martes, 24 de mayo de 2011

Zazen yoyinki


"Recomendaciones para la práctica de zazen", escrito por el Maestro Keizan Jokin


Zazen Yoyinki


Parte 2


Deben extender un cuadrado espeso, con este la sentada será tranquila y alegre.

El lugar de la Vía debe estar limpio. Si allí quemamos constantemente incienso y ofrecemos flores, los buenos espíritus protectores del Dharma lo protegerán. Si colocamos imágenes de budas, de bodhisattvas o de arhats, los demonios y espíritus maléficos no molestarán.

Permaneciendo constantemente en la gran compasión y la gran piedad, dediquen los méritos infinitos de este zazen a todos los seres.


No conciban arrogancia, suficiencia o intransigencia que son lo típico de los herejes y de la gente ordinaria.

Si nos acordamos de que, por decisión, debemos de cortar las pasiones y realizar el Despertar, sólo sentarse, sin hacer nada, resulta el método esencial.

Siempre deben lavarse los ojos y los pies. Una vez el cuerpo y la mente cómodos, las actitudes majestuosas deberán ser apropiadas.


Deben abandonar los sentimientos mundanos y no apegarse a los sentimientos de la Vía. Aunque no debamos ser avaros con el Dharma, hablen de él sólo si alguien los invita. Nos negaremos a hacerlo hasta tres veces y a la cuarta consentiremos en hacerlo. Y de diez cosas que nos gustaría decir, dejaremos nueve de lado.

Como moho que crece rodeando la boca, como un abanico en invierno o como una campanita de viento suspendida en el aire que no cuestiona a los vientos de las cuatro direcciones, tal es el modelo de la gente de la Vía.


Consideren sólo el Dharma y la Vía sin tener celos de los demás ni felicitarse, es el principal punto a observar. Aunque no concierna a la enseñanza, la práctica o la realización, el zazen abraza estas tres cualidades.

Creer que la realización tiene por norma la espera del Despertar no es el espíritu de zazen. Tampoco que la práctica consista en una perfecta conformidad o una concordancia real.

Tampoco que la enseñanza consista en parar el mal y cultivar el bien. Aunque haya una enseñanza establecida en el zen, no es ordinaria, se trata de la Vía de la enseñanza directa y de la transmisión sin errores.

Hablamos con todo nuestro cuerpo con palabras que no forman verdaderamente letras o frases. Una vez agotado el pensamiento y consumida la razón, una única palabra abraza las diez direcciones. Nunca se movió ni un pelo. ¿No está aquí la verdadera enseñanza de los budas y de los bodhisattvas?

Aunque hablemos de una práctica, es de hecho una práctica sin acción porque el cuerpo no hace nada, la boca no pronuncia nada y la mente no piensa más. Las seis facultades son puras de forma natural y no están manchadas por ninguna cosa. No se trata aquí de las dieciséis prácticas de los auditores (sravakas), tampoco de las doce prácticas de los budas para sí mismos (pratyekabudas), tampoco de las seis virtudes y las diez mil prácticas de los bodhisattvas.

Todo está inactivo y es por eso que se lo llama Buda.

Sólo permanecemos tranquilos en la concentración del gozo por si mismo de los budas ( Jijuyu Zanmai) y jugamos en las cuatro prácticas de la tranquilidad y de la alegría de los bodhisattvas. ¿No es así la delicada práctica de los budas y de los patriarcas?

Aunque hablemos de realización, ésta se lleva a cabo sin realización. Es el Samadhi rey del Samadhi, es la concentración en la que se manifiesta la sabiduría del no-nacido, tanto la sabiduría omnisciente como la sabiduría innata.


Es el maravilloso método que ve abrirse la sabiduría del Tathagata. Es la gran práctica de la tranquilidad y de la alegría. Supera los modelos santos y ordinarios. Va más allá de las consideraciones sobre el despertar y la ilusión. ¿No está aquí la realización del gran Despertar innato?

