Keizan Jokin (1268 – 1325)
El Maestro Keizan fue el tercer sucesor del Maestro Dogen después de Koun Ejo y de Tettsu Gikai (1219 – 1309).
Gracias a Keizan el verdadero Zen transmitido por Dogen se extendió por todo Japón. Allí fundó numerosos templos, el más importante de ellos, Soji-ji, sigue siendo hoy, con Eihei-ji, uno de los principales templos del Zen soto. Keizan hizo realidad el despertar al oír los comentarios de Gikai sobre el koan de Joshu: “La Vía es el espíritu cotidiano”.
Su nombre se recita en el gran Eko por las mañanas (keizan jokin daiosho..) junto con el de los grandes maestros de la transmisión.
Escribió el Denkoroku, “La historia de la transmisión del despertar desde el Buda Shakyamuni” y el Zazen Yoyinki, “Recomendaciones para la práctica de zazen”.
Zazen Yoyinki
Selección de los puntos a observar durante zazen
Parte 1
Zazen permite simplemente que la gente despierte su espíritu y que permanezca a gusto con sus facultades originales. Es lo que se llama mostrar el rostro original y revelar la naturaleza fundamental.
El cuerpo y el espíritu caen, se desapegan, poco importa que estemos sentados o acostados. Así, ya no pensamos ni en el bien ni en el mal y podemos trascender lo ordinario y lo sagrado, ir más allá de cualquier concepto de ilusión y de iluminación, y franquear totalmente las fronteras de los seres sensibles y de los budas…Ahí descansamos de los miles de preocupaciones y dejamos todas las relaciones, sin hacer nada, los seis sentidos en reposo.
¿Qué es? Nunca hemos conocido su nombre. No podemos considerarlo ni como un cuerpo, ni como un espíritu. Queremos reflexionar sobre él y las reflexiones se paran, queremos hablar de él y las palabras se agotan.
Como un idiota, como una roca, una alta montaña de la que no se puede descubrir la cima, un profundo océano del que no podemos percibir el fondo; miramos sin considerar las relaciones y, más allá de las nubes, los ojos se vuelven brillantes.
Entendemos sin pensar y el principio de la enseñanza silenciosa se vuelve claro. A través del olvido del cielo y de la tierra, el cuerpo entero aparece solo. Como un gran hombre sin medida que ha entrado en la gran extinción: no existe una sombra que vele sus ojos, ni polvo que cubra sus pies. ¿Dónde habría polvo? ¿Qué podría obstruir? Inicialmente, el agua pura no tiene ni exterior ni interior. Finalmente, el espacio vacío no tiene ni dentro ni fuera. Claro y límpido este brillo natural es eficiente. Las formas y la vacuidad no están todavía separadas, ¿en qué se asentarían el conocimiento y su objeto?
Desde siempre ha estado con nosotros. Sin nombre, esto ha atravesado los kalpas. Provisionalmente, el gran maestro, el tercer patriarca (Sosan) lo ha llamado: “espíritu”. Por convención, el venerable Nâgârjuna lo ha llamado: “cuerpo”. Él ha manifestado la forma de la naturaleza de Buda y ha manifestado la apariencia de todos los budas. Esta forma de la luna llena no tenía nada que le faltara y nada de superfluo. Este espíritu es precisamente buda. La luz radiante de uno mismo se ha levantado en el pasado y brilla ahora. Así Nâgârjuna ha podido transformarse y realizar la concentración de todos los budas.
Originalmente, el espíritu no tiene dos formas, aunque el cuerpo sea diferente en sus apariencias. De este modo, no hablamos de un espíritu solo, de un cuerpo solo, de igualdad o de diferencia. Animándose el espíritu se convierte en forma; al aparecer cuerpo, las formas son distinguidas. Apenas una ola se ha movido, todas las olas la acompañan, en cuanto la conciencia se agita, todos los fenómenos la invaden.
Lo que llamamos los cuatro elementos y los cinco agregados acaban por combinarse; los cuatro miembros y las cinco facultades se manifiestan rápidamente, así como las treinta y seis sustancias y las doce condiciones causales. Las creaciones se transforman sin parar, sus idas y venidas nunca se detienen. Todo eso existe sólo por la combinación de una multitud de fenómenos.
Así, el espíritu es como el agua del mar, el cuerpo como las olas que producen el oleaje. Como no hay una punta de ola fuera del agua del mar, no hay una gota de agua fuera de las olas que crean el oleaje. El mar y la ola no están separados, el movimiento y el reposo no son distintos. Es por eso que hablamos del hombre verdadero que va y viene, vive y muere, o de los cuatros elementos y de los cinco agregados, que son el cuerpo imperecedero.
