Aikido y música comparten los mismos principios. ¿Cuáles son estos?
Armonía, ritmo y melodía…
Desde una perspectiva
general, la armonía es el equilibrio
de las proporciones entre las distintas partes de un todo, y su resultado
siempre connota belleza. En música, el estudio de la armonía implica los
acordes y su construcción, así como las progresiones de acordes y los
principios de conexión que los rigen.
El Ai, de Aikido,
significa armonía, y también unión, conexión. Es el camino de la armonía, de la
conexión con el orden universal.
Esta conexión, es la
esencia del Aikido.
En la música, la armonía
expresa belleza y equilibrio en el fluir de las notas y en la forma en que
estas se conectan y como se construyen los acordes y se combinan.
En el Aikido la armonía se
expresa en la unión, la conexión con el flujo de energía, expresada incluso
como un ataque o el movimiento de un adversario.
Armonía implica
equilibrio, un ajuste entre tensión y relajación, entre el tiempo y el espacio
(notas y silencios). No hay choques ni rupturas, nos conectamos con el
movimiento y nos volvemos uno con él.
En japonés se le llama musubi y es la
clave del Aikido.
En música, una melodía es una sucesión
de sonidos que es percibida como una sola entidad. Se desenvuelve en
una secuencia lineal, es decir a lo largo del tiempo, y tiene una
identidad y significado propio dentro de un entorno sonoro particular.
Podemos decir que una
melodía es una combinación de alturas y ritmo.
En las artes marciales
está representada por los katas o
formas, especialmente en el iaido y karate-do. El Aikido es diferente, no hay
formas fijas o katas, ya que de
acuerdo a su creador, el maestro Ueshiba, una forma fija, limita las
posibilidades y resta creatividad, sin embargo, en muchas escuelas de Aikido se
estudian y practican algunos movimientos predeterminados o formas, sobretodo
con armas, como el Jo (bastón corto) y bokken (sable de madera).
La estructura primordial
del universo es sonido y geometría: círculo (esferas, espirales),
triángulo (tetraedos), cuadrado (formas cúbicas).
La vibración es entonces una fuerza
fundamental del universo. La materia y la energía están en continuo
movimiento y vibran con una frecuencia definida formando patrones geométricos
de forma y sonido.
La naturaleza tiende a
vibrar en armonía (o a buscarla si se producen desequilibrios) desde las
partículas más pequeñas e invisibles hasta las más grandes.
La vibración genera
todo tipo de ondas que viajan en el espacio.
El sonido es
vibración.
Vivimos en un universo que
vibra, y nosotros vibramos con él, de hecho, somos esta vibración.
El cuerpo espiritual corresponde a una vibración sutil y
el cuerpo físico a una más grosera, o mejor dicho, menos sutil.
Cuando armonizamos con
esta vibración del universo, hay salud y felicidad. Equilibrio. Armonía.
Música.
Los pensamientos, las emociones, los sentidos, la actividad
celular, el impuso nervioso, el latido cardíaco, la respiración, el movimiento
del cuerpo: todas son formas de vibración.
La conciencia se mueve, rompiendo su equilibrio, para experimentar
y aprender y luego busca el equilibrio, volviendo a su centro, para comprender lo
experimentado y guardar memoria. Este movimiento de ida y vuelta, es lo que se
llama “intercambio rítmico balanceado”.
El ritmo es
fundamental, aporta orden y armonía, sin este orden la transmisión de energía e
información sería imposible.
El ritmo es movimiento sincronizado
Podemos entender al ritmo
como la repetición o patrón regular en el tiempo que puede aplicarse
a una amplia variedad de fenómenos naturales cíclicos que tienen una periodicidad o frecuencia.
El universo vibra y lo hace con ritmo y armonía
El corazón late con ritmo
Las ondas cerebrales tienen un ritmo
característico
El día y la noche presentan sus ritmos.
Todo lo que aparece, crece y se mueve
en la naturaleza tiene su ritmo propio.
El ritmo y la armonía de la vida
provienen del corazón
En el arte marcial el ritmo expresa la distancia y el tiempo,
frente a un adversario o durante la realización de una técnica o un kata. El tiempo (timming) y el espacio
(distancia o ma-ai) están
relacionados. Como todo movimiento, siendo una vibración en esencia, será
armonioso y equilibrado si tiene ritmo.
El Aikido se
caracteriza por sus movimientos circulares y su fluidez, alternando con
entradas directas u oblicuas, estableciendo un equilibrio y un ritmo natural,
influidos por la calma y la respiración, que permiten controlar cualquier
agresión o situación descontrolada.
Si te empujan, retrocede
Si tiran, avanza.
Moviéndote en círculos, entrando y
saliendo.
Vuélvete uno con la mente del
adversario, manteniendo tu calma y el equilibrio.
Y podrás controlar cualquier situación.
Cada ciclo de la naturaleza es un intercambio rítmico equilibrado de ida y vuelta entre pares de
condiciones opuestas. Ese intercambio balanceado entre los polos positivo y negativo de este universo de ondas eléctricas constituyen su latido y su respiración, que también son cíclicos, de lo contrario no continuaría. Y para que sea cíclico debe alternar su polaridad rítmicamente.
