domingo, 23 de abril de 2017

Los dos lados de la verdad

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Si bien, de acuerdo a las más antiguas enseñanzas y a la propia intuición al respecto, el universo es mental, es una creación del Espíritu. Este es solo uno de los lados de la totalidad de la verdad. Desde este lado, podemos decir que lo único real es la Mente creadora, la que llamamos Dios, y que todas sus creaciones son parecidas a un sueño o a una imaginación pasajera, es  decir: sin sustancia propia y en continuo cambio.

Cuando decimos que las cosas no tienen sustancia propia, podemos cometer fácilmente el error de no considerarlas como son en realidad.

Nuestra naturaleza, al igual que todo en la naturaleza, tiene 2 aspectos: el Absoluto y el Relativo.

Los maestros han estado y están constantemente advirtiendo a sus estudiantes contra el error de omitir el "otro lado" de cualquier cuestión. Y sus advertencias se dirigen particularmente a los problemas de lo Absoluto y lo Relativo. Esto deja perplejos y confundidos a muchos ya que contradice lo que se acepta generalmente como "sentido común".
Por eso es importante abrir la mente a este conocimiento, y asegurarse de captar la esencia de lo absoluto y lo relativo. Si no es así, uno estará siempre encerrado en la prisión de la verdad a medias (que es una falsedad). Así que reflexionen, sientan y busquen siempre el equilibrio en cada pensamiento, en cada palabra y en cada acción.

Reflexionando profundamente podemos darnos cuenta de la verdad de que el Universo es una creación mental de Dios, y por lo tanto el universo y todo lo que contiene es una mera ilusión, una irrealidad, contra lo cual nuestros instintos se revelan. Pero esto, como todas las otras grandes verdades, debe considerarse tanto desde el punto de vista absoluto como del relativo.

Desde el punto de vista absoluto, por supuesto, el Universo y todo lo que contiene posee la naturaleza de una ilusión, un sueño, una proyección luminosa creada por el Espíritu mismo. Podemos darnos cuenta de esto incluso con nuestro punto de vista ordinario, pues hablamos del mundo como " un espectáculo fugaz " que aparece y desaparece, nace y muere, somos sensibles a la impermanencia y el cambio, a la finitud e insustancialidad. Esta es la idea que se nos presenta del universo creado cuando se contrasta con la idea del Espíritu Creador eterno e inmutable, no importa lo que puede ser nuestras creencias acerca de la naturaleza de ambos.

Todo lo que tiene un principio y un final debe ser, en cierto sentido, irreal y falso, ilusorio, y el Universo que percibimos no escapa a esta regla

Desde el punto de vista absoluto, no hay nada real excepto Dios, el Espíritu o la Conciencia responsable de la Creación, no importa qué términos podemos utilizar para pensar o hablar de este asunto.
Ya sea que el Universo es una creación material o una creación espiritual en la mente de Dios; es insustancial, no duradero, sujeto al tiempo, al espacio y al cambio. Quisiera que se den cuenta de este hecho a fondo, para poder comprender verdaderamente la naturaleza mental del Universo.

Pero el punto de vista absoluto muestra sólo un lado de la imagen, el otro aspecto es el relativo.

Podemos decir que la verdad absoluta, "son las cosas como la mente de Dios las conoce, mientras que la verdad relativa es, " las cosas como nuestro entendimiento más elevado las puede comprender”.

El punto de vista de Dios es absoluto
El punto de vista del humano es relativo

Obviamente, no podemos conocer conscientemente el punto de vista absoluto, ni mucho menos intentar describirlo, pero podemos conocerlo de manera  intuitiva e inconscientemente, asumiendo que nuestra conciencia es una proyección de la conciencia única, creadora de todo, lo que venimos llamando Dios.

Y así, mientras que para Dios, el Universo debe ser irreal e ilusorio, un mero sueño o el resultado de su imaginación; para las mentes finitas que forman parte de ese universo, y que lo perciben a través de sus facultades mortales, el Universo es muy real, y debe ser considerado así.

Al reconocer el aspecto absoluto, no debemos cometer el error de ignorar o negar los hechos y fenómenos del universo tal como se presentan a nuestros sentidos y facultades.
Recuerda, no somos Dios, somos su creación, una proyección de su conciencia.

