miércoles, 25 de julio de 2012

Aprender a través del cuerpo y la mente, enseñanza de maestro Dogen

Eihei Dogen (1200-1253)


Shinjingakudo 
El aprendizaje por el cuerpo y la mente


Nangaku Ejo dijo: "Tenemos práctica e iluminación, armonizarlas tiene alguna dificultad, pero si no lo hacemos, es fácil extraviarse".

Hay dos formas de práctica budista. Por medio de la mente y del cuerpo.

A través de la mente debemos entender varios estados de conciencia y después desarrollar bodaishin: “la mente que busca a Buda”. Si lo hacemos con sinceridad, seremos capaces de sentir su compasión sobre nosotros y dominar práctica e iluminación.

Los distintos estados de la mente son: La mente original de Buda, la mente de todos los días y la mente universal cósmica.

Su fuente es la no mente, la verdadera mente de Buda, no dividida, más allá de la discriminación de los opuestos y no analítica.

Para comprender el verdadero camino, necesitamos “pensar sin pensar”.

Cortarse el pelo y vestir el kimono es el marco del que desea aprender, ir más allá de la mente. Es necesario una gran determinación.

La actividad de todos los Budas está basada en el no-pensamiento.

Si continuamente lo practicamos, la iluminación aumenta. La mente unificada no está fuera o dentro, va y viene libremente sin atadura alguna. Un pensamiento: montaña, agua... siguiente pensamiento: una nueva montaña... cada pensamiento es independiente, creado de nuevo, vital e instantáneo.




La mente unificada, trasciende los opuestos, más allá del mundo de lo relativo.
Aceptamos las cosas como vienen, independientes y momentáneamente. Hemos de distinguir claramente entre realidad e ideas sobre la realidad. Por ejemplo hay una gran diferencia entre simplemente vivir en casa y una verdadera renuncia al mundo.

El maestro Sozan fue un hombre libre. Su poder provenía del desapego. Simplemente aceptaba que el barro era barro y el agua sucia, agua sucia, sin gustarle o disgustarle.
Hotsubodaishin, es la mente del verdadero seguidor del camino de Buda. La percepción continua de la mente de Buda.




Aparece espontáneamente por ser el origen real de toda actividad y no es influenciada por lugar, circunstancia o karma. Cuando la práctica ha madurado, nos damos cuenta de que el mundo del dharma está protegido por la verdadera experiencia de la mente que es Hotsubodaishin.
Todo lo que parece opuesto trabaja junto: dos sustancias, una identidad.

A Daisho Kokushi le preguntaron: ¿Cuál es la mente original de Buda? y dijo: “muros, setos, tejas, piedras”. La gente no considera usualmente a esto la mente de Buda y sin embargo estas cosas expresan la naturaleza de Buda. Simbolizan “la mente ordinaria”, la de todos los días. De ella procede la firmeza de lograr (hosshin) la suprema iluminación que es autogenerada, es decir, no viene de otros. De ella procede también la iluminación como su actividad natural .

Aprender a través del cuerpo es más difícil, aunque ambas deben ir juntas. Esta unificación es llamada Shinjitsunintai: “el real cuerpo del hombre”. Es la percepción de “la conciencia ordinaria” a través del mundo de los fenómenos.

El maestro Hyakujo dijo: “el hombre posee originalmente el puro desapegado cuerpo de Buda, su mismo cuerpo es Buda”.

Una afirmación así sólo puede ser pronunciada tras años de méritos, práctica e iluminación.

Este nivel se caracteriza por un completo desapego, serenidad perfecta y unificación de la subjetividad y la objetividad. Llegados aquí, podemos ayudar a otros.

El Dharma puede ser predicado de tres maneras: Usando la propia experiencia y explicaciones. Utilizando las vidas y dichos de otros. Enseñando por medio del ejemplo. Suele creerse que se hace en beneficio de otros sin embargo se trata de una extensión de nuestra propia práctica que trasciende a nosotros y a los demás.