En la práctica de Aikido, está representado por la relación entre
el ataque y la defensa, uke y nage (tori). Ya que se trabaja por parejas, el buen logro de una técnica será el resultado, no sólo del movimiento de nage, sino de una labor conjunta entre nage y uke (el que ataca y recibe la técnica).
La naturaleza está siempre trabajando en la construcción y la destrucción,
la creación y la aniquilación, manteniendo todas sus creaciones en movimiento,
girando y fluyendo, en un intercambio rítmico y balanceado,
vibrando de una hermosa forma en otra, manteniendo el orden y la armonía que crean la música eterna del universo.
Este es el principio fundamental del Aikido.
La ley de la armonía es el intercambio
equilibrado rítmico entre todas las cosas. Tras la ley de intercambio armónico,
todo este universo de reciprocidad está motivado con tanta precisión en su
equilibrio que los astrónomos, por ejemplo, pueden calcular las posiciones y
trayectorias de los planetas y estrellas con exactitud.
De la misma forma puedes sentir las vibraciones de la mente de tu
adversario y anticiparte a sus movimientos.
La música que podemos oír y conceptuar está
confinada dentro de los límites de nuestros sentidos físicos.
Por eso, para comprender la verdadera naturaleza de todas las cosas
y poder oír y entender su música, hay que trascender los límites
impuestos por los sentidos.
Para seguir el ritmo y la armonía de la
música cósmica debes sintonizarte con tus planos superiores y con la alta
frecuencia del amor incondicional
En la antigüedad, la ciencia y el arte no estaban separados. La
música, la matemática, la alquimia y la metafísica eran parte de un mismo conocimiento.
Los guerreros de antaño, y en particular el samurai, apreciaban la música y el arte y formaba parte de sus
vidas.
El ser humano de la actualidad ha perdido esta forma armoniosa y
natural de percibir al universo en el que vive.
La ciencia y la religión se encargaron de que así sucediera,
encerrando poco a poco a las personas en prisiones de percepción, de categorías
y prejuicios, creando una realidad material, carente de ritmo y armonía,
repleta de miedos y deseos. Una realidad fragmentada, sin conexión con la
naturaleza.
Lo que llamamos “ser humano” es una pobre imagen reducida,
fragmentada y desdibujada de lo que en verdad somos. Ya que no tiene en cuenta
al “ser espiritual” ni a su “cuerpo de energía”, olvida su unión esencial con
el universo y con todos los seres. Por eso carece de amor y sabiduría.
Esta es la paradoja del ser humano moderno, como hacer para
plasmar y realizar en su vida lo que no es humano, o mejor dicho, los planos de
existencia que están más allá de su percepción ordinaria y que no pueden ser
“objetivados” ni demostrados por la ciencia, por más avanzada que pretenda ser,
o por alguna tecnología.
¿Es posible trascender los límites de nuestra comprensión ordinaria
y sintonizarnos con nuestros planos superiores?
¿Como hacer para armonizar nuestra vida humana con el ritmo y la
armonía del universo?
¿Cómo puedo ser creativo y no un simple repetidor o una mala
copia?
Aprende un arte, con disciplina y determinación
El Aikido, al igual que
la música, es un medio para desarrollar tus habilidades superiores, dotarte de
armonía, percepción, ritmo y belleza, además de otras altas cualidades como la
paciencia, la empatía, la creatividad y la fuerza de espíritu.
La manera de comenzar es siempre a partir de la calma, el equilibrio y el silencio interior.
Se trata de aplicar el intercambio rítmico y balanceado entre todos nuestros aspectos,
armonizarse con los ritmos naturales, encontrar la calma mental y desarrollar
la percepción, la intuición y la musicalidad.
Desde ese punto de tu existencia podrás moverte libremente y crear
la realidad que desees y necesites, para vivir tu vida de manera bella y
creativa y hacer de este mundo un lugar donde florezca la armonía y el entendimiento.
A partir de tu centro puedes crear tu música, tu
sabiduría y tu propia vida
En
la medida en que puedas extender la belleza y la armonía de los ritmos y
melodías de tu imaginación al instrumento que ejecutas, a las
técnicas que realizas o a cualquier obra que hagas, estas se
volverán creaciones espirituales y verdaderas obras maestras de arte.
La medida de la calidad de tu interpretación material reside en tu
capacidad espiritual para armonizarte y traducir las formas y ritmos del orden
cósmico, y a su vez, estas servirán de inspiración a muchos otros.
Estas vibraciones armónicas contribuyen a la
elevación espiritual y a la evolución del ser humano
Cuerpo y mente en unidad, moviéndose armoniosamente al ritmo de la
melodía universal.
“La calidad del guerrero da origen a la belleza
natural. Las técnicas sutiles de un guerrero surgen tan naturalmente como
aparecen la primavera, el verano, el otoño y el invierno. La calidad del
guerrero no es otra cosa que la vitalidad que sustenta toda vida.
Todos tenemos un espíritu que puede ser refinado,
un cuerpo que puede ser entrenado de cierta manera, un sendero conveniente para
seguir. Estás aquí con el sólo propósito de darte cuenta de tu divinidad
interior y manifestar tu iluminación innata. Alimenta la paz en tu propia vida
y luego aplica el arte a todo lo que encuentres.”
O´Sensei Ueshiba
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