Quien hace zazen penetra verdaderamente el océano de la naturaleza de Buda y así manifiesta la forma de todos los budas. El espíritu maravilloso, puro y claro del ser original es revelado súbitamente, y un rayo de luz radiante, original irradia por fin. El agua del mar no conoce absolutamente ningún incremento o disminución, las olas que producen el oleaje tampoco se retiran. Es así que todos los budas han aparecido en este mundo considerando sólo un gran asunto, permitiendo exactamente revelar a los seres, indicar, hacer comprender y penetrar la sabiduría y la visión de los budas. Por esto tienen un método maravilloso sin movimiento, tranquilo y en paz que se llama zazen.
Es la concentración de la felicidad para uno mismo de todos los budas - Jijuyu Zanmai. Se le llama también “el rey del Samadhi”.
Si aunque sea incluso un sólo momento, permanecemos en esta concentración, vemos entonces aclararse directamente la tierra del espíritu. Conocerla es, en verdad, la entrada principal en la vía del Buda.
Los que quieren aclarar esta tierra del espíritu, que abandonen los conocimientos y las comprensiones de todo tipo, que rechacen la ley mundana como la ley búdica y que paren todos sus deseos ilusorios.
Cuando el verdadero espíritu de la única realidad (o única verdad) se manifiesta, las nubes de la ilusión se disipan y la luna del espíritu está de nuevo luminosa. El Buda dijo: “Escuchar y reflexionar son como quedarse en la puerta. Zazen, es justamente volver a casa y sentarse tranquilamente”. ¡ Qué cierto es!
Mientras se escucha y se reflexiona los puntos de vista todavía no están detenidos, y la tierra del espíritu está como helada. Y por eso, es como quedarse a las puertas. Pero en este zazen, todo está en descanso y no hay ningún lugar donde no penetremos. Es por esto, que es como volver a casa, sentarse tranquilamente. Las pasiones de los cinco velos se levantan todas de la ignorancia. La ignorancia es no entenderse a uno mismo, zazen es comprenderse a uno mismo.
Incluso si hemos zanjado los cinco velos y no hemos zanjado la ignorancia, no somos ni un buda ni un patriarca. Si queremos atravesar la ignorancia, la práctica de la vía a través de zazen es, sin lugar a dudas, el secreto.
Un antiguo dijo: “Cuando se suprime la equivocación, la paz aparece. Cuando la paz aparece, la sabiduría se manifiesta. Cuando la sabiduría se manifiesta, la realidad es descubierta”.
Si queremos acabar con este espíritu erróneo, debemos abandonar los pensamientos del bien y del mal, abandonar todas las relaciones y las preocupaciones, el espíritu sin pensamientos y el cuerpo sin acción. Este es el primer punto a observar. Cuando las relaciones erróneas se agotan, el espíritu erróneo acaba por desaparecer. Y si el espíritu erróneo desaparece, la esencia inmutable que está siempre entendida claramente, aparece. No es un modelo de tranquilidad ni un modelo de actividad.
Deben evitar practicar las artes y las ciencias, tanto las de medicina como las de adivinación. No hay que dejarse cautivar por los cantos y los bailes que hacen las cortesanas, ni por las disputas y las tonterías, ni por el honor y el provecho. Incluso si los poemas elegantes y las declamaciones pueden permitir purificar el espíritu, no sean propensos a componerlos. Rechacen las palabras y los escritos y pincel y tintero, es el ejemplo más alto de los practicantes de la Vía.
No deben llevar bonitos vestidos ni vestidos sucios. Los vestidos bonitos suscitan la codicia y también el miedo a los ladrones, entonces es una traba para los practicantes de la Vía. Aunque sea en ocasiones señaladas o durante una ofrenda, rechazarlos ha sido siempre un maravilloso ejemplo de los tiempos antiguos. Es un punto esencial para regular el espíritu. Incluso si los han tenido siempre no tienen que preocuparse por ellos. E incluso si ladrones los roban, no los persigan ni lamenten su pérdida. Los vestidos sucios o usados deben ser lavados y remendados. Una vez limpios, pueden ser llevados. Al no limpiar la suciedad, el cuerpo se descuida y aparecen trastornos, lo que puede también ser causa de obstáculos en la Vía.
Aunque no tengamos que mimar nuestros cuerpos ni nuestras vidas, si el vestido, la comida y el sueño no son suficientes, constituye lo que llamamos las tres insuficiencias. Todas son causa de debilidad.