Shinjitsunintai, es nuestro cuerpo real. Siguiendo el camino, gradualmente, nos convertimos en conocedores del profundo significado de los actos diarios, como inclinarte en señal de respeto (gassho o sampai) o limpiar. El tiempo pasa y la vida se transforma.

El maestro Kokugon dijo: “La vida es la total actividad de la vida, la muerte la total actividad de la muerte. Ambas son las actividades del Gran Vacío”. Para comprenderlo debemos tener la experiencia de Hotsubodaishin.

Shinjitsunintai: es la clara observación de la vida y de la muerte a través del cuerpo y la mente (sin discriminación).

Igual que hay montañas altas y bajos valles, iluminación e ilusión, En el Zen hay ramas del norte y del sur. Todas en el mismo camino.

Trascender la discriminación de los opuestos, descubrir la total realidad, y conseguir el desapego, es la completa libertad.

Dado a los monjes de Horinji. Sep. 1243.



 La mente aquí y ahora es Buda
Soku-shin-ze-butsu

El universo aquí y ahora existe y no espera ser realizado, ni aguarda su destrucción. Los tres mundos, en exacta concreción, existen: ni retroceden ni se muestran, ni son simplemente la mente.
La mente existe como existen las paredes y las cercas; nunca se enloda o se humedece, y nunca se construye artificialmente. 
Nos percatamos en la práctica de que la mente aquí y ahora es Buda, nos percatamos en la práctica de que la mente que es Buda es ésta, nos percatamos en la práctica de que Buda es justamente la mente, nos percatamos en la práctica de que mente y Buda aquí y ahora es lo correcto, nos percatamos en la práctica de que esta mente-Buda es aquí y ahora.




miércoles, 11 de julio de 2012

El mundo brillante por Kodo Sawaki


La ignorancia es un caso de ceguera de sí mismo. Sobre esta vía, toda la vida es ciega. Nos oscurecemos vida tras vida. Los que de esta forma avanzan siempre hacia la oscuridad son llamados seres ignorantes. Para Buda no hay ignorancia. Para los seres ignorantes no hay naturaleza de Buda. Esto es un hecho. Incluso cuando se inclina delante de una estatua de Buda, un ser ignorante piensa: "¿Valdrá caro este Buda?", o ¿Cuánto me costará este Buda si lo compro?." Sea como sea, el Buda no responde. Desde su punto de vista no hay seres ignorantes. El Buda dice: "Estás bien, justo como eres."

Hay un individuo que vino a verme con los ojos inyectados en sangre y el rostro mostrando los signos de una depresión nerviosa. Me ha dicho: "No sé si voy a aprobar el examen de funcionario". Probablemente quería practicar zazen para curar su depresión nerviosa. 

Entonces le respondí: "Si alguien como usted no aprueba el examen, es porque hay otros que son mejores que usted, así que, ¿no es ésta una razón para alegrarse?." "¿¡Qué!?", respondió él. 
Yo no puedo hacer nada si este tipo es un tonto que no puede comprender esto. Y como el mundo está lleno de esta clase de tontos que no pueden comprender las cosas a ese nivel, no merece la pena ni contar esta historia. "Si usted lo consigue, eso quiere decir que no hay nadie mejor que usted. ¿No comprende hasta qué punto es triste para nuestro país el que haya tanta gente inútil de su género?", le dije. "¡Oh!", respondió él.
Estaría muy bien que la gente comprendiera las cosas a este nivel pero se contentan con lamentarse de sus propios fracasos. Sería mejor que pensaran: "Si no aprobé el examen es porque hay muchos individuos mejores que yo. Aunque el país ya no es lo que era, todavía queda un buen número de gente dotada. Es mejor que me retire, y que esté agradecido por no haber conseguido el puesto." Pero la gente no comprende esto. Los que lamentan sus fracasos son más numerosos que los que se inquietan poco de sus propios asuntos.

