Obaku (Huang Po) siglo IX |
Un día, Hyakujo preguntó a su discípulo Obaku: "¿Donde has estado?"
Obaku respondió: "Recogiendo hongos al pie del monte".
"¿Has visto a algún tigre?", le dijo su maestro.
Súbitamente, Obaku rugió como un tigre, ante lo que Hyakujo agarró un hacha y se levantó, con ademán de descargarle un golpe. De inmediato, Obaku le dio una sonora bofetada; el maestro Hyakujo rompió a reir a carcajadas. De regreso al templo, dijo a los demas monjes: "Tengan cuidado: al pie del monte hay un tigre y tienen que saber que hoy me ha dado un mordisco". Posteriormente, Hyakujo confirmó a Obaku como su sucesor.
Obaku era un hombre de voz sonora, más de dos metros de estatura y personalidad sencilla y clara.
Su célebre obra: "Tratado sobre la Mente Única", recoge sus enseñanzas:
Todos los Budas y todos los seres vivientes son la Mente Única; no hay otro Dharma que éste. Esta Mente que carece de principio, no surge con la existencia y no cesa con la existencia. No es ni azul ni amarilla, no tiene forma ni aspecto, no pertenece a las categorías del ser ni del no—ser, no es antigua ni nueva; no es ni larga ni corta, ni grande ni pequeña, pues se halla fuera de toda delimitación o designación, fuera de todo intento para ser percibida o considerada como un objeto.
Es la realidad como tal.
Pero a la menor reflexión, caerás en las elucubraciones. Sin limites e insondable, se la puede comparar con el espacio vacío.
Así pues, esta Mente Única como tal es el Buda y entre el Buda y los seres vivientes no hay diferencia alguna. Sin embargo, los seres andan siempre buscando en el exterior, apegándose a toda clase de características, pero con esta clase de búsqueda lo único que consiguen es llenarse de oscuridad. Prisioneros de sus propias proyecciones, confunden los conceptos sobre el Buda con el Buda real y la mente que busca con la mente real, vagando así durante innumerables eones de forma completamente inútil. No saben que el Buda aparecería naturalmente ante ellos con sólo pacificar los pensamientos y liberarse de la discriminación. De este modo, ha de saberse que esta mente como tal es el Buda y el Buda es la totalidad de los seres vivientes.
Cuando se expresa como ser viviente dicha mente no disminuye, cuando aparece como “Buda” no incrementa en lo más mínimo.
Respecto a las seis perfecciones e infinidad de otras prácticas similares, así como a los méritos tan numerosos como los granos de arena del rio Ganges, ya se hallan reunidas en ti de modo completo, sin que una práctica temporal las haya acumulado con el paso del tiempo. Cuando la ocasión se presente manifiéstalas y cuando no, permanece sereno. Si no tienes una firme fe en que esta mente es el Buda y prefieres practicar apegándote a toda clase de rasgos particulares con la intención de acumular méritos, en ese caso caerás en una visión falsa que te apartará de la Vía.
Esta mente como tal es el Buda y no hay otro Buda ni ninguna otra mente. Esta mente luminosa y sin mancha se asemeja al espacio vacío, pues carece de cualquier característica o apariencia concreta. Pero producir un estado mental particular a causa de la inclinación conceptual de la mente, es apartarse de la esencia de los dharmas y aferrarse a sus características. Sin embargo, desde los tiempos sin comienzo jamás ha existido un “Buda adherido a las características”.
Practicar las seis perfecciones e infinidad de otras prácticas con la intención de convertirse en Buda es seguir un sendero gradual, pero desde los tiempos sin comienzo jamás ha existido un “Buda por etapas”. Es suficiente con despertar a esta Mente Única para reconocer que “ni el más Ínfimo dharma es obtenido”. Este es el Buda real.
