lunes, 28 de marzo de 2011

El Zen es una patraña 4


Extraido del libro del Maestro Kodo Sawaki: "El Zen es la mayor patraña de todos los tiempos"

Descubrir el verdadero yo
Aprender significa buscar la Vía y esto significa, en definitiva, buscarse a sí mismo.

¿Hay pues alguna clase de Vía que sea independiente de tu vida? Seguir la Vía no significa otra cosa que ir al fondo de la cuestión de cuál es el propósito de tu vida.


Cuando la religión se convierte en una organización, se encamina hacia su fin.


La religión ha de ser tu propia vida.

¿Qué es lo que en realidad enseñó el Buda? Que cada uno de nosotros ha de conocerse a sí mismo, ha de comprenderse a sí mismo, ha de descubrir por sí mismo lo que aquí y ahora –en este instante – ha de hacer realmente. Cuando pronuncio estas palabras, no las digo para vosotros, sino para mí mismo.


Para mí no tiene la menor importancia que alguien me escuche o no. De lo que me ocupo es de bombear el agua que hay en mí. Cuando pronuncio un discurso, me dirijo a mí mismo con el fin de sacar a la luz mi verdadero yo. No espero nada de vosotros y tampoco tengo nada que ofreceros.


Honen dijo: “Cuando sigas la Vía del Buda, no lo hagas para impresionar a los demás.

No hagas de ello un negocio. Practica el budismo como un ladrón: ni siquiera tu esposa o tus hijos deben saber nada de ello”.


El zazen no se extiende entre la gente.


No trates de impresionar con el “simple sentarse”. Es mejor que hagas zazen con discreción, como si fuera algo totalmente prohibido. ¿Has alcanzado el despertar? ¿Has comprendido el Dharma del Buda? ¿Te has despojado de todo? En tal caso, cuídate de no hacer negocios con lo “despojado”.


Si no renuevas cada día tu práctica comenzarás a retroceder. Si no te pules de nuevo cada día, empezarás a oxidarte. Por eso es importante que no te pierdas a ti mismo de vista. Encuentra el camino de nuevo cada día, ya sea cuando comas, ya sea en cualquier otra de las faenas de la vida cotidiana.


Caducidad significa sólo este instante: en este irrepetible momento uno se la juega a todo o nada. Dispones sólo de este aliento. Después todo se ha acabado. Al espirar te tienes que ocupar únicamente de esta espiración; al inspirar, esta inspiración ha de ser la última de tu vida.


Habitualmente nos equivocamos, pues creemos que aún hay algo que añadir: creemos que con nuestros hijos hemos de hacer de “padres”, y de “abuelos” con nuestros nietos. Pero todo existe sólo para sí, en este instante: el sobrino como sobrino, el abuelo como abuelo, el hijo como hijo. Al igual que la espiración es sólo y por completo espiración y la inspiración es sólo esta precisa y única vez inspiración. ¡Fuera con vosotros! Sólo cuando algo existe por sí solo, desligado y transparente, entonces es también, a un tiempo, uno con el universo.


Nunca estamos satisfechos. Ni siquiera lo estamos con nosotros mismos y por eso hacemos todo lo posible para convertirnos en otro. Justo en ese punto es donde comienza el engaño. Tú no eres otro que ése que en este momento vive su vida insatisfecho consigo mismo. Nadie podría ocupar tu lugar por ti. Y todo lo que en este momento piensas, quieres y haces eres tú mismo, insustituible, tal como eres. Esto quiere decir que no existe ningún “verdadero yo” aparte de este “yo insatisfecho” aquí y ahora.


La historia del hijo pródigo narrada en el Sutra del Loto no es un cuento de otros tiempos. Trata acerca de ti. ¿No eres tú quien vaga por las calles pidiendo limosna, aún cuando toda la riqueza del mundo te pertenece?

¿Cuál es, en último término, el propósito de esta vida? Tomar las riendas de tu verdadero yo. Reconocer cuál es tu auténtica tarea.


Satori significa simplemente ser realmente tú mismo. Conocerte a ti mismo y sostenerte con los pies firmes sobre la tierra. Y realizar la Vía significa entonces avanzar seguro sin perderte a ti mismo de vista. ¿Es tu espíritu blanco o rojo, redondo o anguloso, o tan falto de contorno como una ameba? No lo sabes.

No hay ningún mérito en dejar este espíritu, del que en realidad no sabes nada, tan falto de contorno como es.


La religión consiste en tomar las riendas de tu espíritu, en hacerte dueño de él.


Naturaleza de Buda no quiere decir otra cosa que tú mismo.


Y aun así piensas mal de ti, estás insatisfecho y reniegas de ti mismo. Lo importante es que tomes las riendas de ti mismo y encuentres de este modo finalmente el sosiego. Como hija ser enteramente hija, como esposa enteramente esposa. Así es como realizarás tu naturaleza de Buda y hallarás la paz en tu vida.


Inmerso en el delirio colectivo dejas de saber qué es blanco y qué negro. Y si lo que haces, por malo que sea, lo haces dentro del grupo, no te parece ya tan malo. Te pierdes de vista a ti mismo. ¡Fuera con vosotros! ¡Yo soy yo! Deja de desear siempre algo nuevo y vivirás en el cielo. “Fuera de la sociedad no hay ningún mérito” (Eihei Shingi).


Los ojos funcionan enteramente como ojos, la nariz como nariz, el oído como oído. Lo que cada uno ha de hacer es cumplir su tarea en la sociedad con toda naturalidad. Encontrarás una auténtica paz de espíritu cuando empieces a preocuparte por lo que debes, luches por tu vida y hagas todo lo posible para no perderte de vista a ti mismo. Sólo hallarás paz en tu espíritu cuando de ese modo tomes las riendas de tu mente en cada uno de tus pasos, de manera que no dejes de estar bien plantado en tierra firme.


La “paz de espíritu” que es sólo “paz de espíritu” es un producto artificial.


Tu mente se precipita en el desasosiego precisamente porque persigues constantemente esta “paz de espíritu”.

Shinran censuraba esta clase de nenbutsu (la práctica de invocar a Amitaba Buda) que pretende obtener una autosatisfacción de la mente por su propio esfuerzo.


La práctica del zen no es ninguna masturbación mental.


Sólo puedes encontrar la auténtica paz de espíritu cuando practicas en medio de tus preocupaciones y de tu desasosiego mental. En la gran paz del espíritu se unen el sosiego y el desasosiego mentales.


Nadie puede regresar a lo que una vez fue. No hay nada que aparezca dos veces de la misma forma. Todo existe una única vez, en este instante. Por eso no tenemos otra salida que marchar simplemente de frente.


La verdadera Vía lleva siempre hacia delante, sin final.



jueves, 24 de marzo de 2011

El Zen es una patraña 3

Extraido del libro del Maestro Kodo Sawaki: "EL Zen es la mayor patraña de todos los tiempos"


La sabiduría es como una oruga

Un médico me dijo: “Soy doctor en medicina y en los estudios fui siempre el primero. Cuando empecé a ejercer, estaba seguro de convertirme en el mejor médico de todo Japón. Pero ninguno de los pacientes que acudían a mí se parecía a lo que había leído en los libros. Si no reinventara la medicina de nuevo, no podría ofrecer ninguna ayuda a mis pacientes”.


Así es la vida. Si un monje zen confiara en que su satori de ayer sigue siendo válido hoy, se estaría haciendo demasiadas ilusiones.

Cada instante es el primero de tu vida. Cada instante es el último de tu vida. La verdad cambia a cada instante y, al mismo tiempo, la verdad es la vida eterna.

En este instante vuelas por el universo entero, pero eso no significa que ya lo hayas recorrido todo. Queda ahí suficiente espacio para seguir volando, suficiente espacio para que sigas volando el resto de tus días.

¿Experimentaste una vez el satori y desde entonces todo está en orden? No, desgraciadamente no es tan sencillo. El satori sólo tiene validez en este preciso instante. En el instante siguiente ya ha pasado, ha muerto. Cuanto más te estiras para alcanzar el budismo, más se aleja; cuanto más te rompes la cabeza con él, más difícil será que lo entiendas. “Ir más allá de Buda” significa ir al fondo de las profundidades sin fondo: no existe un punto final que alcanzar.

Si crees haber escalado hasta el punto más alto y haber logrado el satori, a continuación irás cuesta abajo. Practicar el zen significa continuar escalando durante toda tu vida. Si quieres practicar el zen, tienes que tener el desapego necesario para decirte que la práctica durará todo tu vida.

La sabiduría se compara a menudo con una oruga. No permanece en el vacío en cuanto vacío. Pero tampoco se queda en el ser en cuanto ser. Se mueve como una oruga, en todas direcciones.

En la vía del Buda no hay “respuestas correctas”

Aquello a lo que se le puede dar forma en un molde está muerto. Como una grabación magnetofónica. Es diferente con personas de carne y hueso cuya vida es lo que está en juego.

¿Quieren grabar mis palabras en el magnetófono para después escucharlas en el “club de fans de Sawaki roshi”? ¡Todo lo que tengo que decirles es válido sólo en este instante!

Escuchar una charla sobre el Dharma es como comer. Una vez que ha pasado el momento, vuelves a tener hambre.

Cuando oigas las enseñanzas debes escucharlas con un espíritu tan claro y abierto como el cielo. Si tu espíritu se expande con tal amplitud, serás uno con el universo, entrarás en un samadhi ilimitado. A esto se le llama: “escuchar la doctrina”.