Los seres ignorantes están llenos de complejos. Ellos no lo creen pero el Buda repite: "Estás muy bien como estás." Si eres servidor, continúa así, está muy bien. Tus padres te permitieron nacer, fuiste a la escuela elemental y ahora ganas unos pocos pesos por mes. Tal como estás obtendrás el satori. Yo lo sé con toda certeza, dice Buda. 
Pero el ser ignorante persiste en decir: "No valgo nada."
Es lo que se llama "ser hijo de millonario y vivir en la miseria." A pesar de que había nacido en una familia rica, el hijo huye pensando que lejos estará mejor, y se pone a vagar en busca de esta mejora. 
Esto es profanarse a sí mismo. La ignorancia es profanarse a sí mismo pensando: "Si hay algo mejor fuera de mí, entonces yo no valgo nada." 
Pero el ego es uno y está bien tal como es. Para el cuerpo es lo mismo. Si el moco te cuelga de la nariz, es perfecto así como está. Desde el punto de vista de Buda, está bien, pero desde el punto de vista de los seres ignorantes, es la ignorancia.

Es como el dinero. En lo que respecta a su utilización, que esté en poder de Buda o de un ser ignorante, es siempre dinero. El dinero no cambia. 

Si es un estafador el que lo recibe, entonces le dará a este dinero un uso acorde. Un estafador ingenioso con un céntimo sería capaz de comprar un caramelo, utilizarlo de mala manera y volverse rico. En su bolsillo, incluso una moneda se convertiría en la primera pieza que le traería la fortuna. Un ser ignorante compraría el caramelo y ¡Glup!, se lo tragaría de golpe. Si una persona de gran piedad filial compra el mismo caramelo, ¿Qué uso haría de él?. 
En la utilización del mismo dinero, aparecen diferencias en las personas.

El común de los mortales consagra cada jornada al servicio de la ilusión, es decir, dentro de la confusión. Pasan el día en lugares oscuros. En la parte oscura de la ciudad se ven a menudo pasar jóvenes fantasmagóricas con rostros seductores. Si ellas son seductoras, yo no lo soy; pero un hombre más guapo sería devorado por estas criaturas. Y no encontrará su libertad mas que cuando su bolsa esté vacía. 




De esta forma pasamos nuestros días en un mundo semi-muerto lleno de ilusiones oscuras. Una jornada es dilapidada en vano. Un solo y mismo día, según el uso que se haga de él, puede volverse diversos mundos vivientes, mundos muertos, mundos totalmente negros, mundos en torbellino o mundos en naufragio.


Ahí donde se encuentra el Buda, hay un lugar brillante. Sin embargo, en cualquier parte donde se encuentra un ser ignorante hay un lugar oscuro. Aunque se tenga dinero, se está a oscuras; aunque se sea pobre, se está a oscuras. No se puede ir hacia un lugar luminoso. Aunque se estudie, se está en sombras; se estudia en lo negro. Si no se estudia en absoluto, se ensombrece uno todavía más. Si se come, se come demasiado; y si se bebe vino, se bebe demasiado. Es una sola cosa, pero de esa manera, hay una diferencia. Así, incluso en la utilización de un centavo aparecen diferencias de persona.

Es lo mismo con un objeto o un período de tiempo. Para iluminarse, cualquier momento es bueno... . En la práctica budista no hay ni buen ni mal día. Desde el punto de vista de Buda, cualquier día es un buen día. De ahí el dicho: "Cada día es un buen día." Puede ser un día de gato o un día de elefante, pero no es un mal día. Por el contrario, para los seres ignorantes, incluso el día que obtienen algo es un día de mala suerte. Si un hombre que no tiene nada obtiene algo, pasará todo el día jugando y acabará por derrocharlo totalmente. Pensará: "Bueno, ahora ya tengo para comer; dejemos el trabajo para más tarde."

Durante la guerra ruso-japonesa, un hombre oyó decir que iba a recibir la medalla militar de la Orden del Ciervo Volante de Oro. Entonces pidió prestada una gruesa suma de dinero prometiendo devolverla cuando cobrara su pensión. Pasa el tiempo y dilapida el montante de su pensión y de su indemnización en lugares sombríos. Gastada en lugares brillantes o en lugares sombríos, es siempre la misma pensión. Contando con esta pensión, se endeudó todo lo que pudo. Contando con la medalla militar, pasa las tardes con las geishas. De esta manera su hogar conoció la desgracia y él no pudo reembolsar sus deudas. Hubiera podido utilizar este dinero en un lugar brillante, para la salud de su país, para el dharma o para la sociedad. La diferencia reside entonces en la dirección que se le da a un solo y mismo objeto.