El Buda y los seres vivientes no se distinguen de la Mente Única. Esta mente es como el espacio vacío que jamás se confunde ni se degrada. Así, contempla el modo en que el sol ilumina el mundo entero. Al levantarse, su luz se expande sobre la tierra sin que por ello el espacio se vuelva más luminoso, y a su puesta, cuando las tinieblas cubren la tierra, el espacio tampoco se oscurece. Aunque luz y oscuridad parezcan fuerzas antagónicas, contempladas desde su naturaleza, el espacio que las sustenta permanece vacío e inmutable. Tal es lo que ocurre con la mente del Buda y de los seres vivientes.
Hay quienes consideran al Buda como dotado de las características de pureza, luminosidad y liberación, mientras consideran a los seres vivientes con los rasgos particulares de impureza, oscuridad y encadenamiento a la vida—muerte, pero aquellos que secundan dicho planteamiento jamás alcanzarán la Iluminación ni siquiera en innumerables eones, pues aún permanecen aferrados a las características.
Por el contrario, en esta Mente Única no queda el menor dharma que obtener, pues esta mente es el Buda. En la actualidad, los practicantes incapaces de despertarse a ésta mente en su esencia se dedican a la proliferación conceptual, a buscar al Buda en el exterior y a practicar aferrados a las características. Se trata de un proceder erróneo que nada tiene que ver con la Vía de la Iluminación.
Esa Mente que no es otra que Buda no es entendida por los Budistas de hoy en día; y por esa inhabilidad de ver dentro de la Mente como ella es, ellos se imaginan una mente al lado de la Mente misma y buscan a Buda exteriormente en la forma. Esta forma de disciplina es un error, no es el camino de la Iluminación.
Todo estará bien cuando despertemos a la verdad.
Los Budistas de estos días miran hacia el exterior en lugar de interiormente y dentro de sus propias mentes. Ellos se apegan por su propia voluntad a la forma y al mundo, y por eso caen en el error.
El Buda se refiere a las arenas del Ganges en esta forma: "estas arenas son pisadas y caminadas por todos los Budas, Bodhisattvas y otros devas, pero las arenas no están felices por eso; de nuevo ellas son pisadas y caminadas por las vacas, las ovejas, los insectos, y las hormigas, pero las arenas no se irritan; puede que ellas escondan toda clase de tesoros y sustancias perfumadas, pero no las codician para sí mismas; ellas pueden que estén manchadas con toda clase de suciedades y materiales fétidos, pero ellas no sienten hastío. Una actitud mental de esta naturaleza es la del que ha realizado el estado de mushin, es decir, estar libre de los apegos mentales.
Cuando una mente es libre de toda forma, ella ve el hecho de que no hay distinción entre los Budas y los seres ordinarios; cuando este estado de mushin es logrado, se completa la vida Budista. Si los Budistas son incapaces de ver en la verdad de mushin sin nada que se interponga, todas sus otras disciplinas, por muchas que sean, no los capacitará para obtener la iluminación. Siempre estarán prisioneros de la noción de disciplina y mérito y nunca lograrán la emancipación.
Todos los Budas y todos los seres vivientes son la Mente Única; no hay otro Dharma que éste. Esta Mente que carece de principio, no surge con la existencia y no cesa con la existencia. No es ni azul ni amarilla, no tiene forma ni aspecto, no pertenece a las categorías del ser ni del no—ser, no es antigua ni nueva; no es ni larga ni corta, ni grande ni pequeña, pues se halla fuera de toda delimitación o designación, fuera de todo intento para ser percibida o considerada como un objeto.
Es la realidad como tal.
Pero a la menor reflexión, caerás en las elucubraciones. Sin limites e insondable, se la puede comparar con el espacio vacío.
Así pues, esta Mente Única como tal es el Buda y entre el Buda y los seres vivientes no hay diferencia alguna. Sin embargo, los seres andan siempre buscando en el exterior, apegándose a toda clase de características, pero con esta clase de búsqueda lo único que consiguen es llenarse de oscuridad. Prisioneros de sus propias proyecciones, confunden los conceptos sobre el Buda con el Buda real y la mente que busca con la mente real, vagando así durante innumerables eones de forma completamente inútil. No saben que el Buda aparecería naturalmente ante ellos con sólo pacificar los pensamientos y liberarse de la discriminación. De este modo, ha de saberse que esta mente como tal es el Buda y el Buda es la totalidad de los seres vivientes.
