viernes, 24 de febrero de 2012

Enseñanza del Maestro Kosen


“Nuestro ser esta constituido, según la filosofía budista, de cuatro elementos que son: la tierra, el agua, el fuego y el aire. Estos son los cuatro elementos que constituyen nuestro cuerpo y también nuestra conciencia.

Comencemos pues, por el elemento tierra que es la gravedad, la solidificación de nuestra conciencia.

La realidad, la conciencia de los seres, también lo que soporta; el zazen toma apoyo en la tierra. Todo debe tomar apoyo, para devenir, para existir, para manifestarse. El agua es un elemento entre la materia y el vacío; es la memoria de lo que soñamos y que se realizó en nuestro sueño. El aire, durante zazen, es el vacío. El aire debe devenir sólido, consistente, cuando respiran, "Ku soku ze shiki", el aire debe manifestar su potencia, su fuerza. Deben tomar apoyo sobre él, es el secreto de la respiración. Antes les dije que debían tomar apoyo sobre la tierra, debemos tomar también apoyo sobre el aire.

Por otra parte, Dogen lo dice él mismo en el capítulo "inmo", donde dice que cuando caemos a la tierra nos servimos de la tierra para enderezarnos nuevamente. Después dice que cuando caemos en el vacío, nos servimos también del vacío para enderezarnos. Pues todo eso lo podemos comprender durante zazen. El fuego es la luz, es lo que permite transmutar un cuerpo vulgar, un ser vulgar, en Buda. Estos cuatro elementos están en plena actividad durante nuestra práctica.

El zazen no es solamente pasivo, es también creativo.

Allí es donde el agua interviene. No toman la buena postura solamente con su voluntad, con sus músculos, pero la conciben en tanto que Buda, buena postura, equilibrio, calma, sin tensión, sin angustia. Ustedes conciben, el agua recuerda. El agua lo manifestará. Somos casi noventa por ciento agua. Este concebir no es un pensamiento, es el pensamiento absoluto, el pensamiento sin pensamiento. La relación entre la tierra y el aire es muy importante. Es decir, entre esto en que toman apoyo durante zazen.

Decimos siempre: empujen la tierra con las rodillas. Eso y el aire, es decir, la respiración. No deben nunca parar de respirar, perturbados por sus pensamientos. Es encontrando el equilibrio entre el aire y la tierra que podemos abandonar el cuerpo y el espíritu.

El Maestro Ejo dijo: si su inspiración y su expiración va y viene en una armoniosa ida y venida (pues no hay expiración de un lado e inspiración del otro) hay unas idas y venidas, unas armoniosas idas y venidas, yo digo incluso, un círculo. Dice: si su inspiración y expiración va y viene en un armonioso vaivén, entonces no queda más que un zafu bajo el cielo vacío, exactamente el peso de una llama.

Allí nuevamente el fuego sobreviene, la llama, es decir, el fuego es la transmutación de la materia en energía”.

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