viernes, 24 de febrero de 2017

Hacia una verdadera educación



La educación y el sentido de la vida

Sin una verdadera educación la vida carece de sentido.

Esto se hace evidente si asumimos que venimos a este mundo para aprender y elevar nuestra condición de seres humanos, desarrollando habilidades cognitivas, entrenando el cuerpo y la mente con un propósito superior y ampliando nuestra conciencia.


¿De qué sirve la educación si no inculca virtudes en las personas?

La verdadera educación se preocupa por la libertad del individuo, transformándolo en alguien solidario que no solo busca el éxito propio a expensas de los demás y desconectado del entorno en el que vive. La libertad es el resultado del autoconocimiento, cuando la mente se eleva por encima y más allá de los obstáculos que ella misma se ha creado al ansiar su propia seguridad.

La función de la verdadera educación es ayudar a cada persona a descubrir su verdadero potencial y a trascender todos los obstáculos psicológicos, y no simplemente imponerle nuevos patrones de conducta, nuevas maneras de pensar. Tales imposiciones nunca despertarán la inteligencia y la creatividad, sino por el contrario condicionarán aun más al individuo. Evidentemente esto es lo que está sucediendo en todas partes del mundo, y por eso nuestros problemas continúan y se multiplican.

Es sólo cuando empezamos a entender la profunda significación de la vida humana que puede haber verdadera educación; pero, para entender, la mente debe librarse del deseo de recompensa que engendra el temor y la conformidad. Si consideramos a nuestros hijos como propiedad personal, si para nosotros ellos son la continuación de nuestros pequeños egos y la realización de nuestras ambiciones, entonces crearemos un ambiente, una estructura social en la cual no hay amor, sino la persecución de nuestras propias ventajas y beneficios.

Hoy en día de más en más se expande el negocio de la educación. Escuelas, colegios y universidades “privadas” que privilegian el éxito de sus empresas y el prestigio antes que brindar una verdadera enseñanza y asegurarse que cada niño y cada joven aprendan y puedan expresarse libremente.

Si los padres realmente aman a sus hijos, se preocuparán de que estos reciban una verdadera educación con maestros de verdad, que los respeten, que los animen y que los formen, y no que se los utilice para cualquier otro fin.

Una verdadera educación forma personas libres, inteligentes y solidarias. Y este no es el interés de los que controlan a la sociedad.

Para descargar el documento completo ir a:

https://drive.google.com/open?id=0B978_OYsHKTnT0JNcEJHeG53UjA



domingo, 5 de febrero de 2017

Los 7 planos de la conciencia


Planos de correspondencia
  
He aquí una breve descripción de los planos o niveles de la conciencia:

1) El TODO (la Mente Creadora, Dios, la conciencia total o como prefieras llamarlo/a).
Es el nivel más fundamental. Es la unidad absoluta. Es el punto cero. Es el origen de la vida y de cualquier manifestación de la conciencia. De esto no se puede hablar ni intentar clasificarlo, porque es la fuerza o la conciencia de la cual surge todo lo creado: desde complejos universos hasta la más ínfima partícula y por eso excede nuestra limitada capacidad humana.

2) Conciencia cósmica o mente universal: subconsciente profundo, conciencia Alaya, es multidimensional, no localizada, es la sede del conocimiento y el almacén de la memoria universal. Forma el cuerpo espiritual. Es la mente unificada. Es la luz total, que no viaja ni mueve por no estar dividida. Es anterior aún al deseo que provoca su movimiento y separación.


3) Éter o plasma: es el primer movimiento de la conciencia (pensamiento) que se separa para cumplir con los deseos de la mente. Es multidimensional, es la sede de los registros akásicos, que es el almacén cósmico de información.
Presenta varios niveles de densidad. Forma el cuerpo etérico y su vibración tiende a condensarse en formas materiales. Es la sustancia tenue que llena todo el espacio.