Los alimentos crudos, duros o estropeados, así como la comida impura no deben ser consumidos. Si suena el estómago, si el vientre está molesto y con fiebre, si hay trastornos en el cuerpo y el espíritu, tendrán dificultades en zazen.
No disfruten de comida fina. No solamente tendrán dificultades en el cuerpo y en el espíritu sino que también crearán pensamientos de deseos. La comida debe servir sólo para mantener la energía. No se relaman con el gustito. Sentarse en zazen después de haber comido es también causa de aparición de trastornos. No se sienten directamente después de las comidas ni de las cenas. Después de haber esperado un momento, pueden sentarse.
En general, los monjes mendigantes evidentemente deben moderar su alimentación. Eso significa limitar las porciones. De cada tres porciones, debemos tomar dos y dejar una. Todas las plantas medicinales ordinarias, así como el sésamo y los tubérculos (papas) pueden tomarse siempre. Es el método fundamental para equilibrar el cuerpo. Habitualmente durante zazen no se apoyen contra la pared o la silla de meditación o el tabique. No se sienten donde el viento es fuerte ni en los lugares elevados. Todo eso es causa de aparición de trastornos.
Durante zazen, a veces el cuerpo puede parecer caliente, a veces frío, a veces puede parecer nudoso, a veces liso, a veces puede parecer firme y otras veces blando, a veces puede parecer pesado y otras veces ligero, a veces puede parecer que tiembla.
Todo eso proviene del hecho que la respiración no está bien regulada.
Evidentemente debemos regularla. Para hacerlo abrimos la boca un momento, si la respiración es larga, la dejamos larga, si es corta, la dejamos corta. Poco a poco, se armoniza (con zazen) y cuando la normalidad aparece de nuevo, está acorde automáticamente. Luego podemos espirar e inspirar por la nariz.
A veces la mente puede parecer que se hunde, a veces puede parecer que flota, a veces puede parecer espesa, otras veces aguda, a veces ve más allá de la habitación, a veces ve a través del cuerpo, a veces percibe las formas de los budas, a veces entreve bodhisattvas, a veces genera conocimientos y visiones y a veces penetra las escrituras y sus comentarios. Tales extrañezas y otras maravillas son los trastornos de la desarmonía entre la atención y la respiración.
Cuando se producen tales trastornos, debemos sentarnos con la mente depositada entre los dos pies. Cuando la mente se aletarga, la depositamos entre las cejas. Cuando la mente se dispersa, la depositamos en la punta de la nariz o en el kikai-tandem.
Habitualmente, cuando nos sentamos debemos depositar la mente en la mano izquierda. Cuando nos sentamos mucho tiempo, incluso sin depositarla en ningún lugar, de forma natural, la mente no se dispersa. Por lo que se refiere a las antiguas enseñanzas, aunque que sean las enseñanzas de nuestra casa, que aclaran el espíritu, no conozcan, ni copien ni escuchen demasiadas instrucciones. Demasiadas instrucciones provocan sólo la confusión de la mente. En general lo que agota el cuerpo y la mente provoca únicamente confusión.
No se sienten cerca de los lugares propicios a los incendios, a las inundaciones, a las tormentas, a los pícaros o cerca del mar, tampoco cerca de los bares, de los puti-clubs, de los lugares donde están las viudas, las vírgenes o las prostitutas. No se acerquen ni permanezcan cerca de los príncipes, de los ministros o de los poderosos, tampoco cerca de la gente codiciosa o de quienes les gusta la fama ni cerca de las casas de dinero.
Aunque las grandes acciones budistas y la construcción de los grandes edificios pertenezcan a los más notables, éstas no deben ser cultivadas por los que se dedican exclusivamente a zazen.
No busquen convertir a la gente o enseñar el Dharma, la mente dispersa y el pensamiento confuso aparecerían entonces. No se alegren si viene mucha gente y no estén ávidos de discípulos. No practiquen y no estudien demasiadas cosas. No se sienten en los lugares extremadamente luminosos, extremadamente oscuros, extremadamente fríos o extremadamente calientes, ni cerca de los vagos y las actrices.
Permanezcan más bien en los monasterios, aquí donde están los amigos de bien, en las montañas profundas y en los valles escondidos. Cerca de los ríos esmeralda y en las montañas verdes están los lugares para hacer kin-hin. Cerca de los torrentes y debajo de los árboles están los sitios donde clarificar el espíritu. No olviden contemplar la impermanencía, eso aguijonea la mente en la búsqueda de la Vía.
continúa...