miércoles, 6 de abril de 2011

El Buda Sawaki vs. el ser humano Sawaki



Extraído del libro del Maestro Kodo Sawaki: "El Zen es la mayor patraña de todos los tiempos"

Parte 7


La gente dice que el ser humano Sawaki no tiene apetitos mundanos. ¡Nada de eso! Lo que sucede es que me domino. Si me dejara llevar por mis apetitos deshonraría el Dharma del Buda. Por eso no lo hago. Eso es todo. Pero precisamente porque tengo muchos apetitos, comprendo también los apetitos de los demás. Si no los comprendiera sería un idiota y no quiero vivir como un idiota.


Si contemplo las inflexiones de mis apetitos, observo puntas, ángulos y aristas. Sigo la Vía del Buda llevando conmigo estos ángulos y aristas de mis apetitos. Porque si las aristas de tus apetitos se vuelven romas, también lo bueno que hay en ti se erosionará y te quedarás sin brío.


La fuerza para mantenernos bajo control la recibimos de la magnitud de nuestros apetitos


Es importante el punto en el que esta vida llena de apetitos se encuentra con la Vía del Buda.

El ser humano Sawaki es conducido por la Vía del Buda. Por eso el ser humano Sawaki no puede hacer siempre lo que le viene en gana. Esto significa creer en la Vía. Cuando me observo a mí mismo, el ser humano Sawaki no puede manejarme a su antojo.


A nadie le gusta de verdad el Dharma de los Budas y Patriarcas, sino más bien el dharma del vino y las mujeres. También yo preferiría dejarme llevar y hacer lo que me viniera en gana, pero zazen no me da opción: me lleva hacia delante. Todo se encarga de que no me extravíe.

Aun cuando trates de permanecer inmóvil, nunca hallarás auténtico reposo; este es tu destino como persona humana. Es una debilidad humana y no se puede hacer nada para cambiarlo.


De lo que se trata en la Vía del Buda es de domar esta obstinada fiera humana. Pero no hay que destruirla. Un caballo salvaje tiene su valor como caballo si lo domas de manera que en cualquier parte puedas dejarlo correr libremente. Si por el contrario el caballo está medio muerto, no podrás hacer nada con él. Lo mismo sucede con las personas: no se trata de renunciar a nuestra condición humana, sino de adiestrarla.


Una persona correctamente adiestrada es un Buda


Cada célula de nuestro cuerpo es la materia prima de los apetitos


La cuestión es: ¿para qué utilizas esas células? Este cuerpo representa un lastre para toda la vida, pero eso no significa que podamos arreglárnoslas sin él. Sin este cuerpo no podríamos hacer zazen. El truco consiste en tirar de él y llevarlo por la mejor dirección posible. De esta manera podemos convertir los apetitos en sabiduría y transformar este gravoso cuerpo en algo valioso. Nunca nos liberaremos de nuestros apetitos, pero dependiendo de cómo nos manejemos con ellos dejarán de suponer un lastre para nosotros.


Poseer fuerza mística significa saber tratar con uno mismo.

Buda y yo jugamos al tira y afloja. ¿Quién es más fuerte? ¿Conseguiré arrastrar a Buda hacia mí y merendármelo? Al menos así lo desea el ser humano Sawaki, que siempre quiere sacar pecho y quedar por delante de los demás.

¿Buscas la verdad? ¿Quién eres entonces tú en realidad? ¿No eres un simple hombre de la calle? ¿Qué hay entonces de tu gran búsqueda? ¿Tratas de vivir como si en tu condición de persona corriente hubiera algo muy especial?


El Dharma del Buda no consiste en hacer esfuerzos sobrehumanos


El Dharma del Buda comienza allí donde nosotros, personas corrientes, dejamos de luchar contra nosotros mismos. No entendemos zazen porque lo contemplamos con nuestros ojos de personas corrientes.


¿Qué sabemos realmente de la vida? ¡Absolutamente nada! ¿Cuál es el objetivo de nuestra vida? ¡Ninguno! No sabemos absolutamente nada y, pese a todo, tenemos que comer cada día. “Vivo mi vida por la gracia de Dios” decía Nishida Tenko. En tal caso, quizá no tengamos que hacer tanto teatro en torno a nosotros mismos. Cuando dejes de hacer ese teatro en torno a ti mismo verás que todo es muy sencillo.


Eso que tomas por “ti mismo” no eres tú en realidad. ¡No te dejes engañar!


La Vía del Buda no conduce al paraíso. Consiste sencillamente en no extraviarse con quimeras y en no volverse loco.


Practicar la Vía significa simplemente descongestionar la cabeza.


Se trata de amasar a fondo los conceptos rígidos e ideas persistentes que tenemos en la cabeza. Sólo cuando no nos aferremos a absolutamente ninguna cosa tendremos una “mente suave y dócil”.


Cuando me altero hago gasshô. Gasshô reduce la congestión y la inquietud desaparece. Cuando te sientes en la posición de loto completo, sentirás calor en tus caderas, mientras que tu cabeza se descongestionará. En zazen se trata de reducir esa congestión de la cabeza.


Envueltos en el kesa, no podemos perdernos en nuestros apetitos ni aún cuando lo intentemos.


El kesa nos protege de los apetitos


Nos hace cruzar el mar de la vida y la muerte. También tenemos que agradecer al kesa que dispongamos de comida suficiente para hacer zazen.


Cuando vives en un templo zen, el taiko (tambor) suena a las tres de la mañana indicando que es hora de levantarse. De esta manera desaparece por sí solo tu deseo de seguir durmiendo. Un deseo que se disuelve en la nada. Un paso hacia el nirvana.


En el budismo, la conexión entre la persona que cae en el infierno y el Buda que la libera de ese infierno se produce mediante la confesión. Cuando la confesión es verdadera, también lo es la budeidad.

En este punto, la ilusión se mezcla con el satori y se pone de manifiesto la profundidad de la fe.


Vivir toda tu vida guiado por Buda y por el Dharma significa que tu espíritu ya es Buda.


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