4) Cuerdas y/o Quarks (componentes fundamentales de la materia): corresponde al nivel cuántico, es la sopa cuántica donde se cocina el mundo físico. A partir de este nivel aparecen las partículas y se crea la realidad física. Forma el cuerpo de energía o cuerpo luminoso.


 5) Partículas subatómicas: es el nivel por debajo del átomo. Es el dominio de los electrones, protones, neutrones, fotones (luz en movimiento: como partícula presente en los intercambios de energía). Electromagnetismo.. El elemento que lo representa es el fuego. Forma el cuerpo mental.


6) Átomo: es el primer nivel de la materia: representado por gases (aire) y líquidos (agua). Se definen los elementos constitutivos de la materia (tabla periódica). Se crean el tiempo y el espacio como los conocemos. Es el cuerpo físico no visible e incluye al cuerpo emocional, ya que las emociones son las más físicas de las vibraciones sutiles.

Átomo de hidrógeno

7) Molécula: es el más físico de los niveles. Forma la materia como la conocemos y sobre la que nos informan nuestros sentidos: Corresponde a los sólidos (elemento tierra). Células. Tejidos. Organismos. Es el nivel de las reacciones químicas y de la información genética. Forma el cuerpo físico visible.
  
Célula

El diagrama se presenta de forma lineal para su explicación, pero estos niveles existen simultáneamente ya que la conciencia es una y sin separaciones, hay que entenderlo como infinitos campos de onda que aparecen, crecen, evolucionan y desaparecen para volver a aparecer eternamente en ciclos.
  
El espíritu se transforma en materia. La materia libera espíritu.
La materia es energía concentrada. La energía es materia liberada.
La energía es luz, la luz es vida, la vida es conciencia.
La vida y la conciencia impregnan toda la Creación.

 A partir del TODO, es decir, Dios o la Mente Creadora, omnipresente, inmóvil e indiferenciada, la conciencia comienza a moverse (vibrar) para cumplir los deseos del Creador de realizar o plasmar su imaginación, esto es la Creación.

Desde la tenuidad extrema hasta la densidad de la materia, cuanto más se acerca a los planos físicos, más se diferencia y toma el aspecto de una creación individual, cuyo único propósito es el de contener a la conciencia, es decir, servir de vehículo de información y energía, manteniendo el equilibrio con todo el cosmos.

Si comprendes esto podrás asumir más fácilmente el hecho de que vives en un universo lleno de luz y conciencia, en el que abunda la energía y la vida y cuyo lenguaje común es la transformación y el intercambio rítmico equilibrado.

El universo, con todas sus manifestaciones, es una creación del espíritu.
La realidad en la que vives es una creación del espíritu.
Tu cuerpo mismo es una creación del espíritu.

Tu conciencia individual es una extensión de la conciencia total (la Mente Creadora) y tienes la capacidad para hacerla vibrar y ascender a planos superiores de tu ser o no hacer nada y resonar por defecto con la frecuencia básica y material.

En esencia no hay diferencia, sin embargo, en los niveles superiores tu conciencia se vuelve cósmica, se expande, gana en información, energía y posibilidades. Es el camino de la iluminación.

Si no cambias tu percepción ordinaria y material del mundo que te rodea y de ti mismo, vivirás prisionero de tus sentidos y de la realidad física que has creado: desequilibrada, tensa, limitada y generalmente dolorosa.

De aquí la importancia de estudiar la conciencia, comprender como están hechas las cosas y como influir en ellas, controlar tu mente y tus emociones, aprender a respirar y a conectarse con la naturaleza. Es el camino del autoconocimiento y del cultivo de la energía. Es la vía del despertar.
   
La Conciencia experimenta y se conoce a través de sus creaciones
Somos la Conciencia experimentándose a si misma

 




miércoles, 1 de febrero de 2017

La música de las esferas

Pitágoras afirmaba que el modelo para la creación del universo estaba basado en el uso de las proporciones musicales. Según su creencia y la de muchos sabios de la antigüedad, los cuerpos celestes producían sonidos que al combinarse formaban la llamada música de las esferas.
Para Pitágoras y otros maestros, como Platón, la música era la ciencia de la armonía. La armonía podía ser entendida como el orden de los sonidos y también como el orden divino del cosmos; entre estas dos armonías había una relación. 