Cuando se expresa como ser viviente dicha mente no disminuye, cuando aparece como “Buda” no incrementa en lo más mínimo.
Respecto a las seis perfecciones e infinidad de otras prácticas similares, así como a los méritos tan numerosos como los granos de arena del rio Ganges, ya se hallan reunidas en ti de modo completo, sin que una práctica temporal las haya acumulado con el paso del tiempo. Cuando la ocasión se presente manifiéstalas y cuando no, permanece sereno. Si no tienes una firme fe en que esta mente es el Buda y prefieres practicar apegándote a toda clase de rasgos particulares con la intención de acumular méritos, en ese caso caerás en una visión falsa que te apartará de la Vía.
Esta mente como tal es el Buda y no hay otro Buda ni ninguna otra mente. Esta mente luminosa y sin mancha se asemeja al espacio vacío, pues carece de cualquier característica o apariencia concreta. Pero producir un estado mental particular a causa de la inclinación conceptual de la mente, es apartarse de la esencia de los dharmas y aferrarse a sus características. Sin embargo, desde los tiempos sin comienzo jamás ha existido un “Buda adherido a las características”.
Practicar las seis perfecciones e infinidad de otras prácticas con la intención de convertirse en Buda es seguir un sendero gradual, pero desde los tiempos sin comienzo jamás ha existido un “Buda por etapas”. Es suficiente con despertar a esta Mente Única para reconocer que “ni el más Ínfimo dharma es obtenido”. Este es el Buda real.
El Buda y los seres vivientes no se distinguen de la Mente Única. Esta mente es como el espacio vacío que jamás se confunde ni se degrada. Así, contempla el modo en que el sol ilumina el mundo entero. Al levantarse, su luz se expande sobre la tierra sin que por ello el espacio se vuelva más luminoso, y a su puesta, cuando las tinieblas cubren la tierra, el espacio tampoco se oscurece. Aunque luz y oscuridad parezcan fuerzas antagónicas, contempladas desde su naturaleza, el espacio que las sustenta permanece vacío e inmutable. Tal es lo que ocurre con la mente del Buda y de los seres vivientes.
Hay quienes consideran al Buda como dotado de las características de pureza, luminosidad y liberación, mientras consideran a los seres vivientes con los rasgos particulares de impureza, oscuridad y encadenamiento a la vida—muerte, pero aquellos que secundan dicho planteamiento jamás alcanzarán la Iluminación ni siquiera en innumerables eones, pues aún permanecen aferrados a las características.
Por el contrario, en esta Mente Única no queda el menor dharma que obtener, pues esta mente es el Buda. En la actualidad, los practicantes incapaces de despertarse a ésta mente en su esencia se dedican a la proliferación conceptual, a buscar al Buda en el exterior y a practicar aferrados a las características. Se trata de un proceder erróneo que nada tiene que ver con la Vía de la Iluminación.
Esa Mente que no es otra que Buda no es entendida por los Budistas de hoy en día; y por esa inhabilidad de ver dentro de la Mente como ella es, ellos se imaginan una mente al lado de la Mente misma y buscan a Buda exteriormente en la forma. Esta forma de disciplina es un error, no es el camino de la Iluminación.
Todo estará bien cuando despertemos a la verdad.
Los Budistas de estos días miran hacia el exterior en lugar de interiormente y dentro de sus propias mentes. Ellos se apegan por su propia voluntad a la forma y al mundo, y por eso caen en el error.
El Buda se refiere a las arenas del Ganges en esta forma: "estas arenas son pisadas y caminadas por todos los Budas, Bodhisattvas y otros devas, pero las arenas no están felices por eso; de nuevo ellas son pisadas y caminadas por las vacas, las ovejas, los insectos, y las hormigas, pero las arenas no se irritan; puede que ellas escondan toda clase de tesoros y sustancias perfumadas, pero no las codician para sí mismas; ellas pueden que estén manchadas con toda clase de suciedades y materiales fétidos, pero ellas no sienten hastío. Una actitud mental de esta naturaleza es la del que ha realizado el estado de mushin, es decir, estar libre de los apegos mentales.
