domingo, 15 de mayo de 2011

La fe en el espíritu

El tercer patriarca Ch´an

SOSAN

Seng ts´an (siglo VII)


La historia de este maestro zen (ch´an) es muy particular.

Siendo un muchacho, Sosan padecía de lepra. Un día conoció al Segundo Patriarca, Hui Ke, (Eka) y le dijo:
"Tengo una enfermedad seria y estoy sufriendo mucho. Por favor, Venerable Maestro, llévese mi mal karma."
A lo que Eka respondió:
"Si me traes tu mal karma me lo llevo".
El joven dijo:
"Aún cuando busco ese mal karma, no puedo encontrarlo".
"Entonces tu mal karma ya ha desparecido. Solo tomá refugio en el Buda, el Dharma y la Sangha".
"Ahora que te conocí, se lo que es la Sangha, pero: ¿Qué es el Buda? ¿Qué es el Dharma?"
El segundo Patriarca respondió:
"La Mente es Buda, la Mente es el Dharma. El Dharma y el Buda no son dos. La Sangha es lo mismo, ¿entendés?"
El muchacho dijo:
"Hoy veo verdaderamente la naturaleza de mi mal karma, que no está en la Mente ni fuera de ella, ni está en el centro. Al igual que la Mente, Buda, Dharma y Sangha son también no dos."
De esta conversación el Segundo Patriarca vió que el joven era ya un gran monje. Entonces le afeitó la cabeza, y lo aceptó como discípulo.
El Segundo Patriarca dijo:
"Sos mi joya, y sos el ornamento de la Sangha entera. Por lo tanto te nombro Seng Tsan: la joya de la Sangha. Luego de esto Seng Tsan practicó bajo la guía de su maestro durante dos años.
"Fe en el espíritu" es un poema escrito en 584 caracteres chinos.

Expresa clara y profundamente el espíritu del Mahayana y ha ejercido una enorme influencia en China, Corea y Japon.
Es uno de los escritos más importantes en el Budismo Zen.

El tema central del trabajo es la Vía del Medio, la enseñanza esencial del Buda luego de su iluminación.
El Tercer Patriarca describe un camino que atraviesa las dualidades y contradicciones del mundo y permite despertar a la unidad de todas las cosas.

La esencia de su enseñanza, como la de Bodhidharma, Dogen o Taisen Deshimaru, consistía en "simplemente sentarse" (shikantaza), "only zazen".

Sosan murió en el año 606, bajo un árbol, en postura de kin hin.


Shin jin no mei (en chino: HSIN-SIN-MING)

"Poema de la fe en el espíritu"

En el Budismo el corazón y la mente significan lo mismo cuando se emplea el kanji "shin". También traducido como: “poema de la confianza en la Mente Pura” (o en la verdadera naturaleza).


La Gran Vía no es difícil, pero hay que evitar tener preferencias.
La Vía es clara cuando amor y odio no están presentes.

Si haces una mínima distinción, cielo y tierra se separan hasta el infinito.
Estar a favor o en contra es la enfermedad del espíritu.

Si no entendés el significado profundo de las cosas,
no podrás apaciguar tu espíritu.

La Vía, infinita como el espacio, es perfecta
y nada falta o sobra en ella.

Al desear o rechazar las cosas
no las vemos como son.

No busques el mundo de los fenómenos,
No te apegues a la vacuidad.

Permanece tranquilo y sin esfuerzo en el Uno
y esas ideas desaparecerán por sí solas.

Cuando te esforzás por conseguir la quietud, deteniendo el movimiento,
la quietud así ganada estará siempre en movimiento.

Si permanecés en el dualismo, ¿cómo podes realizar la unidad?


Si no permaneces en la unidad de la Vía,
La actividad y la quietud llevan al fracaso.

Si consideras sólo la existencia de las cosas, no ves su vacuidad.
Si solo considerás el vacío, no ves la realidad.

La negación de la realidad es su afirmación,

Y la afirmación del vacío es su negación.