En el capítulo Bussho del Shobogenzo está escrito: "No existe un momento que no sea el bueno, no existe un momento en que la naturaleza de Buda no se manifieste justo ante nuestros ojos".

En verdad, estas pocas palabras bastan para incluirlo todo. Se puede salir de camping y comer carne asada, o bien se puede venir a hacer zazen y comer avena y arroz. Se puede comer una simple sopa de arroz y quejarse; se puede comer una simple sopa de arroz y estar alegre.

Incluso nosotros, monjes, nos quejamos a veces. Algunos decidieron hacerse monje porque no sabían que hacer con su vida. Es lastimoso. Algunos no se atreven ni siquiera a comer un poquito de carne en público. Yo pienso que eso es lamentable, y lo es.

Pero con seguridad, el deber de los hombres no se limita a comer. Más valdría que se consagraran al dharma y que pensaran: "¡Qué feliz destino!, verdaderamente no me merezco este buen karma que hace de mí un monje y me permite buscar el dharma. Muchos son los que no lo pueden hacer porque no son monjes". 

Ante la misma situación, entonces, uno puede lamentarse o alegrarse.

Un poema del Shodoka dice:

La verdadera naturaleza de la ignorancia
es la naturaleza de Buda.
El cuerpo vacío e ilusorio de la ignorancia
es el cuerpo del dharma.



La naturaleza de Buda depende de la persona. 
Desde el punto de vista de Buda no hay diferencias. 
Si Buda obtiene el satori y mira a su alrededor, todo es ignorancia. Si un ser ignorante mira alrededor de sí, todo y cada cosa es ignorancia. No es que una cosa específica llamada ignorancia tenga una existencia distinta. Tal es el principio que subyace en la afirmación: 

"La verdadera naturaleza de la ignorancia es la naturaleza de Buda".







miércoles, 4 de julio de 2012

La mente única de Huang Po


Obaku (Huang Po) siglo IX
Pai-chang (Hyakujo, 720-814) tuvo varios sucesores, pero tal vez el más importante fue Huang-po (Obaku en japonés); éste se habia hecho monje siendo muy joven y un buen día decidió ponerse en camino para ver al gran maestro Baso y solicitar que lo aceptase como discípulo. Sin embargo, al llegar a su templo, se encontró con que Baso había muerto. No obstante, su sucesor, el maestro Hyakujo, lo tomó bajo su dirección y con él estudió muchos años, heredando la auténtica enseñanza Zen, tal y como se transmitía desde Hui-neng.

Un día, Hyakujo preguntó a su discípulo Obaku: "¿Donde has estado?"
Obaku respondió: "Recogiendo hongos al pie del monte".

"¿Has visto a algún tigre?", le dijo su maestro.



Súbitamente, Obaku rugió como un tigre, ante lo que Hyakujo agarró un hacha y se levantó, con ademán de descargarle un golpe. De inmediato, Obaku le dio una sonora bofetada; el maestro Hyakujo rompió a reir a carcajadas. De regreso al templo, dijo a los demas monjes: "Tengan cuidado: al pie del monte hay un tigre y tienen que saber que hoy me ha dado un mordisco". Posteriormente, Hyakujo confirmó a Obaku como su sucesor.



Obaku era un hombre de voz sonora, más de dos metros de estatura y personalidad sencilla y clara. 


Su célebre obra: "Tratado sobre la Mente Única", recoge sus enseñanzas:

Todos los Budas y todos los seres vivientes son la Mente Única; no hay otro Dharma que éste. Esta Mente que carece de principio, no surge con la existencia y no cesa con la existencia. No es ni azul ni amarilla, no tiene forma ni aspecto, no pertenece a las categorías del ser ni del no—ser, no es antigua ni nueva; no es ni larga ni corta, ni grande ni pequeña, pues se halla fuera de toda delimitación o designación, fuera de todo intento para ser percibida o considerada como un objeto.
Es la realidad como tal.