Si nadie me escuchara, no haría falta que me preocupara de lo que debería decir. Simplemente soñaría despierto y bostezaría de vez en cuando. Por eso es importante para mí que alguien me pida predicar las enseñanzas y me escuche. Estoy agradecido por ello. Y si pienso en lo que debo decir mañana, es entonces cuando las enseñanzas toman forma con claridad en mí mismo.

Este instante no debe ser la continuación del anterior. Has de hacer borrón y cuenta nueva y empezar a vivir este año totalmente de nuevo. Has de empezar a vivir este mes totalmente de nuevo, y hoy has de empezar una vez más a vivir este día totalmente de nuevo.

Cada día te enfrentas a ese día por primera vez. Eterno es sólo este instante, eterno aquí y ahora. Este instante ilimitado constituye tu vida presente, que siempre es un hecho totalmente nuevo. También el pasado, contemplado desde el instante presente, es un pasado totalmente nuevo.

En el día de hoy te sientas en zazen por primera vez en tu vida. Enfrenta por tanto cada día con la misma frescura con que recibes el Año Nuevo. En zazen, cada día es día de Año Nuevo. ¡Próspero Año Nuevo! La cuestión y el contenido de tu práctica en este momento ha de ser cómo enfrentas de nuevo cada momento.

En su ordenación, algunos monjes se preguntan: “¿Seré realmente capaz de llevar la vida de monje durante el resto de mis días?”. ¡No te crees preocupaciones innecesarias! Sé sencillamente un monje sólo por este día. Sé a diario monje por un día. Así podrás vivir tu vida de monje, día a día.

Cada día es el primero de la vida.

Vive este día como si hubieras venido al mundo en este día.

Tienes tu propia tarea. El día de hoy presenta su propia tarea. Si abres los ojos a este instante –aquí y ahora, y en constante movimiento– te darás cuenta de que nada falta en él. El día de hoy es por completo el día de hoy: completo y concluso.

Incluso a mi edad, soy todavía un principiante en el zazen. Si por el contrario empezamos a tenernos por experimentados, nos engañaremos a nosotros mismos.

¿“Zazen para veteranos”? ¡No digas chorradas!

El zazen ha de ser siempre totalmente nuevo. Por eso lo mejor es practicarlo siempre con espíritu de principiante. No creas que tu práctica ha madurado una vez que te has convertido en “veterano”.

Sé siempre un principiante en zazen
Nunca olvides cómo te sentías la primera vez que pisaste la sala de meditación. Este sentimiento de respeto nos acerca mucho al zazen. Nunca olvides tu primer zazen, no te conviertas en un “profesional” del zazen.

Tu práctica no va a avanzar únicamente porque te vayas haciendo mayor. Haz zazen ahora, mientras seas lo bastante joven para ello. Lo que hagas, hazlo siempre con espíritu lozano y con todas tus fuerzas.

Nunca descubres a Buda de manera definitiva
Siempre has de descubrir un Buda nuevo, una y otra vez. No hay tiempo para hacer descansos. Siempre has de escuchar una enseñanza totalmente nueva. Buda llena todo el ilimitado universo. La pregunta es: ¿cuánto de él alcanzamos a ver? Nunca debemos perder de vista a Buda. También cuando leemos a Marx o Engels hemos de reconocer ahí a Buda.

Buda significa la vida que vivimos conforme a la gran naturaleza.

Buda significa el hecho de que el universo vive en sí. Cada minuto y segundo de tu vida tu cuerpo humano vive esta vida universal, ni una fracción de ella te pertenece a ti personalmente. A esto se le llama el rostro verdadero. Ser Buda significa vivir la vida de tu verdadero rostro y no tu vida personal, individual. Por eso no hay desilusiones para un Buda.

Creer en la red de causas y efectos significa creer en lo ilimitado. Significa creer en el continuo cambio de lo ilimitado. Dentro de este cambio ilimitado, nuestra vida no es más que un simple fotograma.

Existe una gran contradicción entre la ley de la causalidad y la sucesión de instantes independientes que surgen y se desvanecen: el surgir y desvanecerse a cada instante significa que este momento es completamente diferente del anterior, y que el siguiente es diferente de éste. Por otra parte, reconocemos la ley de la causalidad en que la orina de hoy contiene la comida de ayer. Por mucho que trates de ocultar que ayer llenaste el buche con carne y cebolla, hoy lo revela el olor de tu orina.

Visto de este modo, el día de hoy es la continuación del de ayer, y el día de mañana es la consecuencia del de hoy. Y, sin embargo, cada instante surge y se desvanece una y otra vez. No podrás resolver esta contradicción por medio del entendimiento, no lograrás analizar lo ilimitado en tu cabeza. Lo que es capaz de comprender sin contradicción esta contradicción, se denomina “no-pensamiento” o, como se dice en el Shodoka (“Canto del inmediato satori”): “entrar directamente, de un salto, en la esfera del Tathagata”.

El viejo ciruelo vuelve a florecer este año.
Lo que es extremadamente viejo es también constantemente nuevo.

Donde lo nuevo se encuentra con lo viejo, ahí das con el sentido oculto del Dharma de Buda.


martes, 22 de marzo de 2011

El zen es una patraña 2

Extraído del libro del Maestro Kodo Sawaki: "El Zen es la mayor patraña de todos los tiempos"

Una margarita es una margarita

¿Quieres ser tan feliz como los demás? ¿Dices: “me gustaría ser como tú!!”? Pero tu felicidad no se parece a la felicidad de ninguna otra persona. Has de descubrir tu felicidad por ti mismo.

Rodin dijo una vez que cada ser humano es artífice de su fortuna. Cada uno encuentra la felicidad a su propia manera. Cada uno afina su felicidad, cada uno la construye. Es importante que no pierdas de vista tu propia felicidad.

No importa cuál sea tu destino: es TU destino. Cada uno de nosotros ha de vivir su propio destino, en todo momento, en todo lugar. Ahí nadie puede ayudarnos.

“Yo no tengo ninguna naturaleza de Buda”. “De mí nunca se hará un Buda. Buda y yo somos tan diferentes como el sol y la luna...” Pensar así es una ofensa a los tres tesoros: Buda, Dharma y Sangha. Es una blasfemia contra ti mismo. “No soy más que un pobre roñoso, una persona extraviada...” ¿Te das pena de ti mismo? Para tratarse de un pobre roñoso te das demasiada importancia.

Cada uno cumple con su tarea en su propio lugar, sin desprestigiarse a sí mismo. Los pies firmes sobre el suelo. Esto significa samadhi: el Sí Mismo que no tiene parangón en el cielo y en la tierra. Sólo tú puedes llevar a cabo esa tarea. No hay otro mundo más que el tuyo propio. Tu yo es el mundo.

Todos parecen creer que la gente puede dividirse en clases y categorías. Pero no es así: yo soy yo. Cada uno de nosotros responde por completo de sí mismo. Esto significa ser Buda. Si observas el mundo dejando a un lado las relaciones interpersonales no hay ya “mejor” ni “peor”. Un patito feo es un Buda en cuanto patito feo, una belleza es Buda en cuanto belleza. Uno es bueno, el otro es bueno.
Cuando todos aplauden, tú también aplaudes; cuando todos ríen, tú también ríes. Sólo cuando llegues al final de todo dejarás de hacerlo y, con ambos pies firmes sobre el suelo, despertarás a la verdad: yo soy yo.

Convertirse en Buda significa buscar la perfección en uno mismo. Cada uno ha de volverse hacia sí mismo: el señor presidente tiene que ser un presidente perfecto; el simple empleado, un simple empleado perfecto.

“Anda tu camino solo, como el cuerno del unicornio”. La soledad tiene un sentido profundo. Significa que tú no te comparas con nadie.

Como el cangrejo que bajo el agua va expulsando burbujas, de igual manera nunca encuentra reposo la mente humana. Especialmente cuando uno está solo y no tiene nada que hacer, la mente empieza a “borbotear”. ¿Por qué no puede una persona preocuparse únicamente de sí misma? Porque necesita constantemente la aprobación de los demás; si no recibe la aprobación de los demás, pierde la confianza en sí misma y piensa que no sirve para nada. Por eso es tan difícil hacerse uno consigo mismo. Sólo cuando tu fe sea firme y tu vista aguda conseguirás sentarte totalmente solo en zazen. De esta manera realizarás la verdad, como el solitario cangrejo que, satisfecho, va expulsando burbujas.

Es fácil engañar a tu padre, a tu mujer o a tu hijo, pero ¿cómo quieres ocultarte de ti mismo? Más profundo que el más profundo de los valles es el Sí Mismo no puede esconderse de sí mismo. Mantente firmemente asido en tu propio mundo, en el que nadie puede mirar.


Zazen es tu luz

Zazen es tu luz. Sentado en zazen arrojas luz sobre ti mismo. Tú mismo reluces claro y brillante.
Zazen significa “sólo yo mismo”, “unidad del todo en el todo”. ¡Hazte uno contigo mismo! Por eso digo que con el zazen no perseguimos ningún fin. Simplemente nos sentamos. Nos sentamos, siendo uno con el universo.
El ojo es el ojo. El oído es el oído. Si vives en el mundo sin artificios, cada uno de tus movimientos, tu actitud al andar y al estar de pie, sentado o acostado procederá del samadhi primigenio del no-hacer. El oído oye en samadhi, la nariz huele en samadhi, la lengua gusta en samadhi, el cuerpo siente en samadhi. Samadhi significa la limpieza y la claridad original de la propia naturaleza.