Pitágoras consideraba que la esencia última de la realidad se expresaba a través de números. Los números eran el medio para percibir lo que de otra forma podría permanecer inalcanzable tanto para el intelecto como para los sentidos. A Pitágoras se le ha atribuido el descubrimiento de las proporciones de los principales intervalos de la escala musical.
Las distancias entre los planetas o esferas, tenían las mismas proporciones que existían entre los sonidos de la escala musical que eran considerados entonces como "armónicos" o consonantes. Cada esfera producía el sonido que un proyectil hace al cortar el aire. Las esferas más cercanas daban tonos graves, mientras que las más alejadas daban tonos agudos. Todos estos sonidos se combinaban en una hermosa armonía: la música de las esferas



Para su concepción del universo y escribir sus leyes, Kepler se basó en los escritos de Platón y en el sistema de Copérnico que planteaba que el Sol era el centro en torno al cual giraban los planetas. Kepler postulaba que el modelo del universo estaba basado en la geometría y que entre las órbitas de los seis planetas conocidos (Saturno, Júpiter, Marte, Tierra, Venus y Mercurio) estaban inscritos los cinco sólidos perfectos mencionados por Platón (tetraedro, octaedro, cubo, dodecaedro e icosaedro). 

Kepler estudió cuidadosamente las órbitas de los planetas para establecer una relación entre el movimiento de estos cuerpos celestes con la teoría musical de la época. Finalmente postuló que las velocidades angulares de cada planeta producían sonidos armónicos y escribió seis melodías: cada una correspondía a un planeta diferente. Al combinarse, estas melodías podían producir cuatro acordes distintos, siendo uno de ellos el acorde producido en el momento de la creación y otro el que marcaría el momento del fin del ciclo.

Vemos que antaño, la ciencia y el arte no estaban separados. La música, la matemática, la alquimia y la metafísica eran parte de un mismo conocimiento.



El ser humano de la actualidad ha perdido esta forma armoniosa y natural de percibir al universo en el que vive.
La ciencia y la religión se encargaron de que así sucediera, encerrando poco a poco a las personas en prisiones de percepción, de categorías y prejuicios, creando una realidad material, carente de ritmo y armonía.

Esta es la paradoja del ser humano moderno, como hacer para plasmar y realizar en su vida lo que no es humano, o mejor dicho, los planos de existencia que están más allá de su percepción ordinaria y que no pueden ser “objetivados” ni demostrados por la ciencia, por más avanzada que pretenda ser.

¿Es posible trascender los límites de nuestra comprensión ordinaria y sintonizarnos con nuestros planos superiores?

¿Como hacer para armonizar nuestra vida humana con el ritmo y la armonía del universo?

¿Cómo puedo ser creativo y no un simple repetidor o una mala copia?

La manera de comenzar es siempre a partir del equilibrio y el silencio interior. Volver a tu centro. Esto es, poner el cuerpo y la mente en unidad.



A partir de tu centro puedas crear tu música, tu sabiduría y tu propia vida

La realidad física que percibimos, es decir nuestro mundo cotidiano de objetos, personas y eventos, está ligado a nuestra mente consciente, es una creación del cerebro izquierdo y de la secuencia de pensamientos que brotan de la incesante actividad electroquímica de su corteza (en particular frontal), de ahí que la realidad proyectada sea fundamentalmente material y se base en conceptos, palabras y una lógica separatista e individualista.

Pero esta pequeña parte de cerebro que toma la dirección y gestiona las respuestas, no es precisamente la que entiende de ritmo y de armonía. Su comprensión de las cosas es intelectual y arbitraria, es monofónica y tridimensional (en el mejor de los casos), pero le falta musicalidad, polifonía, profundidad, no sabe relacionarse con el espacio ni con el silencio y por lo tanto no percibe otras dimensiones.

