Sekito Kisen (Shitou Xiqian) 700-790
Es el 8º patriarca de la transmisión zen (ch´an) en China. Fue discípulo de Seigen Gyoshi (Qingyuan Xingsi), el cual era a su vez discípulo del 6º Patriarca Eno (Huineng), de hecho, llegó a conocerlo cuando era muy joven.
Fue contemporáneo del gran maestro Baso, que era discípulo de Nangaku, (el otro sucesor de Eno).
Fue contemporáneo del gran maestro Baso, que era discípulo de Nangaku, (el otro sucesor de Eno).
Sekito es el autor del San do kai (La esencia y los fenómenos se interpenetran), pero también compuso un poema muy famoso: “Canto de la choza con techo de paja”, que refleja el aspecto solitario de la práctica de zazen.
Se caracterizó por su inteligencia y serenidad.
Se dice que murió en la postura de zazen. Su cuerpo momificado aún se conserva.
El canto de la choza con techo de paja
He construido una choza de paja en la que no hay nada de valor.
Después de comer me relajo y me echo un sueñito.
Cuando la choza quedó terminada, aparecieron las malas hierbas.
Ahora se han instalado y lo cubren todo.
El hombre vive apaciblemente en la ermita,
Sin trabas ni interiores ni exteriores.
No quiere vivir donde vive la gente vulgar
No le gusta lo que le gusta a la gente vulgar.
A pesar de que la choza sea pequeña, contiene todo el universo.
En diez pies cuadrados un viejo ilumina las formas y su esencia.
Un bodhisattva del Gran Vehiculo tiene fe absoluta.
Los hombres vulgares no pueden dejar de dudar:
¿Esta choza perecerá o no?
Perecedera o no, el maestro original está presente
Y no reside ni en el norte ni en el sur ni en el este ni en el oeste.
Enraizado en la perseverancia, esto no puede superarse.
Un ventana brillando sobre los pinos verdes no puede compararse
Ni a los palacios de jade ni a las torres de plata dorada.
Permanecer sentado con la cabeza cubierta, todo permanece en reposo.
Ahí, este monje de las montañas no comprende nada de nada.
Vive allí donde está y ya no hace esfuerzos para liberarse.
Después de comer me relajo y me echo un sueñito.
Cuando la choza quedó terminada, aparecieron las malas hierbas.
Ahora se han instalado y lo cubren todo.
El hombre vive apaciblemente en la ermita,
Sin trabas ni interiores ni exteriores.
No quiere vivir donde vive la gente vulgar
No le gusta lo que le gusta a la gente vulgar.
A pesar de que la choza sea pequeña, contiene todo el universo.
En diez pies cuadrados un viejo ilumina las formas y su esencia.
Un bodhisattva del Gran Vehiculo tiene fe absoluta.
Los hombres vulgares no pueden dejar de dudar:
¿Esta choza perecerá o no?
Perecedera o no, el maestro original está presente
Y no reside ni en el norte ni en el sur ni en el este ni en el oeste.
Enraizado en la perseverancia, esto no puede superarse.
Un ventana brillando sobre los pinos verdes no puede compararse
Ni a los palacios de jade ni a las torres de plata dorada.
Permanecer sentado con la cabeza cubierta, todo permanece en reposo.
Ahí, este monje de las montañas no comprende nada de nada.
Vive allí donde está y ya no hace esfuerzos para liberarse.
¿Quién podría con orgullo disponer de puestos para seducir a discípulos?
Dirijan vuestra luz hacia el interior y den media vuelta.
No se puede ni afrontar ni evitar la fuente infinita e inconcebible.
Vayan a ver a los viejos maestros y sean íntimos con su enseñanza.
Trencen las hierbas para construir una choza y no renuncien nunca.
Dejen pasar los siglos y relájense completamente.
Abran las manos y anden inocentemente.
Los miles de mundos y la infinitud de los conceptos existen
Solo para liberarlos de vuestras trabas.
Si quieren conocer lo inmortal bajo la choza,
Aquí y ahora no escapen de este saco de huesos.