Soltar el ego significa aceptarlo todo como un papel en el teatro. Te desenvuelves dentro del papel que te han asignado. Te harás uno con ese papel, sin preferencias ni ilusiones. El abad es uno con el abad, el pequeño monje uno con el pequeño monje. Esto quiere decir volverse íntimo con uno mismo.
Si vas al fondo de las cosas verás que no hay nada tras lo que pudieras ir, ni nada de lo que debas huir. ¿A dónde quieres retirarte cuando alguien te pone en un brete preguntándote quién eres realmente? Yo, aquí, ahora. Cada uno de nosotros ha de llenar el universo entero en este preciso instante, de inmediato, completamente, en el lugar donde se encuentra.


La práctica significa hacer del lugar donde te encuentras el paraíso, descubrir el reino celestial bajo tus pies.
Una enfermedad mantuvo a un poeta en cama durante largo tiempo. Un día dijo:
- “También hoy tengo mi sémola de arroz, también hoy crece la hiedra para mí. ¡No he hecho nada para merecerlo! Mi buena esposa, sólo por ti quiero vivir un poco más”.
Otro quizás hubiera dicho: “¿Qué? ¿También hoy sémola de arroz nada más? ¡Y la ventana se llena de hiedra! ¡Qué triste haces mi vida, mujer!”

En el mismo lugar, en el mismo momento, en la misma situación, uno se muestra agradecido mientras que el otro se lamenta. De una misma cosa puedes tú alegrarte o enojarte. Todas las cosas son naturaleza de Buda, pero sólo un Buda que contempla las cosas como Buda las reconoce como naturaleza de Buda.
Si una persona extraviada contempla las mismas cosas, sólo ve su ilusión. Sin embargo, eso no significa que la ilusión sea distinta de la naturaleza de Buda.
Si tu presente actitud ante la vida es engañosa, eso significa que todos los que hasta hoy te han proporcionado alimento, te han apoyado o te han enseñado algo lo han hecho únicamente para hacerte posible este engaño. Si, por el contrario, tu actitud ante la vida es firme, eso significa que has nacido, has sido educado y apoyado para esta firme actitud. Con tu presente actitud vital despiertas todo el pasado a la vida.


¿Qué significa tener buena o mala fortuna? Sea cual sea la situación en que te encuentres, vive tu vida con ambos pies firmes sobre el suelo.
Practicar la vía del Buda no significa confiar en alcanzar un lugar bajo el sol. Andar la vía del Buda significa no patalear en tu presente situación. Aquí está el lugar en el que dar tu vida, aquí el lugar en el que has de dar todo de ti. Éste es el sentido de la frase: “Todos los fenómenos son la forma de la verdad”.

Cuando más des de ti, más tranquilo te sentirás

Paz de espíritu significa contentarse con la vida diaria. Contentarse significa dejar a un lado el “antes de” y el “después de” y ser uno en este instante. No me refiero al pasado y al futuro. Me refiero a mirar fijamente el presente. Nada hay más valioso que tu conciencia presente, pues en ella está la vida eterna.

“Lo que recibiste ayer, debes devolverlo hoy”. No me gusta esta idea. Si recibo algo, lo tomo y digo: “Gracias”. Si alguien lo necesita, simplemente se lo doy. Y eso es todo.

Seguir la vía del Buda significa complacerse con el día de hoy. Tus pies tienen que asentarse firmes sobre la tierra a fin de que no pierdas de vista el día de hoy, este instante, el lugar en que te encuentras y, sobre todo, a ti mismo. Practicar no consiste en acabar las tareas de limpieza cuanto antes. Si no pierdes de vista tu vida diaria mientras haces la limpieza, entonces también ahí estás practicando.

Practicar significa avanzar con paso firme mientras con una linterna iluminas únicamente la oscuridad que se encuentra ante tus pies. No podrás tener una visión general de toda la oscuridad. Pero si a cada paso que das en la práctica te procuras un breve trecho de claridad, entonces realizas la vía eterna del Buda.

Lo que hagas, hazlo sin pensar en ganancias o pérdidas. Emplea en este instante todas las fuerzas de que dispongas.

Me gusta cuando una persona se emplea en algo con toda su energía. Cuando veo que alguien se reserva las fuerzas, me entran ganas de darle una bofetada. Esto vale también para el conductor de autobuses: prefiero su tensa concentración entre el tráfico de Tokio que la relajada conducción en el campo.

Hagas lo que hagas, lo mejor es darlo todo de ti. ¡Escúpete en las manos y pon todo tu empeño en lo que haces!

Durante la guerra, había momentos en que concentraba toda mi energía en el tanden (bajo vientre) y me levantaba con decisión. Así es como al fin conseguía mirar fijamente hacia adelante. Cuando estaba allí de pie, solo, sentía el peso de todo Japón sobre mis hombros. Mientras, por temor, mantenía los ojos cerrados, no podía ver nada. Sólo la desesperada decisión de levantarme me permitía abrir los ojos.

Poner la vida en juego no es gran cosa. El cabo Sawaki se mantenía en pie, bajo el fuego enemigo, hasta que llevaba a todo su batallón al ataque hacia las filas enemigas. Pero esto no tiene nada que ver con ir más allá de la vida y de la muerte. Era sólo el desenfado con que actúa el jefe de una banda de forajidos, al estilo de Mori-no-Ishimatsu (personaje de film). Me daba igual si aquello me costaba la vida. En cualquier caso, no me rompía la cabeza pensando en la muerte.

Si están así sentados ante mí, no tengo elección: cuando imparto un teisho (enseñanza) tengo que darlo todo. Y si no sé algo, lo improviso. Me lo tomo tan en serio que la espalda se me yergue por sí sola.

No tienes elección. Simplemente haz lo que tienes que hacer. Deja lo que tengas que dejar. Cuanto más des de ti, más tranquilo te sentirás. Ahí está el secreto.

Así como no puedes darte un descanso y dejar de respirar ningún día del año, ni en toda tu vida, tampoco puedes hacer pausas en tu práctica. Usar el retrete es práctica. Viajar en autobús es práctica. Leer es práctica. La forma de la práctica cambia, pero la práctica no se interrumpe jamás.

En el zen, la religión es tu vida, siempre, en cada instante. Fija la atención en este momento, sin esperar nada de él, sin hacer depender nada de él, sin añadir ni quitar nada. Simplemente goza de este momento. Tu visión de esta vida ha de ser tan clara que puedas regocijarte incluso si tienes que morir en este preciso instante.

Si tu meta está en el futuro, ya es demasiado tarde. Has de hallarla en este instante, en ti mismo. El satori no significa depositar tus esperanzas en el futuro diciéndote: “Hoy no he llegado todavía muy lejos, pero en algún momento, de alguna manera, lo conseguiré”, sino que significa vivir tu vida dándolo todo de ti en todo lugar y en todo momento, siendo así uno contigo mismo. Sin embargo, si dices que ya “das todo de ti en todo lugar y en todo momento, y eres uno contigo mismo”, ¿no vacilas entonces ante el siguiente paso?

Pensar que se ha alcanzado el satori es también una ilusión. Sólo si tienes claro que a tu práctica le falta siempre algo, podrás encaminar cada uno de tus pasos hacia una práctica en cuerpo y alma. Esto es “dar todo de sí en todo lugar y en todo momento, y ser así uno consigo mismo”.


continuará






lunes, 21 de marzo de 2011

El Zen es una patraña


El Zen es la mayor patraña de todos los tiempos

por el Maestro Kodo Sawaki


Encontrarse a sí mismo y crear la propia vida.

Éste es mejor que aquél. ¿Puede en verdad decirse algo así? Cada uno de nosotros se eleva como la pared de un acantilado, lejos, hacia el cielo. Ahí no hay comparación posible: tú eres tú, yo soy yo. ¿Se ríen de ti porque eres un inútil? Todo lo que tienes que hacer es encontrarte a ti mismo. Descubre cuáles son tus fuertes. Erígete sólidamente sobre ti mismo, apóyate firmemente en ti mismo.

Maquillaje. ¿No reniegas de tu propio rostro cuando lo transformas en el de otra persona? De ese modo no pareces más que un espectro. El arte de maquillarse consiste en primer lugar en conocer y aceptar el propio rostro limpio, para luego resaltar sus particularidades por medio del maquillaje. El hombre de ciencia vive como hombre de ciencia, el trabajador manual como trabajador manual. Lo único que importa es hacer con nuestra vida lo mejor posible. No puedes desaprovechar el tiempo.

Si despertamos a nosotros mismos, entonces lograremos al fin hacer lo mejor con nuestra propia vida. Pero en esa tarea no hay descanso. Cada día hemos de empezar de nuevo. Te encuentras en continua evolución, pero en cada instante eres por completo tu auténtico yo. No es como una imagen en el lienzo. Es más bien como la luna en el agua. Se encuentra en constante movimiento, real sólo en este mismo instante. Por eso la pierdes fácilmente de vista. Pero ese instante es único, tan irrepetible como la vida entera. Si lo pierdes de vista, pierdes con él tu vida. ¿Y qué será entonces de lo que Sawaki tiene que decir aquí? Lo echas todo por tierra.