Por ejemplo, todos reconocemos el hecho de que la materia "existe", es evidente para nuestros sentidos, nos irá mal si no lo hacemos.
Y sin embargo, incluso nuestras mentes finitas entienden la explicación científica de que de acuerdo a la física moderna, no hay tal cosa como la materia, lo que llamamos materia es meramente una agregación de átomos, los cuales están constituidos de partículas que en realidad son energía vibrando a altísima velocidad.
Golpeamos una piedra y sentimos el impacto, parece ser real, a pesar de que sabemos que es simplemente lo que hemos dicho antes.
Pero también tené en cuenta que nuestro pie, que siente el impacto por medio de nuestro cerebro, es también materia, constituida de partículas que no son más que energía vibrante, y de hecho nuestros cerebros, son lo mismo.
Y, a lo mejor, si no fuera por nuestra mente, ni nos enteraríamos del pie o de la piedra en absoluto.

La materia es importante para nosotros mientras permanezcamos en el plano de la materia. Pero incluso reconociendo que la materia es en sustancia solo movimiento de la mente, esto no la hace menos materia.
Mientras que en el plano de la materia hay que reconocer sus fenómenos, podemos controlar la materia (como todos los Maestros en mayor o menor grado lo hacen), pero solo podemos hacerlo mediante la aplicación de fuerzas superiores.

Cometemos un error cuando tratamos de negar la existencia de la materia en el aspecto relativo. Podemos negar su dominio sobre nosotros, y con razón, pero no debemos intentar ignorarla en su aspecto relativo, al menos mientras permanezcamos en su plano.

Tampoco las leyes de la naturaleza son menos constantes o efectivas, cuando los conocemos, aunque sepamos que son simplemente creaciones mentales. Se encuentran en plena vigencia en los distintos planos. Cada plano del Ser y de la vida tiene sus propias leyes, si bien en esencia no hay separación.

Solamente superamos las leyes de los planos inferiores, aplicando leyes de los planos superiores, esto es: la mente controla la materia, y es de esta manera solamente que podemos realizar una verdadera transformación o alquimia espiritual.

Este proceso no queda solo en la imaginación, intervienen la actitud mental correcta, la respiración correcta, la postura correcta, la forma de vida correcta y la práctica correcta

No podemos escapar de las leyes y principios de la naturaleza, pero si podemos (y debemos) conocer el funcionamiento de los diferentes planos de nuestra existencia (espiritual, mental y físico).
Existen niveles que ni siquiera soñamos, pero esa es parte de nuestra evolución y algún día podremos acceder, con el corazón abierto y la mente clara. No solo es nuestra evolución personal, es la evolución de nuestra especie y la de todo el universo.

El plano físico o material; el nivel de nuestra realidad cotidiana tridimensional, está asociado a un estado de conciencia que se corresponde con una determinada vibración cerebral, dominada por ondas Beta.

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Es la actividad cortical del hemisferio izquierdo que produce un tipo de pensamiento secuencial, encadenado (un pensamiento pegado al otro) que crea una realidad material, separatista, densa y conceptual. Cuando no hay espacios o silencios entre los pensamientos, lo que se genera, al igual que en la música, es RUIDO.

Mientras no trasciendas los límites de tu pensamiento ordinario, permanecerás siempre prisionero de sus límites y este será el alcance y el tamaño de tu vida, ni más ni menos.

Aikido es el camino para unificar el cuerpo y la mente, para encontrar la armonía con el flujo de energía universal y desarrollar cualidades humanas superiores.
Debes realizar tu alquimia espiritual en la vida diaria.
Esto significa asimilar, transformar y responder eficazmente.
Cada situación es única.
En Aikido estudiamos esto. Nos entrenamos en armonizarnos con el movimiento para controlar cada situación.

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Estudiar estos principios, reflexionar, entrenarte en el espíritu del verdadero Budo, aumentar tu nivel de energía, entrenar tu tolerancia y compasión y mirar lejos (y también donde pones los pies!).

De esta forma, podrás ir más allá de tus límites, abrazar las contradicciones de la vida, curar enfermedades y crear una realidad feliz y luminosa.

El propósito de esta lección, es transmitirte este principio fundamental de equilibrio.

Aunque comprendas y aceptes intuitivamente que vives en un universo insustancial, creado por la mente y que tu propio cuerpo es materia de cambio y transformación, luz viva condensada por un breve momento; debes asimilar que experimentas una vida humana, viviendo por un rato en una realidad física (que a veces duele y pesa).

Si comprendes el valor de la materia y del mundo físico como vehículo de experiencias, aprenderás a controlarlo y a desplegar tu poder mental, que es otra de las fuerzas de la naturaleza, para crear la realidad que deseas y necesitas.