Cuando una mente es libre de toda forma, ella ve el hecho de que no hay distinción entre los Budas y los seres ordinarios; cuando este estado de mushin es logrado, se completa la vida Budista. Si los Budistas son incapaces de ver en la verdad de mushin sin nada que se interponga, todas sus otras disciplinas, por muchas que sean, no los capacitará para obtener la iluminación. Siempre estarán prisioneros de la noción de disciplina y mérito y nunca lograrán la emancipación.
mu shin |
Cometer maldades o practicar la bondad, ambos son el resultado del apego a la forma. Cuando las maldades son cometidas por estimar el apego a la forma uno tiene que sufrir la trasmigración; cuando la bondad es practicada por estimar el apego a la forma, uno tiene que ir a través de una vida de penalidades. Es mucho mejor por lo tanto ver todo al instante en la esencia del Dharma a medida que la oyes y percibes cuando se expone.
Por Dharma entendemos la Mente, porque no hay Dharma aparte de la Mente. La Mente no es otro que el Dharma, porque no hay Mente aparte del Dharma. Esta Mente en sí misma es no-mente (mushin), y no hay no-mente tampoco. Cuando la no-mente es buscada por una mente, esto la hace un objeto particular de pensamiento. Hay solamente el testimonio del silencio, y va más allá del pensamiento. Por lo tanto se dice que [el Dharma] corta el camino a las palabras y pone final a toda la forma de actividad mental, especialmente el pensar.
Esta Mente es el Origen, el Buda absolutamente puro en su naturaleza, y está presente en cada uno de nosotros. Todos los seres sintientes ya sean viles y degradados no son en este asunto en particular diferentes de los Budas y los Bodhisattvas - ellos son todos de una sustancia. Sólo por sus imaginaciones y discriminaciones falsas, los seres sintientes trabajan su karma y recogen su resultado, mientras que en la esencia misma de su Buda, no hay nada que corresponda a ello; la Esencia está vacía y deja que todo pase a través, está en quietud y descanso, está iluminando, es paz y productora de bienaventuranza.
Cuando interiormente tienes un profundo discernimiento acerca de esto, de inmediato te das cuenta que todo lo que requieres está ahí en perfección y en abundancia y no necesitas nada.
El entendimiento o la realización no te ha añadido nada sobre esta verdad. Cuando miras hacia atrás y evalúas todas las disciplinas que has pasado, encontrarás que ellas han sido otras de las muchas cosas inútiles que has hecho en un sueño. Por lo tanto, el Buda ha dicho que él no ha obtenido nada cuando se iluminó.
Esta Mente pura, el Origen de todas las cosas, es siempre perfecta, iluminadora y penetrante. Las personas son ignorantes de esto y toman lo que ven, oyen, piensan y conocen, por la Mente misma; y su discernimiento es entonces velado e incapaz de penetrar en la sustancia misma, que es clara e iluminadora.
Cuando entiendas o realices mushin intuitivamente, la sustancia misma te será revelada. Es como el sol revelándose a sí mismo en el cielo, su iluminación penetra las diez direcciones y no hay nada que interfiera con su travesía.
Por esta razón, cuando los seguidores del Zen fracasan en ir más allá de sus sentidos y pensamientos, todos sus acciones y movimientos no tienen significado alguno.
No construyas tus puntos de vista sobre tus sentidos y pensamientos, no lleves a cabo tu entendimiento basado en tus sentidos y pensamientos; pero al mismo tiempo no busques la Mente fuera de tus sentidos y pensamientos, no agarres el Dharma a través de rehusar tus sentidos y pensamientos. Cuando ni estas apegado ni desapegado de ellos, cuando no habitas ni te agarras a ellos, entonces disfrutas de tu perfecta libertad sin obstrucción, así tienes tu asiento en la iluminación.