¿Practicas zazen desde hace cinco o diez años? ¡Y qué! Cada día has de buscar de nuevo tu camino. Si haces tuya la vía del Buda, advertirás que cambia día a día. ¿Cómo he de andar el camino eterno en este instante, en este caso? Tenemos que despertar de nuevo en cada instante, practicar de nuevo a cada instante. ¿Quién sabe si mañana seguiremos con vida? ¿Quién se acuerda aún de ayer? Lo verdaderamente importante es lo que hago en este momento. Mis pies tienen que sostenerse tan firmes en el suelo que por medio de ellos todo mi cuerpo se asiente en la tierra.

Seguir la vía del Buda significa dejar de imitar a los demás en todo. En la vía del Buda no puedes imitar a nadie, has de andarla tú mismo, de tu propia y genuina manera. Tampoco puedes imitar a nadie con respecto a la paz de espíritu, ¿cómo podrías imitar el satori de otra persona? Se trata de ti mismo, en este lugar, en este instante: ¿de qué te sirve apelar al satori de tu maestro? Es TU vida, ahí nada corre por cuenta de Buda. Practicar la vía del Buda significa crear tu propia vida, significa encontrar tu propio camino para vivir esta vida.
Lo que hoy en día se llama religión no son más que buenas palabras que no sirven para nada; palabrería hueca, recitada de memoria, sin relación alguna con nuestra vida.

Escuchar las enseñanzas significa echar un poco de agua en una bomba vacía. Una persona corriente es como una bomba vacía: llena de aire no sirve para bombear agua del pozo. Pero si desde arriba se vierte agua en esa bomba, entonces empezará a bombear hacia arriba el agua del fondo. De esta manera, sale de nuevo de la bomba el agua que al comienzo se vertió. Y el agua que luego sale de la bomba no procede del maestro ni del Buda, sino de las profundidades del propio pozo.


Seguir la vía del Buda significa desplegar tu propia y genuina naturaleza.

Sería una necedad que Sawaki se pusiera la máscara del Buda Sakiamuni. Sawaki se hace por completo responsable de sí mismo. No se deja representar ni siquiera por Sakimuni ni por Maitreya. Pues lo que puede este Sawaki, no lo pueden ni Sakimuni ni Maitreya en su lugar. Si comprendes que dispones de algo que nadie puede reemplazar, en adelante vivirás tu vida sin ser una carga para nadie. Lo has tenido siempre. Es aquello que es lo más importante de ti mismo.

El valor de una persona no se mide por lo que gana. ¿Cuál es entonces el verdadero valor de una persona? Si lo buscas, primero deberás encontrarte a ti mismo. Si uno se empeña en esta búsqueda, ya ha dado de ese modo con la mayor fortuna que una persona puede tener. Intimar con uno mismo, ¿podría haber algo más grande que esto?

Como discípulos de Bodhidharma no aprendemos de otro. No practicamos como niños que toman clases de piano. Nuestro punto de partida es este cuerpo con cabeza, brazos y piernas. Hemos de preguntarnos constantemente si nuestra práctica no es algo distante o aprendido de memoria. Nuestra felicidad ha de consistir en encontrar firme apoyo en nosotros mismos: esto es lo que significa ser Buda.

¿Cuál es el objetivo de nuestra práctica? Basándonos en las enseñanzas de budas y patriarcas, redescubrirnos nuevamente cada día, en esta vida en la que cada día es el primero de todos. En esta vida ilimitada se trata de descubrirnos a nosotros mismos, de forma completamente nueva, sin imitar a nadie ni apelar a lo aprendido de memoria. ¡Créate a ti mismo! ¡Redescubre tu propia vida!

Sawaki no necesita ser otra cosa que Sawaki

Si fuera rico mi enseñanza no tendría chispa. Sólo porque soy pobre tiene valor lo que os digo. Simplemente eso casa bien conmigo. No me hurto el aire que respiro. Despierto a mí mismo.

Nací huérfano, sin dinero y con poca inteligencia; reunía así todas las condiciones para ser infeliz en este mundo. Nadie podría ser más infeliz que yo y, sin embargo, me parece haber tenido la vida más feliz del mundo. No podría estar más agradecido por esta vida.

Cuando todavía era un simple trabajador en Eiheji, me encontraba una vez sentado en la sala de meditación haciendo zazen en la penumbra. Cuando por casualidad me vio la anciana que limpiaba la cocina, y que acostumbraba a fastidiarme en el trabajo, se arrodilló espontáneamente y se inclinó ante mí, como si fuera el Buda en persona. Esta experiencia ha marcado mi vida. Entonces me di cuenta de que tenía que practicar zazen durante el resto de mi vida. Hay algo en el zazen que incluso a esta mujer le impulsó a postrarse (...) No sé por qué, pero el zazen es más valioso de lo que soy capaz de imaginar. En consecuencia, he dedicado toda mi vida al camino del zazen. Me siento agradecido por poder vestir el kesa y poder sentarme en zazen.

Mi propósito en esta vida no consiste en predicar las verdades más elevadas o meditar sobre las ideas más profundas. Lo único que hago es seguir fielmente las enseñanzas de budas y patriarcas, y sentarme. A los 18 años ví con claridad que nada puede haber más precioso que una vida dedicada a zazen.

Si sabes cuál es el propósito de tu vida, haz todo lo posible para realizarlo. No es necesario invitar a otros a acompañarte en ello. Nadie más puede hacerlo por ti: eres tú quien debe crear tu propia vida.

Para mí no hay otro camino que zazen. En esta senda, no existe para mí ningún motivo para envidiar o despreciar a nadie ya que yo no quiero ser como ningún otro. ¿El señor presidente? ¡Me importa un bledo! Sawaki sólo necesita ser Sawaki. ¿Qué, si no?

No deseo nada más en esta vida. No me arrodillo ante nadie para mendigar. Tampoco me atengo a lo que los demás quieren de mí. Cuando tengo qué comer, como; cuando no, pues no. Mi ánimo es firme: mientras me alcance la vida, viviré, y cuando llegue la muerte, entonces moriré. En este instante la vida se extiende ante mí hacia lo lejos y tan clara como el cielo azul, ¿qué podría haber más bello?

No tengo patria. En cambio, allá donde esté me encuentro en casa. En ninguna parte me siento como un invitado. En los templos a los que se me invita habito como si fueran el mío propio. Vivo con naturalidad, sin grandes ceremonias. A cada paso que doy, me encuentro en casa. En cada paso se halla el universo. Ningún lugar al que ir, ningún lugar al que regresar. Ningún lugar en el que pudiera ocultarme, y tampoco ningún lugar que tras el que andar.

Originalmente, a ninguno de nosotros nos falta absolutamente nada. Toshuo Osho lo llama: “Tu mente que es por completo Buda”. Ser Buda significa confiar en ti mismo y estar contento. No significa trepar desde tu condición de persona corriente hacia lo alto para acercarte a Buda, como si elevaras tu propio valor a las alturas. Mientras elevamos el valor de una cosa nos estamos moviendo en nuestro mundo corriente, que nada tiene que ver con el mundo de Buda.

Durante años vagué inmerso en la vorágine del karma, hasta que finalmente el zazen se convirtió en una segunda naturaleza. ¿Qué he hecho para merecer por fin la paz de zazen? ¿Qué mayor gozo puede haber que poder sencillamente sentarse en zazen? A lo largo de toda mi vida sólo quiero comer para poder hacer zazen y —si estoy enfermo— tomar medicamentos sólo para poder hacer zazen. Toda mi energía vital está encauzada hacia zazen. Y estoy agradecido de que hasta hoy todas las personas a mi alrededor me han proporcionado comida, ropas limpias que llevar y agua con que lavarme, permitiéndome así vivir esta vida para zazen.

No sé qué he hecho para merecer esta vida pero alguna razón debe de haber. En cualquier caso, no he empleado mi vida en otra cosa que en zazen. No estoy capacitado para nada más que vestir el kesa y sentarme en zazen. El monje Sawaki no está en condiciones de hacer otra cosa. Hago simplemente lo que puedo. Esto significa seguir mi camino hasta el final.

Esto agradecido por todo en esta vida: por haber nacido pobre, por que mis padres murieran pronto, por haberme marchado de casa y haber participado en todo en Eiheji. Agradecido de que hoy, como una flor que crece hacia el sol, puedo dirigir todas mis acciones hacia la Vía.


Continuará

miércoles, 16 de marzo de 2011

Zen y salud

Hay que comenzar diciendo que zazen no es un método terapéutico, pero su práctica conlleva una serie de cambios profundos y mejoras en la estructura y en el funcionamiento del organismo.

Tampoco es una gimnasia para conseguir algo en especial, sino una postura de despertar y de apertura de la conciencia.

Sus efectos a nivel de la salud general son innegables y han sido investigados por la ciencia, en particular en la universidad de Komasawa en Japón, donde el Maestro Deshimaru y el Prof. Y. Ikemi (ver Zen y autocontrol. Ed. Kairós) realizaron numerosas pruebas y mediciones, corroboradas también por otros investigadores.

Si bién la acción específica de zazen es a nivel de la conciencia, ya que zazen es una postura profundamente espiritual; la conciencia no es diferente del cuerpo e incluye la actividad mental y emocional.
Veremos con más detalles que los cambios que se operan en la conciencia de ser influyen directamente en los diferentes niveles vibracionales, es decir en el plano físico, el de la energía (chi), el mental y el emocional.