Considera siempre los dos lados de todas las cosas.


“La hoja del álamo cae siempre mostrando sus dos lados”

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domingo, 9 de abril de 2017

La sabiduría del Aikido

El objetivo de la práctica del Aikido no se limita al entrenamiento sobre el tatami sino que debe extenderse por todos los aspectos de la vida.
Limitado únicamente al aprendizaje de una técnica, no reviste especial valor.
Debemos asumir la práctica cotidiana de un samurai.
Veinticuatro horas dedicadas a la educación de la conciencia, la sensibilidad, la intuición y la acción. Y lo más importante, el desarrollo de los valores humanos y la moral.

Samurai significa servidor. Servimos al Espíritu, a Dios. Hay que transformarse en un vehículo de la conciencia superior, y para que eso ocurra debemos aprender a armonizarnos con el flujo de energía universal, sintonizarnos con los espíritus de la naturaleza y unificar la mente y el cuerpo.


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El proceso de aprendizaje puede ser arduo y difícil y a veces parecer lento e inacabable. Esto es debido a nuestra mala educación, nuestras debilidades y los errores de juicio que cometemos a menudo.
Pero el mayor error que puede cometerse es pretender no cometer jamás un error. Sólo quienes no intentan aprender sinceramente, mejorar, ponerse en cuestión, nunca cometen errores. Un error hace posible la creatividad. Sin error no hay posibilidad de cambio.
Lo importante es no cometer el mismo error dos veces.
La memoria es fundamental. El estudio es la clave.

Pero estudiar no quiere decir leer y leer no significa comprender.
El conocimiento a través de la lectura o los videos, puede ser de ayuda, pero no pierdas nunca el verdadero objetivo de tu entrenamiento.

Preguntate qué es el do del Aiki y del Budo.


Este do es la vía del que rehúsa tener enemigos. Es el do victorioso que no vierte ni una sola gota de sangre, que no hiere ni humilla, que pone fin a los conflictos antes de que surjan. Es el do de la confianza y el firme propósito que no acepta la mediocridad ni el autoengaño.

El Aikido no es la Vía de la debilidad y la huida ya que el Budo pertenece a quienes están armados de fuerza y determinación. La Vía debe conducir a un mundo de armonía y respeto mutuo.



No es leyendo libros como desarrollarás tu poder personal y encontrarás la sabiduría.
La sabiduría sólo puede sobrevenir de la experiencia. Tu cuerpo y tu mente deben impregnarse del universo y la naturaleza que te rodean. Tu alma debe reflejar esta sensación, te apartarás así de toda visión corrompida y deformada.
Tu poder personal aparece al volverte una imagen viva del universo.

La práctica del Aikido no debe limitarse al entrenamiento en el dojo.

O Senseí enseñaba: “Conocer un movimiento de Aikido es sólo el primer paso. Sin acción, este conocimiento carece de sentido. Sin pureza de alma no puede accederse a la verdadera Vía del sable. Esto es Masagatsu Agatsu Katsu hayabi.
Agatsu significa la victoria sobre uno mismo a través de la pureza del alma. Masagatsu es la victoria justa, la buena Vía. Katsu hayabi es el despertar espiritual fuera del tiempo y el espacio, aquí y ahora, en este preciso momento. La asociación de estas expresiones constituye la base del sbugyo. Sin esta sabiduría no hay posibilidades de desarrollo.
El día que dejes de temer o sentirte débil será el fin de tu destino. Tu entrenamiento se detendrá abruptamente. ¿Cómo puede encontrarse la verdad en el mundo de la competición si siempre hay un vencedor y un vencido? Imagínate en un campo de  batalla, rodeado de fusiles enemigos, y comprenderás lo que quiero decir. Si te refugias en el viejo concepto marcial de la victoria, jamás alcanzarás la paz”.

Inevitablemente, la competición produce una víctima. Éste es un mundo sin piedad, competitivo,  que se alimenta de la miseria y el sufrimiento del prójimo, un mundo de inseguridad permanente que ignora la sensación de libertad y felicidad, repleto de víctimas y de abusadores.
Desde pequeños somos confrontados a esa presión del medio, a una necesidad de éxito y a la cultura de la individualidad y la estupidez.