Aunque no concierna a los preceptos, la concentración y la sabiduría, el zazen abraza estos tres estudios. Se dice que los preceptos permiten evitar los errores e impiden el mal. Pero en zazen, contemplamos la ausencia de dualidad en todo el cuerpo, abandonamos los miles de preocupaciones y descansamos de todas las relaciones, sin preocuparnos ni de la ley búdica ni de la ley mundana. Sin verdadero ni falso, sin bien ni mal, ¿entonces, qué tenemos que evitar o impedir?

Aquí están los preceptos sin forma de la tierra del espíritu.

La concentración es contemplación y meditación, y no otra cosa. En zazen, nos despojamos del cuerpo y de la mente, y dejamos de lado la ilusión y el Despertar, sin moverse, sin acción, sin trabas, como un idiota, como una roca, como una montaña o como un océano, y las dos formas: movimiento e inmovilidad evidentemente no se producen. Es la concentración sin rastro de concentración y es por eso que se la llama la gran concentración.

La sabiduría es discernimiento y comprensión.


En zazen lo que se sabe, desaparece y largamente se olvida lo mental. No hay distinción para la sabiduría que envuelve al cuerpo entero. Éste percibe claramente la naturaleza de buda y fundamentalmente no se extravía. Corta las facultades mentales e irradia ampliamente.

Es la sabiduría sin rastro de sabiduría y es por eso que la llamamos la Gran Sabiduría. No hay ninguna enseñanza de los budas, ninguna predicación hecha durante sus vidas que no esté reunidas en los preceptos, la concentración y la sabiduría. En este zazen, no hay ningún precepto que no sea observado, ninguna concentración que no sea cultivada, ninguna sabiduría que no sea penetrada. La sumisión de los demonios, el alcance de la Vía, la puesta en marcha de la rueda y la extinción, provienen todos de su poder.

Los poderes sobrenaturales, las funciones maravillosas, la emisión radiante y la predicación del Dharma están todos contenidos al sentarse.

Estudiar el zen también es zazen.

Si quieren hacer zazen, primero conviene extender un cuadrado espeso en un lugar tranquilo, sin dejar entrar el viento o el humo, tampoco la lluvia o la humedad. Cuiden del lugar donde se ponen las rodillas y mantengan limpio el lugar donde se sientan. Aunque antiguamente hubo ejemplos en que algunos se sentaron en una silla de diamante o sobre una piedra, tenían también zafus.

El lugar donde nos sentamos no debe ser luminoso en el día ni oscuro por la tarde, debe estar templado en invierno y fresco en verano. Esta es la norma. Abandonen la conciencia, descansen de las consideraciones y no deseen convertirse en buda. No se preocupen por lo verdadero o lo falso. No sean pródigos de vuestro tiempo: hagan como si quisieran apagar un fuego que arde encima de sus cabezas.

El Tathagata se sentó recto y Shorin lo hizo frente a la pared. Totalmente unificados no hicieron otra cosa. Sekiso era como un árbol seco, Daihaku reprendía a los que se dormían en zazen. No es necesario hacer quemar incienso, saludar con devoción, invocar al Buda, cultivar el arrepentimiento, recitar los sutras u observar sus deberes. Lo obtenemos en cuanto nos ejercitamos en zazen.


Habitualmente deben llevar un kesa durante zazen, no lo olviden. El zafu no soporta la totalidad de las piernas dobladas sino sólo la mitad, de la parte trasera de los muslos hasta la base de la columna vertebral. Tal es el método de los budas y de los patriarcas para sentarse. Nos sentamos en la postura del loto o del medio loto. En la postura del loto se pone primero el pie derecho sobre el muslo izquierdo, luego el pie izquierdo sobre el muslo derecho.