Pero a la menor reflexión, caerás en las elucubraciones. Sin limites e insondable, se la puede comparar con el espacio vacío.

Así pues, esta Mente Única como tal es el Buda y entre el Buda y los seres vivientes no hay diferencia alguna. Sin embargo, los seres andan siempre buscando en el exterior, apegándose a toda clase de características, pero con esta clase de búsqueda lo único que consiguen es llenarse de oscuridad. Prisioneros de sus propias proyecciones, confunden los conceptos sobre el Buda con el Buda real y la mente que busca con la mente real, vagando así durante innumerables eones de forma completamente inútil. No saben que el Buda aparecería naturalmente ante ellos con sólo pacificar los pensamientos y liberarse de la discriminación. De este modo, ha de saberse que esta mente como tal es el Buda y el Buda es la totalidad de los seres vivientes.

Cuando se expresa como ser viviente dicha mente no disminuye, cuando aparece como “Buda” no incrementa en lo más mínimo.

Respecto a las seis perfecciones e infinidad de otras prácticas similares, así como a los méritos tan numerosos como los granos de arena del rio Ganges, ya se hallan reunidas en ti de modo completo, sin que una práctica temporal las haya acumulado con el paso del tiempo. Cuando la ocasión se presente manifiéstalas y cuando no, permanece sereno. Si no tienes una firme fe en que esta mente es el Buda y prefieres practicar apegándote a toda clase de rasgos particulares con la intención de acumular méritos, en ese caso caerás en una visión falsa que te apartará de la Vía.

Esta mente como tal es el Buda y no hay otro Buda ni ninguna otra mente. Esta mente luminosa y sin mancha se asemeja al espacio vacío, pues carece de cualquier característica o apariencia concreta. Pero producir un estado mental particular a causa de la inclinación conceptual de la mente, es apartarse de la esencia de los dharmas y aferrarse a sus características. Sin embargo, desde los tiempos sin comienzo jamás ha existido un “Buda adherido a las características”.

Practicar las seis perfecciones e infinidad de otras prácticas con la intención de convertirse en Buda es seguir un sendero gradual, pero desde los tiempos sin comienzo jamás ha existido un “Buda por etapas”. Es suficiente con despertar a esta Mente Única para reconocer que “ni el más Ínfimo dharma es obtenido”. Este es el Buda real.

El Buda y los seres vivientes no se distinguen de la Mente Única. Esta mente es como el espacio vacío que jamás se confunde ni se degrada. Así, contempla el modo en que el sol ilumina el mundo entero. Al levantarse, su luz se expande sobre la tierra sin que por ello el espacio se vuelva más luminoso, y a su puesta, cuando las tinieblas cubren la tierra, el espacio tampoco se oscurece. Aunque luz y oscuridad parezcan fuerzas antagónicas, contempladas desde su naturaleza, el espacio que las sustenta permanece vacío e inmutable. Tal es lo que ocurre con la mente del Buda y de los seres vivientes.

Hay quienes consideran al Buda como dotado de las características de pureza, luminosidad y liberación, mientras consideran a los seres vivientes con los rasgos particulares de impureza, oscuridad y encadenamiento a la vida—muerte, pero aquellos que secundan dicho planteamiento jamás alcanzarán la Iluminación ni siquiera en innumerables eones, pues aún permanecen aferrados a las características.

Por el contrario, en esta Mente Única no queda el menor dharma que obtener, pues esta mente es el Buda. En la actualidad, los practicantes incapaces de despertarse a ésta mente en su esencia se dedican a la proliferación conceptual, a buscar al Buda en el exterior y a practicar aferrados a las características. Se trata de un proceder erróneo que nada tiene que ver con la Vía de la Iluminación.

Esa Mente que no es otra que Buda no es entendida por los Budistas de hoy en día; y por esa inhabilidad de ver dentro de la Mente como ella es, ellos se imaginan una mente al lado de la Mente misma y buscan a Buda exteriormente en la forma. Esta forma de disciplina es un error, no es el camino de la Iluminación.