Cuando las personas aprenden que lo que es trasmitido de un Buda a otro es la Mente misma, ellos se imaginan que hay un objeto en particular conocido como mente la cual intentan agarrar o entender o realizar; pero esto es buscar algo fuera de la Mente misma, o crear algo que no existe. En realidad, sólo existe la Mente. No puedes perseguirla erigiendo otra mente; por mucho tiempo que la hayas buscado, a través de cientos de miles de kalpas, no llegará nunca el tiempo que puedas decir que la tienes. Sólo cuando tengas el despertar inmediato al estado de mushin tendrás tu propia Mente.
El fracaso de los seguidores del Zen en reconocer al Buda es debido a su reconocimiento incorrecto de dónde está su propia Mente. Ellos la buscan exteriormente, preparan toda clase de ejercicios que esperan dominar gradualmente, y trabajan diligentemente a través del tiempo. Sin embargo fracasan en alcanzar la iluminación. Ningún trabajo se puede comparar con el despertar inmediato al mismo estado de mushin.
Cuando llegas al entendimiento más determinado al efecto de que todas las cosas en su naturaleza no tienen posesiones, ni apegos, ni dependencias, ni habitación, ni condiciones mutuas, llegarás a ser libre de albergar imaginaciones, lo cual es la realización de Bodhi (iluminación). Cuando realizas la iluminación, tu propia Mente, que es el Buda, es realizada. Entonces se encuentra que todas las acciones de todos los tiempos y edades no han sido nada más que esfuerzos inútiles.
Por esta razón el Buda dijo: "En realidad no logré nada con la completa e insuperable Iluminación".
Por Dharma entendemos la Mente, porque no hay Dharma aparte de la Mente. La Mente no es otro que el Dharma, porque no hay Mente aparte del Dharma. Esta Mente en sí misma es no-mente (mushin), y no hay no-mente tampoco. Cuando la no-mente es buscada por una mente, esto la hace un objeto particular de pensamiento. Hay solamente el testimonio del silencio, y va más allá del pensamiento. Por lo tanto se dice que [el Dharma] corta el camino a las palabras y pone final a toda la forma de actividad mental, especialmente el pensar.
Esta Mente es el Origen, el Buda absolutamente puro en su naturaleza, y está presente en cada uno de nosotros. Todos los seres sintientes ya sean viles y degradados no son en este asunto en particular diferentes de los Budas y los Bodhisattvas - ellos son todos de una sustancia. Sólo por sus imaginaciones y discriminaciones falsas, los seres sintientes trabajan su karma y recogen su resultado, mientras que en la esencia misma de su Buda, no hay nada que corresponda a ello; la Esencia está vacía y deja que todo pase a través, está en quietud y descanso, está iluminando, es paz y productora de bienaventuranza.
Cuando interiormente tienes un profundo discernimiento acerca de esto, de inmediato te das cuenta que todo lo que requieres está ahí en perfección y en abundancia y no necesitas nada.
El entendimiento o la realización no te ha añadido nada sobre esta verdad. Cuando miras hacia atrás y evalúas todas las disciplinas que has pasado, encontrarás que ellas han sido otras de las muchas cosas inútiles que has hecho en un sueño. Por lo tanto, el Buda ha dicho que él no ha obtenido nada cuando se iluminó.
Esta Mente pura, el Origen de todas las cosas, es siempre perfecta, iluminadora y penetrante. Las personas son ignorantes de esto y toman lo que ven, oyen, piensan y conocen, por la Mente misma; y su discernimiento es entonces velado e incapaz de penetrar en la sustancia misma, que es clara e iluminadora.
Cuando entiendas o realices mushin intuitivamente, la sustancia misma te será revelada. Es como el sol revelándose a sí mismo en el cielo, su iluminación penetra las diez direcciones y no hay nada que interfiera con su travesía.
Por esta razón, cuando los seguidores del Zen fracasan en ir más allá de sus sentidos y pensamientos, todos sus acciones y movimientos no tienen significado alguno.