Pensar y hablar sobre ello nos aleja de la vía.
Si abandonamos el pensamiento y el habla, no habrá verdad que no se pueda alcanzar.

Cuando volvemos a la raiz encontramos el significado,

Cuando perseguimos los objetos externos, perdemos la razón.


Si aunque sólo sea un instante realizamos la mirada interior,
fenómenos y vacío podrán ser trascendidos.

Si nos parece que las transformaciones de este mundo vacío son reales,
es debido a nuestra ignorancia.

No se trata de buscar la verdad,
sólo hay que dejar de tener prejuicios.

No permanezcas en la dualidad.
Evitá seguir las opiniones duales.

Si considerás “correcto” o “incorrecto”,
te deslizarás en el mundo de los opuestos y el espíritu caerá en la confusión.

Todo lo dual proviene del Uno,
pero no te apegues ni siquiera a este Uno.

Cuando la mente no está perturbada,
los fenómenos son inofensivos.

Cuando los fenómenos son inofensivos
dejan de existir y con ellos la mente.

El sujeto existe porque hay objeto.
El objeto existe porque hay sujeto.

Sujeto y objeto se desvanecen.
En verdad, la relatividad de ambos no es otra cosa que vacío.

En la unidad del vacío,
sujeto y objeto son indistinguibles y cada cual contiene en sí el mundo entero.

Si no haces ninguna distinción entre grosero y sutil,
permanecerás alejado de los prejuicios.

La Gran Vía no es ni fácil ni difícil,
pero la duda y la prisa son grandes obstáculos.

Apegarnos a la Gran Vía es caer en el error.
Deja que las cosas sigan su propia naturaleza.

Si dejas que las cosas sean a su manera,
no habrá idas ni venidas y, libre, estarás tranquilo.

Cuando el pensamiento se enreda en juicios,
no vemos la verdad de las cosas y engendramos sufrimiento.

La confusión y el malestar cansan el espíritu.
¿Para qué desear esto o no querer aquello?

Para ir por el Camino único deja los prejuicios contra el mundo de los sentidos y de las ideas.
Cuando lo aceptes plenamente, alcanzarás la iluminación.

El hombre sabio no se obstaculiza a sí mismo,
pero el ignorante se encadena con el amor y el odio.

Las cosas del mundo no saben de discriminaciones.
Buscar el espíritu con la mente que separa es el gran error.

Quietud e inquietud son ilusorias,
En la iluminación no hay apego o aversión.

La dualidad surge de nuestra ignorancia.
¡Que ganancia y pérdida desaparezcan para siempre!

Si nuestros ojos no duermen, no habrá sueños.
Si el espíritu no se pierde en discriminaciones, las diez mil cosas expresan la esencia única.

Cuando vemos la esencia única en todas las cosas,
nos liberamos de todas las ataduras.

Al ver todas las cosas con ecuanimidad,
regresamos a nuestra naturaleza original.

En nuestra naturaleza original
nada puede ser comparado.

Movimiento y reposo desaparecen.
La dualidad deja de existir.

Cuando la dualidad desaparece, la misma unidad desaparece.
Nada puede describirlo.

Las dudas se desvanecen y la fe verdadera reaparece.
Sin aferrarnos a nada, libres.

Todo está vacío, claro y luminoso por sí mismo.
Este mundo, en el que las cosas son tal cual son, no puede ser alcanzado por el intelecto.

En él no hay "yo" ni "otros".
Para experimentarlo basta con “no dos”.

Todo es idéntico y está contenido en la no dualidad.
Los sabios saben esto.

Ni existente, ni no existente.
En todas partes y siempre delante de nuestros ojos.

Lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande son lo mismo. Sin límites.

La existencia es la no-existencia.
La no-existencia es existencia.

Uno en todas las cosas.
Todas las cosas Uno.

Si comprendés esto,
no te preocuparás por no ser perfecto.

La fe es no-dos.
Lo que no es no-dos no es el espíritu de la fe.

Más allá del lenguaje,
Ni pasado, ni presente, ni futuro.



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