Todo estará bien cuando despertemos a la verdad.

Los Budistas de estos días miran hacia el exterior en lugar de interiormente y dentro de sus propias mentes. Ellos se apegan por su propia voluntad a la forma y al mundo, y por eso caen en el error.

El Buda se refiere a las arenas del Ganges en esta forma: "estas arenas son pisadas y caminadas por todos los Budas, Bodhisattvas y otros devas, pero las arenas no están felices por eso; de nuevo ellas son pisadas y caminadas por las vacas, las ovejas, los insectos, y las hormigas, pero las arenas no se irritan; puede que ellas escondan toda clase de tesoros y sustancias perfumadas, pero no las codician para sí mismas; ellas pueden que estén manchadas con toda clase de suciedades y materiales fétidos, pero ellas no sienten hastío. Una actitud mental de esta naturaleza es la del que ha realizado el estado de mushin, es decirestar libre de los apegos mentales.

Cuando una mente es libre de toda forma, ella ve el hecho de que no hay distinción entre los Budas y los seres ordinarios; cuando este estado de mushin es logrado, se completa la vida Budista. Si los Budistas son incapaces de ver en la verdad de
 mushin sin nada que se interponga, todas sus otras disciplinas, por muchas que sean, no los capacitará para obtener la iluminación. Siempre estarán prisioneros de la noción de disciplina y mérito y nunca lograrán la emancipación.

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Cometer maldades o practicar la bondad, ambos son el resultado del apego a la forma. Cuando las maldades son cometidas por estimar el apego a la forma uno tiene que sufrir la trasmigración; cuando la bondad es practicada por estimar el apego a la forma, uno tiene que ir a través de una vida de penalidades. Es mucho mejor por lo tanto ver todo al instante en la esencia del Dharma a medida que la oyes y percibes cuando se expone.

Por Dharma entendemos la Mente, porque no hay Dharma aparte de la Mente. La Mente no es otro que el Dharma, porque no hay Mente aparte del Dharma. Esta Mente en sí misma es no-mente (mushin), y no hay no-mente tampoco. Cuando la no-mente es buscada por una mente, esto la hace un objeto particular de pensamiento. Hay solamente el testimonio del silencio, y va más allá del pensamiento. Por lo tanto se dice que [el Dharma] corta el camino a las palabras y pone final a toda la forma de actividad mental, especialmente el pensar.

Esta Mente es el Origen, el Buda absolutamente puro en su naturaleza, y está presente en cada uno de nosotros. Todos los seres sintientes ya sean viles y degradados no son en este asunto en particular diferentes de los Budas y los Bodhisattvas - ellos son todos de una sustancia. Sólo por sus imaginaciones y discriminaciones falsas, los seres sintientes trabajan su karma y recogen su resultado, mientras que en la esencia misma de su Buda, no hay nada que corresponda a ello; la Esencia está vacía y deja que todo pase a través, está en quietud y descanso, está iluminando, es paz y productora de bienaventuranza.

Cuando interiormente tienes un profundo discernimiento acerca de esto, de inmediato te das cuenta que todo lo que requieres está ahí en perfección y en abundancia y no necesitas nada.


El entendimiento o la realización no te ha añadido nada sobre esta verdad. Cuando miras hacia atrás y evalúas todas las disciplinas que has pasado, encontrarás que ellas han sido otras de las muchas cosas inútiles que has hecho en un sueño. Por lo tanto, el Buda ha dicho que él no ha obtenido nada cuando se iluminó.

Esta Mente pura, el Origen de todas las cosas, es siempre perfecta, iluminadora y penetrante. Las personas son ignorantes de esto y toman lo que ven, oyen, piensan y conocen, por la Mente misma; y su discernimiento es entonces velado e incapaz de penetrar en la sustancia misma, que es clara e iluminadora.

Cuando entiendas o realices mushin intuitivamente, la sustancia misma te será revelada. Es como el sol revelándose a sí mismo en el cielo, su iluminación penetra las diez direcciones y no hay nada que interfiera con su travesía.