Es la otra mitad (el hemisferio derecho) la que se encarga de percibir la totalidad y entiende de armonía, de ritmo y creatividad. Pero le cuesta hablar y escribir y no se interesa por los aspectos individuales ni por los detalles.

Para poder expresar lo que percibe, debe pasar la información al hemisferio izquierdo y aquí se produce un “cuello de botella”, se reduce la información, se ralentiza, se selecciona, se categoriza y se elabora una respuesta más o menos lógica, que debe encajar dentro de las estrechas paredes de nuestro cómodo y archiconocido mundo 3D.

Es como escuchar una sinfonía de Mozart o los sonidos del amanecer, no es necesario pensar, escuchas con la totalidad de tu ser, te impregna por completo, luego si quieres contar tu experiencia y detallar los sonidos, tal o cual instrumento o explicar tu sensación, se reduce de dimensión, se estrecha, se pierde la polifonía, la armonía y seguramente el ritmo.

La mayoría de las personas en la sociedad actual presenta una atrofia del cerebro derecho, esto es gracias a la educación moderna, a la cultura y los medios de comunicación, al exceso de dispositivos (celulares, ordenadores, TV) y la falta de comunión con la naturaleza.

 

Es por eso que nuestra sociedad carece de musicalidad y en un sentido más amplio, de arte. Es egoísta, materialista y repleta de leyes, de conceptos y de tecnología (que, paradójicamente, contribuye a separar aún más  a las personas).

Si comparamos el cerebro promedio con un ordenador, podemos decir que además de tener fragmentada la información, muchos están llenos de virus informáticos y sus procesadores funcionan muy lentos y mal.

Si lo comparamos con una orquesta, aquí se pone peor, ya que sus cerebros  no producen música sino ruido, disonancias, arritmias, carecen de dirección y el primer violín está siempre desafinado. Lo más grave es que muchos ni se dan cuenta y cuando lo hacen es porque el impacto en el cuerpo físico y en su salud es grave o duele.



Basta con observar como son educados los niños y jóvenes en las escuelas. Se los llena de conceptos y límites arbitrarios, de “conocimiento serio”, pero no se les inculca la música, ni el arte ni el amor a la naturaleza ni a los demás, obvio, gente así no sirve en este sistema materialista y antinatural, de trabajo y ambición. Una fábrica de muñecos sin corazón.

El ritmo y la armonía de la vida provienen del corazón

La verdadera música se escucha y se ejecuta con el corazón. No es una cuestión intelectual, sin corazón no hay ritmo ni armonía, falta el compás y la emoción, y si no hay emoción ni ritmo ni armonía, no tiene alma y por lo tanto no es música.

En la medida en que puedas extender la belleza y la armonía de tus ritmos y melodías de tu imaginación al instrumento que ejecutas o a cualquier obra que hagas, estas se volverán creaciones espirituales y verdaderas obras maestras de arte.

La medida de la calidad de tu interpretación material reside en tu capacidad espiritual para armonizarte y traducir las formas y ritmos del orden cósmico, y a su vez, estas servirán de inspiración a muchos otros.

Estas vibraciones armónicas contribuyen a la elevación espiritual y a la evolución del ser humano

La clave es el equilibrio. Se trata de aplicar el intercambio rítmico y balanceado entre todos nuestros aspectos. Armonizarse con los ritmos naturales. Encontrar la calma mental y desarrollar la percepción, la intuición y la musicalidad.



El silencio te enseña
La música te enseña
Los sonidos de la naturaleza te enseñan
La mirada interior te enseña

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El Aikido es un camino de armonía y autoconocimiento, en el que podrás mejorar tus habilidades cognitivas, fortalecer tu cuerpo y tu confianza expandiéndo tu energía y abriendo tu corazón






Escuela Budo Shin
Aikido