Durante la práctica de zazen los 3 puntos fundamentales en los que se hace incapié son la postura del cuerpo (nivel físico), la respiración (nivel energético) y la actitud del espíritu (nivel mental y emocional).
Vale aclarar una vez más que estas categorías son explicativas, en realidad no hay separación entre las tres. Son aspectos de una misma realidad. Hay que comprenderlos en su totalidad.

El nivel físico
La característica de zazen es que es una postura muy estable. La posición de loto es la más estable y equilibrada que el ser humano puede adoptar durante mayor cantidad de tiempo. Existe una relación directa entre las posturas que adopta el cuerpo y el tipo de pensamiento que se generan. Obviamente, a una postura estable le corresponde un pensamiento estable, o lo que es lo mismo, una estabilidad y equilibrio psicológico y emocional. La prueba es que la práctica regular de zazen calma la mente y permite controlar las emociones.
Zazen transforma y mejora la imagen corporal interna (y también la externa).

Ya el hecho de concentrarse en la postura y en la respiración, amplia la cantidad de señales que se reciben y que normalmente pasan desapercibidas, por ej: la posición de la columna vertebral, el centro de gravedad y el equilibrio (relación con el espacio), el tono muscular, el estado de los órganos internos (dolores, malos funcionamientos, bloqueos, etc).
Esta toma de conciencia de nuestra realidad interna es muy importante para poder prevenir y curar dolencias y enfermedades que de no ser así se manifestarían cuando ya es tarde.

En este sentido zazen es auténtica medicina preventiva, e incluso curativa, ya que permite desde lo profundo comprender y corregir la raiz del desequilibrio.

La espalda derecha es otro rasgo que caracteriza a la postura de zazen.

La posición de la columna vertebral, que en zazen está erguida y en equilibrio sobre su eje, genera una fuerte influencia en el tono de los músculos posturales y en los nervios espinales, en particular a nivel lumbar y de la nuca.
Esto permite relajar la musculatura de los hombros, brazos y abdomen, eliminando las tensiones innecesarias y mejorando la circulación de sangre y energía en los órganos internos (aparato digestivo, urinario y sexual), fortaleciéndolos.
Un antiguo proverbio chino dice. "un ser humano tiene la edad de su columna".

La espalda derecha y erguida es una cuestión, además, de evolución. Es lo que nos acerca a dios y nos diferencia del animal.
Al estar la nuca estirada y la cabeza en equilibrio sobre los hombros, esto permite que el flujo de sangre y energía que trepa por la columna se optimice, mejorando la irrigación y la fisiología cerebral, y de todo el organismo.

El Maestro Kosen repite con frecuencia: "Durante zazen hay que empujar el cielo con la cabeza y la tierra con las rodillas".

La posición del centro de gravedad es otro dato interesante. Normalmente el centro de gravedad de una persona se encuentra a unos 3 ó 4 dedos por debajo del ombligo, a esta zona se la llama kikaitandem, "océano de la energía".

Cuando estamos sentados con las piernas cruzadas este punto debe estar por encima del plano de las rodillas para que la postura sea estable, por eso se eleva la pelvis con un zafu,

Este, además permite bascular la pelvis hacia adelante y la columna puede mantenerse derecha por más tiempo sin generar esfuerzo muscular ni distorsiones, ya que cuando el centro de gravedad se acerca al centro de esta base triangular la columna puede extenderse y permanecer en equilibrio .

La respiración
Durante zazen se es conciente de la respiración.
Ser concientes de ella es tomar conciencia directa del ser.
La respiración representa el puente, el trazo de unión, entre el plano físico y el espiritual. Conecta el mundo visible con el invisible.

Antes de todo se trata de establecer un ritmo lento, fuerte y natural, basado en una expiración suave, larga y profunda, generando una expansión del bajo vientre, lo que además de provocar un masaje en los órganos internos, estimula la atención por vía nerviosa mediante un mecanismo de retroalimentación o feedback, (existe una conexión entre el kikaitandem, la nuca y el cerebro profundo).

El aire se expulsa lentamente y silenciosamente por la nariz, mientras que la presión debido a la expiración, baja con fuerza al vientre. Al final de la expiración, la inspiración se efectúa naturalmente.
Los estudios realizados en la Universidad de Tokyo por los Prof. Y. Ikemi y Y. Sugi, demuestran los profundos efectos metabólicos que ocurren en el organismo gracias a la respiración efectuada durante zazen.

Primeramente, la exhalación larga y profunda permite expulsar el aire residual constituido por gas viciado, inútil para la oxigenación. Este constituye 1/3 de la capacidad pulmonar (unos 1200 ml.).
Al mismo tiempo se reduce el consumo de oxígeno y aumenta la oxigenación pulmonar, con lo cual disminuye considerablemente el trabajo respiratorio (baja el ritmo y aumenta la amplitud).

Se fortalece además la energía vital (chi) de los pulmones. Para la medicina china el pulmón es el gobernador de la energía y la sede del coraje y la capacidad de concentración. Desde el punto de vista de la curación es de gran significación en personas con problemas respiratorios y emocionales.
Otra constatación: durante zazen disminuye el metabolismo basal, incluso en valores inferiores a los del sueño.

Un dato interesante, en la naturaleza las especies que viven más tiempo son las que tienen un metabolismo más bajo (tortuga, elefante).
Este estado de reposo orgánico tiene enormes implicaciones para la salud general. Influye sobre el sistema nervioso, equilibrando los sistemas simpático y parasimpático (sistema nervioso autónomo o neurovegetativo).

Se armoniza el funcionamiento de las glándulas endocrinas.

Se reduce la producción de deshechos por parte de los pulmones, piel, riñones e higado, optimizando así los sistemas de depuración del cuerpo.

Por otra parte, al encontrarse los músculos locomotores y posturales en reposo y equilibrio, disminuye la producción de ácido láctico, que es un derivado de la combustión de la glucosa durante la actividad física (glucólisis anaeróbica). Se piensa que el exceso de este metabolito producido por una oxigenación muscular deficiente, es causante de dolores musculares y calambres. Al encontrarse en bajos niveles, esta sería unas de las causas de la sensación de bienestar que acompaña a la práctica de zazen.

Zazen es un generador y acumulador de energía. Por eso es importante permitir que esta circule libremente.

La conciencia

Actividad sensorial
Durante zazen se agudizan los sentidos y al mismo tiempo se produce un equilibrio entre ellos, es decir ninguno predomina.
Generalmente la vista es el sentido que más utilizamos, de hecho, la realidad que creamos es visual, a diferencia del perro, por ejemplo, que lo hace a expensas del olfato.

En la postura de meditación zen la vista pierde predominancia, está relajada, incluso dirigida hacia el interior. Esto disminuye la tensión ocular de las personas que viven en medios visualmente saturados. A medida que se practica se gana en amplitud y profundidad de campo y facilita una redefinición visual de la realidad. Se pueden ver las cosas "tal "como son y no solo su reflejo como se hace habitualmente.

El oído aumenta el umbral de percepción, captando estímulos auditivos que comunmente no llegan a ser concientes.

También el olfato se vuelve particularmente sensible a perfumes y olores.

Lo mismo ocurre con las sensaciones corporales (cinestésicas). La práctica regular de zazen desarrolla una aguda conciencia corporal, permitiéndonos ser concientes de cualquier desequilibrio o bloqueo pudiéndo corregirlos en su fase inicial.

Cabe destacar que zazen, a diferencia de otras meditaciones, no genera una desconexión sensorial, es decir, no se está aislado del medio, pero tampoco se realiza un juicio o evaluación de los fenómenos percibidos (agradable, desagradable o indiferente), sino que se está en un plano suprasensorial. Esto permite desarrollar una actitud ecuánime y desapegada y al mismo tiempo permanecer en estado de atención.

Como se ve entonces, se puede crear una realidad más amplia y armoniosa, sin depender exclusivamente de la percepción limitada e ilusoria de los sentidos pero tampoco prescindiendo de ellos. Es la vía del medio.

Las emociones
Hoy en día una gran cantidad de personas sufren de desequilibrios emocionales, ya sea bajo la forma de apegos y deseos exacerbados, de rechazos y fobias o de indiferencia afectiva.

Mucho sufren además de desequilibrios en su sistema nervioso y energético, generando emociones descontroladas o inadecuadas, alterando su entorno y a ellos mismos.

Zazen provoca una armonización del plano emocional desde la profundidad, reequilibrando los centros neurológicos responsables de generar y modular las respuestas emocionales, como el sistema límbico, el lóbulo frontal, el sistema neurovegetativo, etc., y por otra parte fortaleciendo la energía vital y la capacidad para comprender y asimilar los fenómenos de la vida cotidiana al calmar la mente y expandir la conciencia.

La actitud del espíritu
Durante zazen se dejan pasar los pensamientos y todas las "construcciones mentales", lo que produce un reposo del córtex, en particular del lóbulo frontal, sede de la personalidad, la conducta, la palabra y el pensamiento conciente y una activación del cerebro profundo y de áreas neuronales habitualmente "dormidas".

Las caóticas y superficiales ondas Beta de la actividad cerebral conciente, van siendo reemplazadas por ondas Alfa y Theta, más profundas, más amplias y de menor frecuencia.