Nuestra sociedad tiende a colocar la fortuna y la fuerza física por encima de los valores humanos. Esto no solo es un problema de educación, el miedo y la codicia están enquistados en un gran número de individuos.
Allí donde domina la confusión y la falta de comunicación, los valores humanos se degradan. Lo más importante es conocerse a si mismo.
Sin una consciencia de uno mismo, cualquier conocimiento puramente teórico sólo llevará confusión a tu espíritu.

Si sigues la sabiduría del Espíritu alcanzarás la verdad. Pule el espejo de tu espíritu por medio del misogi (la purificación).
La verdad está eternamente presente, sin embargo, no te ates a nada. Aun cuando pienses que has incluso  alcanzado la iluminación, no lo creas ciegamente. No será más que un espejismo, una ilusión creada por tus propios límites. Si buscas siempre tu despertar personal, pasarás la vida intentando atrapar su sombra.

Renuncia a esta atadura, la codicia se desvanecerá y se hará el vacío para acoger al espíritu de verdad. Para y deja que tu vida se funda con el espacio y se convierta en una parte de la realidad divina.

Entrenate y busca tu perfección. El verdadero Budo yace dentro tuyo, desccubrilo. Tenelo presente durante el entrenamiento.

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El Aikido no es una gimnasia ni un deporte. Es una disciplina, un proceso educativo para el entrenamiento de la mente, el cuerpo y el alma. No tiene por objeto el mero estudio de una técnica, ésta es sólo una herramienta para el refinamiento personal y el crecimiento espiritual.

El Aikido no es una pelea callejera. Vienen al dojo para trascender y purificar vuestras reacciones agresivas, para adoptar el espíritu de un samurai a través del descubrimiento de la propia responsabilidad social.

No debe haber espíritu de competición sobre el tatami. El objetivo del Aikido no es pelear y derrotar al enemigo sino pelear y derrotar a los propios miedos e instintos agresivos.
La fuerza del Aikido no reside en la potencia muscular sino en la flexibilidad, la comunicación, el control de uno mismo y la modestia.

No existe una forma correcta o incorrecta en el Aikido. En tanto un movimiento obedezca a las leyes físicas del universo, es correcto.

Obedeciendo estas leyes naturales, la actitud ha de ser correcta. Quien obedece estas leyes, sigue la Vía (la voluntad) de Dios. El Aikido no supone el aprendizaje de una técnica sino el aprendizaje de la sabiduría.
Los kata individuales no existen en el Aikido porque éste se basa en la armonía de las relaciones y en la resolución del conflicto, y desde este punto de vista cada situación es única y diferente.

El tatami no es un lugar en el que la gente viene a competir o imponer sus ideas a otros sino a aprender a escucharse y comunicarse. En el tatami no podemos disimular nuestra verdadera personalidad. Nuestras flaquezas y talentos siempre acaban manifestándose. Transpiramos juntos, soportamos juntos el estrés, nos ayudamos mutuamente y aprendemos a confiar en el otro. Cada uno estudia los mismos principios universales y la sustancia espiritual, que es la misma en cada uno, se vuelve clara cuando cae la máscara del miedo y el egoísmo.
Si estuviéramos solos en el Universo, sin nadie con quien hablar, con quien compartir un momento agradable, con quien reír, sin nadie a quien tocar, a quien amar, ¿cuál sería la razón de vivir? El amor da sentido a la vida.
Debemos descubrir la alegría de estar juntos, la alegría de los desafíos, la alegría del crecimiento.

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En el Aikido no se gana. Al querer ganar, pierden y hacen perder a vuestro compañero. Si creen que la vida es pura competición, jamás ganarán ya que no están libres de la muerte.
Pero, si perciben la vida como un proceso de creación universal, llegarán a ser eternos, porque formarán parte del proceso. Si consideran que el desarrollo del cuerpo y la mente es el comienzo del crecimiento espiritual, vuestra fuerza será eterna.
El espíritu de desafío no supone un espíritu competitivo. El mayor desafío consiste en desafiarse a si mismo.
No hay que pasarse la vida buscando seguridad. Si tienen el cuerpo cubierto por un caparazón, serán incapaces de moverse, de luchar, de protegerse y proteger a los demás.

El Bushido implica desafío y sacrificio.
Es el poder y la fuerza de un espíritu independiente e indomable.
Un espíritu dependiente es débil pues no es capaz de sacrificar su ego y su codicia. Para ser verdaderamente independiente y saborear el reto de la libertad, el espíritu debe estar vacío.

Finalmente, uno mismo es el único responsable de su crecimiento.
Es uno el que crea su propia realidad.