Por esta razón, cuando los seguidores del Zen fracasan en ir más allá de sus sentidos y pensamientos, todos sus acciones y movimientos no tienen significado alguno.

No construyas tus puntos de vista sobre tus sentidos y pensamientos, no lleves a cabo tu entendimiento basado en tus sentidos y pensamientos; pero al mismo tiempo no busques la Mente fuera de tus sentidos y pensamientos, no agarres el Dharma a través de rehusar tus sentidos y pensamientos. Cuando ni estas apegado ni desapegado de ellos, cuando no habitas ni te agarras a ellos, entonces disfrutas de tu perfecta libertad sin obstrucción, así tienes tu asiento en la iluminación.

Cuando las personas aprenden que lo que es trasmitido de un Buda a otro es la Mente misma, ellos se imaginan que hay un objeto en particular conocido como mente la cual intentan agarrar o entender o realizar; pero esto es buscar algo fuera de la Mente misma, o crear algo que no existe. En realidad, sólo existe la Mente. No puedes perseguirla erigiendo otra mente; por mucho tiempo que la hayas buscado, a través de cientos de miles de kalpas, no llegará nunca el tiempo que puedas decir que la tienes. Sólo cuando tengas el despertar inmediato al estado de mushin tendrás tu propia Mente.

El fracaso de los seguidores del Zen en reconocer al Buda es debido a su reconocimiento incorrecto de dónde está su propia Mente. Ellos la buscan exteriormente, preparan toda clase de ejercicios que esperan dominar gradualmente, y trabajan diligentemente a través del tiempo. Sin embargo fracasan en alcanzar la iluminación. Ningún trabajo se puede comparar con el despertar inmediato al mismo estado de mushin.

Cuando llegas al entendimiento más determinado al efecto de que todas las cosas en su naturaleza no tienen posesiones, ni apegos, ni dependencias, ni habitación, ni condiciones mutuas, llegarás a ser libre de albergar imaginaciones, lo cual es la realización de Bodhi (iluminación). Cuando realizas la iluminación, tu propia Mente, que es el Buda, es realizada. Entonces se encuentra que todas las acciones de todos los tiempos y edades no han sido nada más que esfuerzos inútiles.

Por esta razón el Buda dijo: "En realidad no logré nada con la completa e insuperable Iluminación".


Mente ordinaria, mente iluminada


Cierta vez alguien le pregunto al maestro Obaku:

¿El Buda es la mente ordinaria o la mente Iluminada?

Respuesta.: ¿Dónde, en este mundo, guardas tu “mente ordinaria” y tu “mente Iluminada”?

P.: En la enseñanza tradicional se declara que ambas existen. ¿Por qué lo niega maestro?

R.: En la enseñanza tradicional se explica claramente que la mente ordinaria y la mente Iluminada no son más que ilusiones. Usted no ha comprendido. Este apego a la idea de que las cosas existen es confundir la vacuidad con la verdad. ¿Cómo es posible que tales concepciones no sean ilusorias?

Siendo ilusorias, ocultan la Mente Única. Si tan sólo pudieras liberarte de los conceptos de “ordinario” e “Iluminado”, encontrarás que no hay otro Buda que el Buda de tu Mente. Cuando Bodhidharma vino del oeste, indicó que la sustancia de la que todos los hombres están formados es el Buda. Todavía continuas sin comprender; te aferras a conceptos tales como “ordinario” e “Iluminado”, dirigiendo tus pensamientos al exterior, ¿Adónde vas de un lado a otro, galopando como un caballo? ¡Todo esto equivale a nublar tu propia mente! Por eso es que te digo que la Mente es el Buda. Tan pronto como el pensamiento o la sensación aparecen, caes en el dualismo. El tiempo sin principio y el momento presente son uno y lo mismo. No hay esto y no hay aquello. Comprender esta verdad es lo que se llama completa Iluminación. 

P: ¿Entonces maestro, en que doctrina basa su enseñanza?

R.: ¿Para qué buscar una doctrina?! Tan pronto como tengas una doctrina caerás en pensamientos dualistas.

Maestro Deshimaru