital como la misma creación. Dios no es un concepto o un dogma, Dios es amor.
La armonía y la unidad son la esencia del amor. El amor universal no es un amor egoísta. Está libre de prejuicios y acoge en su seno a todo lo creado. El amor no tiene expectativas y es incondicional.

Penetra y llena su objeto y los opuestos dinámicos se vuelven una unidad y crecen juntos. La mente de Dios llena el vacío y no existe nada fuera de esta mente. Su conciencia sensorial reverbera en el mundo invisible donde toda acción o fenómeno tienen su origen. El mundo invisible de la vibración, eso que llamamos el vacío del espacio, está cargado con su pulso. No hay nada “vacío”. Materia y espíritu son dos aspectos de la misma mente o conciencia universal.

Ésta conciencia es el mundo espiritual, cuya energía crea la materia visible a través del movimiento de su soplo.

La armonía de la Creación se basa en el amor. Las leyes electromagnéticas han estructurado el Universo y su actividad ha desencadenado en el corazón de la materia el ritmo perfecto de la vibración cósmica. Este equilibrio ondulante entre las polaridades, el yin y el yang, las fuerzas centrífugas y centrípetas, no son más que dos facetas de la misma realidad.






En el seno de este ritmo infinito, la creatividad surge y los opuestos se unen. El Creador y la Creación forman una unidad, no están separados, y nosotros estamos inmersos en el ritmo perfecto que es la expresión de la Sabiduría Divina.

La unidad es el poder del amor que resuelve todos los conflictos

A este proceso de unificación de los contrarios en japonés se le llama musubi.
La fusión del yang, la fuerza centrípeta, y del yin, la fuerza centrífuga, crea el equilibrio perfecto en el universo. El musubi es también movimiento, ya que sin movimiento la unión sería imposible. Su símbolo es la espiral que recicla perpetuamente su energía, un proceso sin comienzo ni fin. Es continuidad y cambio, sin este movimiento transformador no habría vida ni creación.

Los contrarios aparecen como la expresión dinámica del cambio y la evolución.
Toda la vida, toda la actividad universal, es un proceso de mutación, o musubi, y la única constante es el cambio.
Los días, las estaciones, todo cambia. Nacemos para morir. Nacimiento y muerte, envejecimiento y renacimiento, es el ciclo de la vida. Materialización y disolución. Aparición y desaparición.
Todo es cambio. 
La vida es transformación y la capacidad de cambiar es un elemento esencial del crecimiento.
La libertad fundada sobre la comprensión y la aceptación de esta verdad es la fuente del poder de la creatividad verdadera.

El conocimiento de la armonía supone experimentar el conflicto

Esencialmente, un conflicto no es ni bueno ni malo: es solamente lo contrario a la armonía, un puente tendido hacia la creatividad.
Tenemos que replantear nuestras ideas, reflexionar sobre nuestras creencias, redondear los ángulos de nuestras tendencias negativas para que el espíritu de lucha se convierta en un espíritu creador y positivo.

La disciplina y la presión del entrenamiento del Aikido crean las condiciones que ponen en evidencia este espíritu, sometiéndolo, afinándolo, desarrollando el autocontrol y la calma.



Si trasciendes los límites de tu cuerpo físico y de tu mente ordinaria tendrás libre acceso a un mundo de armonía y creatividad donde reina la unidad y el equilibrio.



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