Esto se traduce en calma mental y en una expansión de la conciencia que ya no está atada a los límites del pensamiento dualista y discursivo del conciente. Lo que contribuye a resolver las contradicciones de la vida cotidiana impuestas por una manera desequilibrada de pensar. Se redimensiona el pensamiento.

Mejora la irrigación de las capas profundas del cerebro, mejorando la química (neurotransmisores) y la fisiología del sistema nervioso en su totalidad.

Muchos de los problemas tales como estrés, insomnio, trastornos de conducta (fobias, depresiones, bipolaridad, agresividad, etc.) son debidos a desequilibrios en la neuroquímica del cerebro, la práctica regular de zazen puede ayudar en estos casos.

Investigaciones realizadas en la Universidad de Michigan demostraron que la capa de sustancia gris del córtex cerebral que corresponde a los cuerpos de las neuronas, está engrosada (lo contrario de atrofiada) en las personas que practican zazen con asiduidad.

Al equilibrar las funciones cerebrales, en ambos hemisferios se incrementa el pensamiento creativo y la imaginación, herramientas fundamentales para mejorar la adaptación al medio y aumentar la inteligencia.

También funciones como la capacidad de foco (focalización) y la atención se ven incrementadas, ampliadas y estas son características de una mente superior y más evolucionada.

En el Fukansazengi se dice: "hay que pensar sin pensar, pensar desde el fondo del no-pensamiento", más allá de las dudas y las relatividades, pensamiento absoluto, hishiryo en japonés. el fruto de la concentración y observación durante zazen.

Este es el pensamiento de Buda, verdadera pureza y un auténtico tesoro.

El retorno a la condición normal y equilibrada del cuerpo y del espíritu.

Zazen no es un método de salud, pero como método de salud es el mejor.


martes, 15 de marzo de 2011

Shobogenzo de Dogen Zenji


Capítulo 90

Hokke ten hokke
“Sólo una verdadera flor muestra su verdadero aspecto”

La tierra de Buda se extiende en las diez direcciones y abarca el mundo entero. Todos los países tienen la verdadera flor, la hermosa y limpia verdad. Todos los Budas en las diez direcciones y en los tres mundos (forma, vacío y apego) que consiguieron la suprema iluminación, enseñan su verdadero rostro y su verdadero aspecto.

Un Bodhisattva con una práctica sin retroceso, es un hombre que habiendo estudiado el Sutra del Loto, practica de acuerdo con él.
La sabiduría de los Budas, es verdaderamente profunda, abunda en paz y tranquilidad, la gente corriente no puede entenderlo.
En el Sutra del Loto se dice: “sólo una verdadera flor, muestra su verdadero aspecto” y continúa “sólo los Budas de las diez direcciones realizan completamente este principio, por lo que pueden guiar a todos los seres sensibles hacia la iluminación”.

Toda forma es verdadera forma”; la iluminación es alcanzable por todos. Todos los fenómenos en sí mismos son verdaderos. Ser es real existencia y real existencia es ser. Por esto apareció Sakiamuni en el mundo. Una verdadera flor, enseña la verdad y simultáneamente, la verdad enseña la verdadera flor. Este hecho es la sombrilla bajo la cual vida eterna, omnisciencia, impermanencia y samadhi, ocurren.

El Sutra dice “La sabiduría de los Budas es la mente misma”. Ya somos Budas. Sólo falta fe en ello. Eno compuso este verso:
"La desilusión será iluminada por la verdadera flor de loto.
El iluminado lo hará con la verdadera flor de loto".

“Hay dos alternativas, o realizar nuestra naturaleza o destruirnos a nosotros mismos. Incluso la recitación continua de este Sutra por largo tiempo, no puede cambiarlo. Cuando leemos el sutra, no debemos atarnos a lo leído. Igualmente, no atarnos a no estar atados a la lectura. Sólo leer. Cuando estudiamos así las enseñanzas, Ekayana es como una vaca blanca tirando de un carro”.

Iluminamos y somos iluminados por todas las cosas simultáneamente.

No debemos estar descontentos con el estado de desilusión de nuestra mente.
Para muchos, la palabra “iluminación”, evoca pensamientos de felicidad y crea grandes expectativas. Deben saber que la iluminación va más allá de esos asuntos.
No conduce a cierto mundo especial. Continuamos en los Tres mundos (forma, vacío y apego).
La iluminación no es una salida para escapar del ciclo de la vida y la muerte.
Quien posee la sabiduría de los Budas, la realiza en la forma de una apacible existencia (a causa de su mayor percepción) no siendo afectado por el polvo del mundo. En este estado, ve todas las cosas en su esencia.
El iluminado se da cuenta de los actos de abrir, mostrar y entrar en la iluminación de las relaciones.

“Toda forma es vacío, todo vacío, forma”, simplemente significa que podemos iluminar a la verdadera flor de loto. Entonces nos damos cuenta de que la discusión vida y muerte, no tiene sentido y que no debemos pensar que vida es sólo vida y muerte sólo muerte.
Todas las cosas en todo tiempo desde el pasado eterno hasta el eterno futuro, son la verdadera flor de loto. Incluso si nuestro cuerpo y mente no están en armonía, no podemos escapar a la ley de la verdadera flor de loto que es verdad eterna. Ver las cosas tal y como son es el más asombroso tesoro: como ver una luz brillante o ir al Dojo (zendo). Esta es la ilimitada y eterna vida de Buda.

La ilusión es cambiada por la verdadera flor de loto; la iluminación cambia a la verdadera flor de loto. En último extremo significa que la verdadera flor de loto ilumina a la verdadera flor de loto.

Escrito por mí, Dogen, un monje que después de haber practicado en China volvió a Japón y transmitió el Dharma.

Esto fue dado a su discípulo Etatsu, en el período de prácticas de verano (ango) en 1241.

Dogen escribió: “Me impresionó profundamente la determinación de Etatsu. Afeitó su cabeza y vistió las ropas de monje, cosas dignas de mérito. La práctica sincera es el camino de un verdadero monje. Etatsu practicó duramente, cambió la verdadera flor de loto, la hizo girar y tomó la ordenación. Hacerla girar transciende nuestra consciencia y alcanza el más alto nivel de la verdadera flor de loto. Inspirar y expirar son lo mismo ahora que en el pasado”.

lunes, 14 de marzo de 2011

Enseñanza del Maestro Kosen durante zazen


Durante zazen no hay que entrar en un estado especial.

Por eso, en el dojo a menudo doy consejos sobre la postura para corregirla.
Concéntrense en la postura, y en los puntos importantes de la postura.

Entonces ¿cómo voy a corregir la postura? Digo, por ejemplo, "enderecen la
cabeza" o "entren el mentón."
Corregir la postura implica aceptar, concebir la incorrección. Y pues,
corregir su postura es hacerla indirectamente incorrecta. Posiblemente
esta enseñanza va a confundirlos un poco, pero...

Les digo en el dojo: "¡por favor, olviden el ego!."
Es difícil olvidar el ego con el cual se identifican durante todo el día.
Y cuanto más tratan de corregir la postura de su ego, más continúan reforzándolo durante zazen.
Pues, hay dos cosas importantes en el zazen:
-¡Una es olvidar!
-¡La otra es recordar!

Hay gente que dicen de su vida: "Yo en mi vida, a mi me gusta estar al tanto, yo quiero aprender más, aprender, siempre aprender, aprender... tuve muchos maestros, tuve un maestro japonés, tuve un maestro indio, un maestro de esto, un maestro de aquello; aprendo, aprendo..."

¿Pero qué hay pues que yo ya no sepa?
Sabemos todo esto desde el principio, desde hace tiempo. Desde la eternidad. Sabemos todo.
Entonces no se trata de aprender, sino de acordarse.
Tenemos miedo de morir y cuando morimos, nos acordamos que jamás hubo ni vida ni muerte.
Pero entonces ¿y el cuerpo?
Toda una historia para crear un cuerpo: nueve meses.
Comparado con la eternidad ¿qué son nueve meses? No es ni siquiera una fracción de segundo. Nueve meses de nuestro tiempo para olvidar lo que tanto procuramos recordar. Generalmente olvidamos los primeros meses y luego los primeros años... un año, dos años y de nuevo estamos allí, amnésicos, sobre esta tierra.

Zazen, es esto el secreto.

Entonces alguna vez le preguntamos a alguien:
- ¿Dormiste bien anoche?
Contesta:
-Super-bien. Dormí, no soñé. Me acosté y me dormí: ¡bang! No soñé en toda
la noche. Dormí bien.
-Oh, ¡qué bien! yo soñé que tenía insomnio. Durante toda la noche soñé que
me daba vuelta de un lado par el otro. Tuve sólo un sueño: soñé que tenía
insomnio.
Y de repente el otro dice:
-Oh, ¡ya está! Me acuerdo de mi sueño. ¡Finalmente soñé! Tuve un sueño
sagrado, muy, muy conciente.
Entonces, durante zazen, me preguntaba: "¿Hay que abrir o cerrar los ojos?
¿Bizquear o no bizquear?"

Hablé de esto durante varios kusenes. Lo Importante, no son los ojos sino lo que miran. Y lo que miran es acordarse. No identificarse con su ego, hay que olvidarlo. No es que no exista, pero es solamente un sueño, nuestro sueño. Así, como lo dice el Hokyo Zanmai: "este reflejo soy yo, pero yo no soy el reflejo".

