Extraído del libro del Maestro Kodo Sawaki: "El Zen es la mayor patraña de todos los tiempos"
Parte 8
Incluso el que alguien vierta un cubo de brea sobre tu cabeza podría serte útil, siempre que lo observes desde una perspectiva completamente diferente de la habitual.
¿Qué sientes cuando ves el rostro enfadado de tu adversario? ¿Qué sientes cuando oyes cómo te insultan? ¿Eres capaz de transformar el veneno en medicina y sacar fuerzas de ello?
La pregunta es cómo te comportas en la vida y la respuesta a esa pregunta ha de ser tu religión. Si alguien difunde falsos rumores sobre ti, te enfureces y quieres hacérselo pagar caro. Es normal, pero de este modo demuestras cuán inmaduro eres. Mejor es recibir estos falsos rumores como un aviso del cielo. “¡Sawaki ha aceptado sobornos!”: si no pongo cuidado, podría sucederme. “¡Sawaki ha tenido relaciones con esta y esta otra muchacha!”: cuando oigo tal cosa, me doy cuenta de que verdaderamente eso sería posible. Si acojo esos rumores como un aviso, se convertirán para mí en una valiosa señal.
Por cruel que la vida pueda ser conmigo, los golpes del destino no hacen sino ayudarme en el camino hacia la liberación. Quienes aparecen ante mí como enemigos impiden que me distraiga. Quienes me atormentan como demonios evitan que me duerma en los laureles.
Crees que la vida es una lucha en la que hay que devorar o ser devorado. Pero cuando te des cuenta de que estás indisolublemente ligado a todas las cosas que hay a tu alrededor, entenderás también que incluso tus enemigos en la lucha por la supervivencia no hacen sino ayudarte a crecer y madurar.
Si tratas de obtener dulce néctar de un caqui ácido, no lo conseguirás
Sólo podrás saborear el auténtico dulzor del caqui si esperas a que madure por sí solo y la acidez se transforme en azúcar, pues no hay dulzor aparte de la acidez. Del mismo modo sucede con el Dharma del Buda que lo abarca infinitamente todo.
Está bien que sufras alguna desventura, pues en ese momento vuelves de repente a ver con claridad ante ti. No es conveniente que siempre te vaya bien: se te empezará a poner una cara como la del gato que se apoltrona amodorrado al sol.
Me gustaría que durante el resto de mi vida me acompañara un anja (monje que asiste al Roshi). Pues a la vista de mi anja no me será posible rendirme y dormirme en los laureles. Esto sólo ya es práctica. Y tanto más si no sólo estoy a la vista de mi anja, sino rodeado de enemigos aguardando a verme flaquear: de esa manera, estaré tan concentrado desde la mañana hasta la noche que todo lo que haga se convertirá en práctica. Tener una vida como ésta, en la que en ningún momento puedo ocultarme entre bastidores, es para mí una auténtica fortuna.
¿Cuál es el mayor secreto que rodea a la enseñanza budista?: ¡El arte de convertirse en un loco feliz! Esto significa encontrar la liberación en ti mismo, en tu forma de ver las cosas. De ninguna manera podría ser más feliz de lo que soy.
Desde que me levanto hasta que me acuesto estoy agradecido por todo lo que me sucede
En el zen se dice: “Cada día es un buen día”. Ahora la pregunta es: ¿qué has de hacer para que cada día sea de verdad un buen día? ¿Qué has de poseer para poder disfrutar verdaderamente de todos y cada uno de los días? ¡Absolutamente nada! No has de hacer o poseer absolutamente nada para ser feliz. Constantemente te dejas embaucar por la idea de que has de hacer tal cosa o de que quieres tener aquella otra. Cuando al fin te des cuenta de que esa idea es una quimera, cada día será verdaderamente un buen día, y cualquier año será un buen año.
La luz de la sabiduría alumbra en todas las direcciones: ¡olvida todo lo demás, abandónalo todo! En nuestra vida diaria se nos pone continuamente a prueba: nos preocupamos de esto y aquello o creemos estar en serios apuros. Pero en realidad nos preocupamos sólo de nuestro propio destino personal; cuando nos liberamos de esa idea, todos los problemas se disuelven. Unas veces te va bien, otras mal, ¿pero merece realmente la pena dejar que el humor cambiante de cada momento te traiga loco?
Cuando de una vez te olvides de ello, comprobarás que en realidad todo eso da exactamente igual.
Para tener una vida feliz, has de morir
Un auténtico budista no se deja embaucar por nada ni nadie.
Son sólo tus propios problemas personales los que te preocupan.
Es sólo tu propia felicidad individual lo que te ilusiona.
De niño nunca quería perder, pero ahora, con más de ochenta años, ya no me importa.
Si prescindes de todo lo que se refiere únicamente a ti personal e individualmente, siempre tendrás paz. Ya no te importarán tus pesares y tu felicidad no hará que te pases de la raya. Mantendrás la calma en cualquier situación. Tu ego no aparecerá ya en primer plano.
Eso es la auténtica satisfacción.
Conseguirás poner fin a las quimeras cuando te olvides de ti mismo.
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