El kesa y los vestidos deben estar atados sin estar apretados y estar convenientemente dispuestos. Luego ponemos la mano derecha en el pie izquierdo y la mano izquierda sobre la mano derecha. Los pulgares se aprietan uno contra otro cerca del cuerpo y deben estar a la altura del ombligo. El cuerpo enderezado y la postura recta, no debemos estar inclinados ni a la izquierda, ni a la derecha, ni hacia delante ni hacia atrás. Las orejas y los hombros, la nariz y el ombligo evidentemente deben estar alineados. La lengua aprieta el paladar y la respiración pasa por la nariz. Los labios y los dientes se tocan. Los ojos deben permanecer abiertos. Habiendo así regulado el cuerpo sin tensión ni relajación, apaciguamos la respiración bostezando. Esto quiere decir que abran la boca y hagan una o dos respiraciones exhalando el aire. Hagan oscilar el cuerpo siete u ocho veces desde un amplio movimiento hasta el más mínimo balanceo. Una vez inmóviles, siéntense rectos.

Y aquí piensen sin pensar.

¿Cómo pensar en ello? Se trata de sin pensar. Tal es la norma esencial para zazen. Deben romper las pasiones precisamente y realizar el Despertar ustedes mismos.

Para salir de la concentración, primero pongan las manos sobre las rodillas, hagan oscilar el cuerpo siete u ocho veces desde un balanceo mínimo hasta un movimiento amplio, exhalen el aire abriendo la boca, apoyen las dos manos en el suelo, levántense con suavidad. Si durante zazen la torpeza aparece, pueden oscilar el cuerpo o abrir los ojos o también poner la mente sobre la cabeza entre las cejas a la altura de los cabellos. Si con esto tampoco se despiertan, frótense los ojos o fricciónense el cuerpo. Si esto no los despierta, levántense y hagan kin hin. Entonces deben caminar girando hacia la derecha. Haciendo una centena de pasos más, de esta forma la torpeza desaparecerá.

El método de kin hin consiste en hacer siempre un medio paso con la respiración. Caminen como si no caminaran, tranquilos, sin moverse. Si el hecho de caminar todavía no los despierta, mójense los ojos, enfríen la cabeza o reciten la introducción de los preceptos del bodhisattva. Sólo encuentren un medio para no dormirse.


Deben considerar que el problema de la vida y de la muerte es un gran asunto y que la impermanencia es fulminante. ¿De qué sirve dormitar cuando la Vía no está todavía aclarada? Si la torpeza sobreviene a menudo, deben pronunciar esta resolución: “Hoy estoy oscurecido por el velo del sueño a causa de mis costumbres kármicas que han sido tan fuertes. ¿Cuándo desaparecerá esta oscuridad? Rezo a los budas y a los patriarcas para que me concedan su gran compasión y que se dignen a eliminar la confusión de mi adormecimiento”.

Si la mente se dispersa, deposítenla en la punta de la nariz o en el kikai-tandem o cuenten las espiraciones y las inspiraciones. Si esto no es suficiente, pueden tomar un koan y hacerlo madurar.

Si esto no es suficiente, perseveren en zazen frente a lo esencial, cuando la respiración se acaba y los dos ojos se cierran para siempre; perseveren en las acciones frente al punto anterior donde el embrión en su bolsa fetal no estaba concebido todavía y donde ningún pensamiento se levantaba. Las dos vacuidades aparecerán súbitamente y la mente dispersa ciertamente desaparecerá.


Después de haber salido de la concentración, cuando sin pensar se expresan las actitudes majestosas, toda presencia es sólo un testimonio. Cuando sin interacción se cumple la práctica-realización, todo testimonio es sólo una presencia. El ruido de antes del rumor, la causa de la quietud en el kalpa de la vacuidad y el alma de los budas y de los patriarcas, fundamentalmente son una misma cosa.


Sólo deben pararse, suéltense con una gran frialdad, considerando que un instante es diez mil años, como cenizas frías o como un árbol seco, como un incensario en una antigua sala de los ancestros o una pieza blanca de seda.


Es mi mayor deseo.



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