Lo único de valor para un ser humano es
el camino del conocimiento.
Y esto es porque en esencia somos
conciencia y la conciencia es conocimiento, experiencia, memoria y realización.
Podemos ser conscientes de esto, de nuestra verdadera naturaleza. Este es el
don que nos fue otorgado.
El conocimiento es información, la
información es energía y la energía es materia.
El conocimiento es poder.
Tu poder personal depende de la cantidad de energía e información
que posees
¿Qué sentido tiene conocer cosas inútiles?
Eso no desarrolla tu poder ni expande tu
conciencia, ni tampoco te prepara para el inevitable encuentro con lo
desconocido.
El conocimiento no es un regalo. Lo que ha
de aprenderse debe aprenderse arduamente.
Pero que a veces sea difícil no significa
que no deba hacerse.
Que algo sea fácil no implica que sea
verdadero.
La disciplina y la motivación, son fundamentales y debes cultivarlas y protegerlas de tus malos hábitos.
Gastamos nuestro tiempo limitado y nuestras
energías ocupándonos de nuestra persona y de la vida ordinaria a la cual esta
sujeta.
Ocuparse demasiado de uno mismo produce un
cansancio enorme. Un ser humano en esa posición está ciego y sordo a todo lo
demás. La fatiga misma le impide ver las maravillas que lo rodean y su falta de
energía no le permite llegar a la profundidad de su ser.
La idea que tenemos del mundo y de nosotros
mismos es debida a nuestra educación y somos educados como los caballos con
orejeras, solo percibimos lo que nos enseñaron a ver.
Pero el conocimiento no es algo abstracto
ni algo ajeno a tu ser.
Una enseñanza Zen dice: "conocerse a
si mismo es olvidarse de si mismo, al olvidarse de si mismo uno puede estar en
unidad con el cosmos entero".
Olvidarse de si mismo significa trascender
la mente ordinaria apegada a los objetos, a las personas y a las situaciones. Es
la pequeña mente, que llamamos “ego” o “yo mismo” a la cual estamos habituados
y conectados todo el día. Esta mente reactiva es altamente adictiva y genera
abstinencia con mucha facilidad, lo que crea confusión y contradicciones.
Cada vez que te propongas aprender debes
esforzarte como el que más, y los limites de tu aprendizaje estarán
determinados por tu propia naturaleza y la determinación de tu búsqueda. Por
eso, no tiene sentido hablar del conocimiento como si fuera algo separado, o
algo que existe por si mismo.
El miedo al conocimiento es natural; todos
lo experimentamos, y no podemos hacer nada al respecto. Porque el conocimiento
es luz y nuestra mente ordinaria está demasiado acostumbrada a funcionar en la
oscuridad, por eso andamos a tientas, inseguros y sin confianza, y nos hace
dependientes de “bastones” y “ayuda exterior”.
Pero por temible que sea el aprendizaje, es
más terrible la idea de una persona sin conocimiento.
El único pecado es la ignorancia
Hablamos de camino, pero tampoco se trata
de un camino fijo, trazado de antemano por otro, como una vía o una autopista.
Un camino de conocimiento no tiene forma
fija. Es como la vida, de manera que cualquier cosa es un camino entre un
millón de caminos. Por eso debes tener presente que un camino es sólo un
camino; es lo que te permite avanzar, transitar, experimentar y si sientes que
no deberías seguirlo, no debes permanecer en él bajo ninguna circunstancia,
pero tu decisión de mantenerte en ese camino o de abandonarlo debe estar libre
de miedo o ambición.
Debes observar cada camino de cerca y de
manera deliberada. Y hay una pregunta fundamental que debes hacerte: ¿Tiene
corazón este camino?
Todos los caminos son lo mismo: no llevan a
ninguna parte porque tampoco vienen de ninguna parte.
Sin embargo, un camino sin corazón nunca es
agradable y si no hay agrado no hay aprendizaje.
La memoria depende de la energía del corazón
Sin emoción no hay aprendizaje
Un camino con corazón resulta sencillo y no
te costará esfuerzo tomarle gusto; el viaje se te hará más fácil y gozoso y
mientras lo sigas, serás uno con él.
Existe un mundo de felicidad donde no hay
diferencia entre los seres y las cosas porque en él no hay nadie que pregunte
por las diferencias.
Sin embargo ése no es el mundo actual del
ser humano. Algunos tienen la arrogancia de creer que pueden vivir en dos
mundos, pero eso es pura ilusión.
Hay un único mundo para nosotros. Somos
seres humanos, y debemos transitar con alegría el mundo de los seres humanos.
Los límites y la apariencia de ese mundo lo determina tu nivel de
conciencia
Lo importante es no confundirse, puedes
hacer tu camino en esta vida con tu ser ordinario o con tu ser luminoso.
La diferencia está en el conocimiento
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