No construyas tus puntos de vista sobre tus sentidos y pensamientos, no lleves a cabo tu entendimiento basado en tus sentidos y pensamientos; pero al mismo tiempo no busques la Mente fuera de tus sentidos y pensamientos, no agarres el Dharma a través de rehusar tus sentidos y pensamientos. Cuando ni estas apegado ni desapegado de ellos, cuando no habitas ni te agarras a ellos, entonces disfrutas de tu perfecta libertad sin obstrucción, así tienes tu asiento en la iluminación.
Cuando las personas aprenden que lo que es trasmitido de un Buda a otro es la Mente misma, ellos se imaginan que hay un objeto en particular conocido como mente la cual intentan agarrar o entender o realizar; pero esto es buscar algo fuera de la Mente misma, o crear algo que no existe. En realidad, sólo existe la Mente. No puedes perseguirla erigiendo otra mente; por mucho tiempo que la hayas buscado, a través de cientos de miles de kalpas, no llegará nunca el tiempo que puedas decir que la tienes. Sólo cuando tengas el despertar inmediato al estado de mushin tendrás tu propia Mente.
El fracaso de los seguidores del Zen en reconocer al Buda es debido a su reconocimiento incorrecto de dónde está su propia Mente. Ellos la buscan exteriormente, preparan toda clase de ejercicios que esperan dominar gradualmente, y trabajan diligentemente a través del tiempo. Sin embargo fracasan en alcanzar la iluminación. Ningún trabajo se puede comparar con el despertar inmediato al mismo estado de mushin.
Cuando llegas al entendimiento más determinado al efecto de que todas las cosas en su naturaleza no tienen posesiones, ni apegos, ni dependencias, ni habitación, ni condiciones mutuas, llegarás a ser libre de albergar imaginaciones, lo cual es la realización de Bodhi (iluminación). Cuando realizas la iluminación, tu propia Mente, que es el Buda, es realizada. Entonces se encuentra que todas las acciones de todos los tiempos y edades no han sido nada más que esfuerzos inútiles.
Por esta razón el Buda dijo: "En realidad no logré nada con la completa e insuperable Iluminación".
Mente ordinaria, mente iluminada
¿El Buda es la mente ordinaria o la mente Iluminada?
Respuesta.: ¿Dónde, en este mundo, guardas tu “mente ordinaria” y tu “mente Iluminada”?
P.: En la enseñanza tradicional se declara que ambas existen. ¿Por qué lo niega maestro?
R.: En la enseñanza tradicional se explica claramente que la mente ordinaria y la mente Iluminada no son más que ilusiones. Usted no ha comprendido. Este apego a la idea de que las cosas existen es confundir la vacuidad con la verdad. ¿Cómo es posible que tales concepciones no sean ilusorias?
Siendo ilusorias, ocultan la Mente Única. Si tan sólo pudieras liberarte de los conceptos de “ordinario” e “Iluminado”, encontrarás que no hay otro Buda que el Buda de tu Mente. Cuando Bodhidharma vino del oeste, indicó que la sustancia de la que todos los hombres están formados es el Buda. Todavía continuas sin comprender; te aferras a conceptos tales como “ordinario” e “Iluminado”, dirigiendo tus pensamientos al exterior, ¿Adónde vas de un lado a otro, galopando como un caballo? ¡Todo esto equivale a nublar tu propia mente! Por eso es que te digo que la Mente es el Buda. Tan pronto como el pensamiento o la sensación aparecen, caes en el dualismo. El tiempo sin principio y el momento presente son uno y lo mismo. No hay esto y no hay aquello. Comprender esta verdad es lo que se llama completa Iluminación.
P: ¿Entonces maestro, en que doctrina basa su enseñanza?
R.: ¿Para qué buscar una doctrina?! Tan pronto como tengas una doctrina caerás en pensamientos dualistas.
R.: ¿Para qué buscar una doctrina?! Tan pronto como tengas una doctrina caerás en pensamientos dualistas.
Maestro Deshimaru |
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