Entonces ¿qué es el reflejo?".

El reflejo es nuestra vida terrestre, es nuestro yo, nuestras memorias
humanas y a lo que nos identifican. Efectivamente el reflejo soy yo, pero hay que acordarse de nuestra eternidad indeleble. No hay nada que temer. siempre fuimos esto, no hay nada que pueda destruir esto, nuestra verdadera naturaleza. ¿Por qué no acordarnos de esto, ser libres?

¿Qué es este sueño endeble?
Entonces, ¿qué es el zazen?

El zazen, este momento fabuloso, es el momento y el lugar, o el aquí y el
ahora si prefieren, donde el reflejo y su origen se vuelven sólo uno.
Donde el ego y lo inmortal se reúnen en esta postura sublime, esta actitud
sublime, al mismo tiempo física e inmaterial. No hay palabras, de todas
maneras no se necesitan palabras. Zazen es el alfa y el omega, para un ser humano es formidable, total.

Entonces el ego no está prohibido. Permite realizar la experiencia del tiempo y la vida diaria. Pero debemos crear nuestro futuro en el presente y a partir de lo eterno que está en nosotros. Crear nuestro futuro, enviarlo como barcos mensajeros hacia el horizonte de nuestro tiempo
lineal, para vivirlo más tarde, teniendo la memoria de su creación.

Es siempre un acordarse: "Oh, siiii ¡me acuerdo de esto! ¡Oh siii, claro, esto lo creé yo!".

Este es el arte de vivir nuestra individualidad en relación con nuestra eternidad.

Maestro Kosen
kusen (enseñanza) en el dojo de Montpellier

sábado, 12 de marzo de 2011

El espíritu del principiante


A veces se dice que la práctica de zazen es difícil, pero hay una gran equivocación en lo que respecta al porqué.

No es difícil por que resulte arduo mantener la postura con las piernas cruzadas y la espalda derecha, aunque esta pueda ser una dificultad inicial. Es difícil porque lo arduo está en mantener nuestra mente y nuestra práctica puras en su sentido fundamental, esencial.
A medida que se continúa esta práctica a través de los años, quizás se mejore un poco o se progrese, pero uno está propenso a perder el significado infinito de la mente original y el espíritu del comienzo.

El espíritu puro del principiante, del que busca sinceramente sin ninguna pretensión, con un deseo ferviente de aprender y mejorar.

La "mente original" lo incluye todo en sí misma.

Es siempre rica y autosuficiente. La mente original es pura y se basta a si misma. Y es este estado mental que debemos tratar de no perder. Esto no significa aislarse o tener la mente cerrada, sino, en realidad, mantenerla vacía, pronta, disponible. Cuando la mente está vacía, se encuentra siempre dispuesta para cualquier cosa, abierta a todo. “A la mente del principiante se le presentan muchas posibilidades; a la del experto, pocas”, enseñaba el Maestro Susuki.

La naturaleza original lo incluye todo.

Del campo infinito de posibilidades que es el inconciente, brota la mente pura, sin dualismos ni discriminaciones. Las categorías limitan.
Seguro que en la vida cotidiana, hay que elegir, se presentan siempre categorías, alternativas, límites. Pero durante la práctica de la meditación, todo esto se debe dejar pasar y volver al no pensamiento, a la mente original, vacía y tranquila.
El ejemplo del vaso lleno o vacío, cuando está repleto, ya no le entra nada más a diferencia del vacío, que puede ser llenado.

Solo así podemos aprender algo, cuando hay un vacío previo. Si creemos que sabemos algo, ya perdemos la frescura y la motivación para seguir aprendiendo. El vaso esta lleno.

Este es el problema de los “especialistas”: saben mucho de poco y poco de la totalidad, conocen sobre una sola cosa, y se pierden todo lo demás, pierden referencia, posibilidades, creatividad. En nuestra sociedad son muy apreciados, la especialidad es lo máximo.

Curiosamente en términos biológicos, cuanto más especializada es una especie, menos oportunidades de sobrevivir tiene. Es evidente, estás demasiado preparado para una sola cosa, cuando cambian las condiciones (que es lo que ocurre en la naturaleza permanentemente) no hay herramientas ni información para sobrevivir a las nuevas condiciones.
El mismo conocimiento que brinda seguridad y suficiencia, termina por limitar, estrechar su campo de acción y entonces ya deja de ser “verdadero” conocimiento, ya que no se renueva ni se transforma, pierde capacidad, utilidad y además fuentes de información.

Todos los pensamientos basados en el propio “yo” crean un límite, ya que ese “yo” es limitado y generalmente estereotipado.

Podemos, por razones didácticas, llamarlo “mente reactiva” a diferencia de la “mente original”. La mente reactiva responde al medio, como un reflejo, no tiene existencia propia. Eso que llamamos “Yo”, es un collage de interacciones con el entorno, con los demás, con el medio interno, que se actualiza permanentemente. Está hecho de recuerdos, ilusiones, deseos y frustraciones, reflejos e interacciones, acción y reacción, programas previamente instalados en el subconciente.

Es solo una especie de carta de presentación que nos sirve para funcionar, una referencia para nosotros y para los demás. Pero representa una pequeña parte del ser esencial, de nuestra verdadera naturaleza, de la mente original.

El Maestro Dogen escribió: “si durante la práctica de zazen la mente conciente permanece activa permaneceremos siempre encadenados a sus límites”.

Por eso el secreto es conservar siempre el espíritu del “principiante”. El espíritu del comienzo.

No hay que dejar nunca de sorprenderse ni de motivarse.

Esta mente pura es la que nos vuelve sinceros con nosotros mismos y nos permite seguir aprendiendo, sin pretensiones ni egoísmo. De esta manera es posible armonizarse con todo los demás y encontrar el verdadero espíritu para practicar zazen.
No es solo teoría, no se trata de acumular datos, información o lo que sea de forma conciente o voluntaria. El cerebro en si mismo contiene información producto de millones de años de evolución y además está captando y traduciendo a cada segundo una miríada de bites de información de los cuales somos concientes de apenas unos pocos.

El espíritu del principiante es digno de respeto.

Querer aprender sinceramente y poner su cuerpo y su espíritu incondicionalmente en este acto, es la más alta dimensión del ser humano, que además desprende una cantidad enorme de energía e información y genera una influencia positiva para todos.

Incluso un debutante que practica zazen conoce la forma adulta y evolucionada de su vida.

viernes, 11 de marzo de 2011

Enseñanza del maestro sobre la postura de zazen

El Maestro Kosen enseña la postura de zazen en Shobogenji durante un campo de verano.

http://www.youtube.com/watch?v=PHGFK2DqT_U&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=GHdjeEPnm3g&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=CUumiiHAl4k&feature=related

Fukanzazengi


FUKANZAZENGI
Principios universales para la práctica de zazen

La Vía es fundamentalmente perfecta. Penetra todo. ¿Cómo podría depender de la práctica y de la realización? El vehículo del dharma es libre y despejado de todas las trabas. ¿En qué es necesario aplicar el esfuerzo concentrado del hombre? En verdad el Gran Cuerpo está más allá del polvo del mundo. ¿Quién podría creer que existe un medio de desempolvarlo? El Camino nunca se aparta de uno, está donde uno está. Nada está lejos en este preciso lugar. ¿Qué sentido tiene ir a practicar allá o acá?

Sin embargo, si hay una fisura, por muy estrecha que sea, la Vía queda tan alejada como el cielo de la tierra. Si se manifiesta la menor preferencia o la menor antipatía, el espíritu se pierde en la confusión. Imaginen a una persona que se jacta de comprender y que se hace ilusiones sobre su propio despertar, al ver a medias la sabiduría que penetra todas las cosas, que unifica la Vía y clarifica el espíritu, y hace nacer en ella el deseo de escalar el mismo cielo. Esta persona apenas ha emprendido la exploración inicial de las zonas fronterizas y es aún insuficiente en la vía vital de la completa emancipación

¿Tengo yo necesidad de hablar de Buda, que estaba en posesión del conocimiento innato? Se siente todavía la influencia de los seis años que él vivió sentado en loto en una inmovilidad total. Y Bodhidharma, la transmisión hasta nuestros días del sello, ha conservado el recuerdo de sus nueve años de meditación delante de una pared. Si esto sucedía con los santos de la antigüedad, ¿como los hombres de hoy pueden quedar dispensados de practicar la Vía?

En consecuencia, deben abandonar una práctica basada en la comprensión intelectual, corriendo detrás de las palabras y ateniéndose al sentido literal. Deben aprender el giro que dirige vuestra luz hacia el interior, para iluminar vuestra verdadera naturaleza. El cuerpo y el espíritu se borrarán por sí mismos, y aparecerá vuestro rostro original. Si quieren alcanzar el Despertar, deben practicar el Despertar sin demora.

Para Zazen, conviene una habitación silenciosa. Coman y beban sobriamente. Rechacen todo empeño y abandonen todos los asuntos. No piensen: "esto está bien, esto está mal". No tomen partido ni a favor ni en contra. Paren todos los movimientos del espíritu consciente.

No juzguen los pensamientos ni las perspectivas. No tengan ningún deseo de convertirse en Buda. Zazen no tiene absolutamente nada que ver con la posición sentada o la posición acostada.

En el sitio donde tengan la costumbre de sentarse, extendiendan una alfombrilla de paja y pongan el zafu encima. Sientense en loto o en medio loto. En la postura del loto, pongan primero el pie derecho sobre el muslo izquierdo y el pie izquierdo sobre el muslo derecho.

Cuiden de aflojar vuestra ropa y vuestro cinturón, arreglándolos convenientemente.

Pongan entonces la mano derecha sobre el pie izquierdo y la mano izquierda dirigida hacia arriba sobre la mano derecha; los extremos de los pulgares se tocan.

Sientense bien rectos, en la actitud corporal correcta, ni basculada a la izquierda, ni basculada a la derecha, ni hacia delante, ni hacia atrás.

Tengan cuidado de que las orejas estén en el mismo plano que los hombros y que la nariz esté en la misma línea vertical que el ombligo.

Pongan la lengua pegada al paladar; la boca está cerrada; los dientes se tocan.

Los ojos deben quedar siempre abiertos, y debéis respirar suavemente por la nariz.

Cuando han conseguido la postura correcta, respiren profundamente una vez, inspiren y expiren. Basculen el cuerpo de derecha a izquierda e inmovilícense en una posición sentada estable. Piensen en no pensar. ¿Cómo se piensa en no pensar? Más allá del pensamiento (Hishiryo). Esto es en sí mismo el arte esencial de Zazen.

El Zazen del cual hablo no es el aprendizaje de la meditación, no es otra cosa que el Dharma de paz y felicidad, la práctica-realización del Despertar perfecto. Zazen es la manifestación de la última realidad. Las trampas y las redes no pueden nunca alcanzarlo. Una vez que han asido su corazón, son idénticos al dragón cuando sale del agua o parecidos al tigre cuando penetra en la selva. Pues hay que saber que en este momento preciso - cuando se practica Zazen - el verdadero Dharma se manifiesta y que desde el principio hay que apartar la flojedad física y mental y la distracción.

Cuando se levanten, muévanse suavemente y sin prisa, calmada y deliberadamente. No se levanten de manera súbita o brusca. Cuando se echa una mirada sobre el pasado, se percibe que la trascendencia de la iluminación o la no iluminación, que morir sentado o de pie, siempre ha dependido del vigor del Zazen.

Además, la apertura a la iluminación en una determinada ocasión dada por un dedo, una bandera, una aguja, un martillo, el cumplimiento de la realización gracias a un matamoscas, un puño, un bastón, un grito, todo eso no puede ser asido totalmente por el pensamiento dualista del hombre. En verdad, tampoco puede ser mejor conocido mediante el ejercicio de los poderes naturales. Eso está más allá de lo que el hombre escucha y ve ¿acaso no es un principio anterior a los conocimientos y a las percepciones? .

Dicho esto, importa poco que seamos o no inteligentes. No hay diferencia entre el tonto y el listo. Cuando uno concentra su esfuerzo en un solo espíritu, eso en sí mismo es practicar la Vía. La práctica-realización es pura por naturaleza. Adelantar es un asunto de cotidianeidad.

En conjunto, este mundo y los otros, a la vez en India y en China, respetan el sello de Buda. La particularidad de esta escuela prevalece: simplemente devoción a la meditación sentada, sentarse inmóvil en un compromiso total. Aunque se dice que hay tantas almas como hombres, todos realizan la Vía de la misma manera, practicando zazen. ¿Por qué abandonar el asiento que os está reservado en la casa para errar en las tierras polvorientas de otros reinos? Un solo traspiés, y os escapáis de la Vía trazada toda recta delante de vosotros.

Tuvieron la suerte única de tomar una forma humana. No pierdan su tiempo. Lleven vuestra contribución a la obra esencial de la Vía de Buda. ¿Quien tomaría un placer vano de la llama que surge del silex? Forma y sustancia son como el rocío en la hierba, el destino semejante a un relámpago - que se desvanece en un instante - .

Os lo ruego, honrados discípulos del Zen. Acostumbrados desde hace mucho tiempo a tantear al elefante en la oscuridad, no teman al verdadero dragón. Concentren vuestra energía en la Vía que indica el absoluto sin desvío. Respeten al hombre realizado, que se sitúa más allá de los actos de los hombres. Pónganse en armonía con la iluminación de los Budas; sucedan a la dinastía legítima del Satori de los Patriarcas. Condúzcanse siempre así y seran como ellos son. Vuestra habitación del tesoro se abrirá por sì misma, y podrán utilizarla como mejor os parezca.

Maestro Dogen (1200-1253)

jueves, 10 de marzo de 2011

Práctica del Zen en Mar del Plata











¿Qué es el zazen y qué es el despertar?


Imaginen que trazan el contorno de sus siluetas con un pincel.

Partiendo de la cima del cráneo, desciendan por el lado derecho de la
cabeza, den la vuelta por la oreja, bajen a lo largo de la mejilla, el
cuello, el contorno del hombro hasta el brazo, el antebrazo, la mano, den
la vuelta por los dedos. Dedo meñique, anular, mayor, índice, pulgar, para
volver por adentro del brazo, doblando en la axila. Pasen luego a lo largo
del tronco, bajando por el lado exterior de la pierna, el pie y suban por
el interior de la pierna, hasta el sexo, luego vayan por el lado interior
de la otra pierna, el tobillo, el contorno del talón, los dedos del pie, y
suban por el lado exterior de la pierna, por la cintura, las costillas.
Vamos a pasar por la axila izquierda, por el interior del brazo, por el
pulgar, los dedos, y volver a subir por el lado exterior del brazo
izquierdo, la muñeca, el codo, subiendo por el hombro, el cuello, la
mejilla, luego la oreja y vamos a reencontrarnos en lo alto de la cabeza.


Habremos hecho el contorno del límite de nuestro cuerpo.
¿Entonces qué es el zazen? Es el comportamiento de lo que se encuentra
dentro de esta línea que trazamos, y también su relación con lo que se
encuentra fuera de ella. Una línea está hecha de puntos: mil millones, 2
mil millones. Entonces cuando la gente diga: “Ha! Haces zen, ¿qué es el
zen?” Entonces van a describir un punto. Evidentemente aquel punto, forma
parte de la línea que hace al contorno de nosotros mismos, pero es
solamente un punto. Van a, sin embargo, decir que el zen es esto. Por otra
parte la manera en que practican es así. Practican siempre un punto, que,
por cierto, forma parte de la línea, pero es sólo una parte ínfima. Hay
quienes, por ejemplo, no pueden dejar de cerrar los ojos, retorcer la
cabeza o mover el hombro y estar en la especificidad de un solo punto de
la línea.

El Maestro Deshimaru lo repetía incansablemente: “el zazen no es una
condición especial.” Entonces nosotros, teníamos veinte años, nos gustaba
mucho beber, fumar, tomar trips. “Ha! ¿No es ninguna condición especial?
¡No es divertido!” Deshimaru a menudo decía: “A Stéphane le gustan las
condiciones especiales.” Entonces decía: “el zen es la vuelta a las
condiciones normales.” Entonces era todavía peor porque para nosotros lo
normal era muy aburrido; esto quería decir seguir a esta banda de
imbéciles que definieron lo que es lo normal, lo que resulta una cagada.
Pero si se define la condición normal, esta misma condición normal se
convierte en una condición especial. ¿Me siguen? Pues no había comprendido
qué eran las condiciones normales de las que hablaba Deshimaru. Las
condiciones normales no son una condición especial. A veces, para
ayudarnos, el Maestro Deshimaru decía: “Son condiciones originales.”Así,
esto me gustaba más, ya.

Entonces cuando ya han practicado treinta o cuarenta años de zazen,
digamos si practican una o dos veces al día, 365 multiplicado por cuarenta
multiplicado por dos, esto da 30.000 puntos, el conocimiento de 30.000
puntos de zazen específicos. Pero 30.000 puntos es todavía insuficiente,
se dice que bodhidharma habría practicado 90.000 puntos de un solo golpe:
nueve años frente a la pared… todos estos puntos que son parte de la línea
que define a la silueta de este cuerpo. Ciertamente quedan muchos otros
por conocer ya que el punto no tiene espesor sino que existe en tanto que
punto como existen condiciones especiales, es infinito.
Pero esto todavía no es el verdadero zen del Maestro Deshimaru, aunque
todas estas condiciones especiales están incluidas en la condición normal.

Es en esto que insisto en el hecho de que el zazen último es el que
reconcilia totalmente la vida ordinaria y el nirvana, y esto lo dijeron
los Maestros. Es difícil de comprender, pero lo dijeron. Es el que
reconcilia las condiciones diarias de vida ordinaria con lo más profundo.
La postura es natural, la respiración tranquila, los ojos están abiertos…
es como si estuviéramos sentados en el autobús. Cuál es la diferencia.
Dónde está la diferencia. El Maestro Dogen lo explica en el Fukanzazengi,
donde dice una frase muy importante: “giren su luz hacia el interior.”
¡Solamente esto! Cuando se gira su luz al interior -no puedo decirles cómo
pero se enterarán de esto haciendo za zen- cuando se gira la luz al
interior, entonces el mundo interior y el mundo exterior no están
separados, todo se vuelve el espíritu. Todo se unifica.
Pero esta línea famosa ¿quién es el que hace el contorno de nuestro
cuerpo, delimita el interior o el exterior? ¿O es que son los verdaderos límites de nuestro ser?


Maestro Kosen

Enseñanza durante zazen (kusen)